sábado, 14 de junio de 2008

LA MISIÓN CRISTIANA HOY


Aquí suban sus reportes de lectura del libro de John Stott

30 comentarios:

Edgar Samuel Bonilla dijo...

Seminario Teológico Bautista Mexicano. Campus “Horeb”
Materia: Naturaleza y misión de la iglesia II
Profesor: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Hno. Edgar Samuel Bonilla
Reporte de lectura
Libro: “La Misión Cristiana Hoy”
Autor: John R. W. Stott
Editorial: Certeza.
Capítulo 1: “La misión”

LA MISIÓN

La idea principal de este capitulo es tratar de definir el término misión con base a su fuente bíblica y la percepción que tuvieron han tenido los cristianos en las diferentes épocas hasta llegar a la actual.

Dos Puntos de vista Extremos
La misión y la evangelización son considerados como términos equivalentes.

¿Una síntesis bíblica?
La posibilidad de definir la misión de la iglesia y relacionar la función evangelizadora y social del pueblo de Dios
La misión primaria corresponde a Dios.
La misión central corresponde al hijo por que es la culminación del ministerio de los profetas, y porque de él seguiría el envío del Espíritu Santo y el envío de los apóstoles y a todos los que lo reconocen como Señor. Como una extensión de su ministerio de predicación, enseñanza y curación

La Gran Comisión
¿Que fue lo que el Señor Jesús encomendó a su pueblo?
La mayoría de los creyentes piensan que la orden es "predicar, convertir y enseñar". (Mateo28:19-20; Marcos 16:15).
En el evangelio de Juan 20:21 puso su modelo de misión para la nuestra "como me envió el Padre, así también yo os envío".
En conclusión la misión de la iglesia la comprendemos a la luz de la misión del Hijo. Siendo él el modelo de servicio, así desea que sea su iglesia que sirva.

La relación entre evangelización y acción social
Hay tres consideraciones:
1.- La acción social como medio para la evangelización.
Se considera que es un pretexto para evangelizar
- En el sentido negativo es la carnada en el anzuelo.
- En el sentido positivo es el grado con el que se aceptaría el
evangelio
2.- La acción social como manifestación de la evangelización
La entrega de servicios si están motivados por el amor y la compasión se
convierten en predicación
3.- La acción social como compañera de la evangelización
Cada una constituye un fin en si misma son la expresión de un amor no fingido. "Hijitos míos no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad 1ª de Juan 17,18)". (Romanos 12:20)

El Gran Mandamiento
El Gran mandamiento Amar a Dios con todo nuestro ser y el segundo amar al prójimo. "Darnos en forma activa y constructiva para contribuir al bienestar del prójimo". Esta es la urgente dimensión cristiana.
Consecuencias Prácticas
Vocación.- la actividad que el cristiano ha elegido para la vida (servicio)
Area local.- Dentro de la iglesia local se forman grupos de estudio y de acción muy de acuerdo a la vocación de cada uno de sus miembros.
Área nacional.- Red de grupos locales que interactúan entre sí, pueden crear un impacto más grande dentro de la sociedad.

Francisco Naves dijo...

La misión cristiana hoy.
John R. W. Stott.
Cáp. 1. La misión.
Existe una polarización corriente.
Por un lado el punto de vista antiguo o tradicional considera equivalentes los términos misión y evangelización. (Ponía también el acento en la proclamación verbal.)
Y en polo opuesto a este concepto ecuménico corriente, esto después los 60as.
• Buena parte de este intento de reconstruir el concepto “misión” fue citada en las notas para las secciones, que se publicaron como parte de los preparativos para la asamblea de Upsala. Se considera a la misión como el proceso histórico de renovación de la sociedad, tomando como texto lema “he aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21.5).

Aparte de este empleo equivocado de la escritura, ¿qué diremos acerca de la identificación de la misión de Dios con la renovación social?
Según los apóstoles la paz que predica y ofrece Jesús es algo más profundo y más rico, es a saber, la reconciliación y la comunión con Dios y entre nosotros (efesios 2. 13-22).
Shalom es la bendición que el Mesías trae para su pueblo.
Por lo que toca a la Providencia y a la gracia común, no se puede dudar, que Dios está vivo en cada hombre y en todas las sociedades. Aunque ésta no es su misión, se refiere a su pueblo redimido, y con lo que les ha dado a ellos para que hagan en el mundo.

¿Una síntesis bíblica?
Tomando en cuenta el punto de vista tradicional, según el cual la misión cumple una función exclusivamente evangelizadora, y el punto de vista ecuménico con, según el cual consiste en establecer la shalom, nos preguntamos nosotros si hay un modo mejor, más equilibrado y más bíblico, de definir la misión de la Iglesia.

Esa vieja polarización continúa. La misión surge ante todo de la naturaleza de Dios mismo y no de la Iglesia.
Dios es amor, que con espíritu de sacrificado servicio se extiende innecesariamente para alcanzar a otros.
Dos concepciones parciales e incompletas de la misión, como evangelización y como acción social (shalom).
La gran Comisión.

¿Qué fue lo que el señor Jesús encomendó a su pueblo? .Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Haciendo énfasis en la predicación, el testimonio y la tarea de hacer discípulos, es decir predicar, convertir y enseñar.la Comisión misma incluye la responsable a social tanto como la evangelizadora, y no que aquélla sea simplemente una consecuencia de la Comisión. El modelo Cristológico “como me envió el padre, así también yo os envío”.

Se fusionó dos imágenes del altivo testamento que aparentan ser incompatibles-la del hijo del hombre Daniel vida del siervo sufriente de Isaías, y dijo: “el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para su vida en rescate por muchos” (Marcos 10. 45). Jesucristo nos mostró que es imposible separar sus obras de sus palabras.

Enviado a servir: que es síntesis de evangelización y acción social.

La nuestra como la de él ha de ser una misión de servicio.

Él nos ofrece el modelo perfecto para el servicio, mal a su iglesia al mundo para que sea una Iglesia que sirva.

Es el papel de servidores donde podemos encontrar la síntesis equilibrada de la evangelización y la acción social.

Cristo tomó para sí nuestra humanidad nuestra cultura y se hizo de carne y hueso tal como nosotros. Y ahora nos envía al mundo a identificarnos con los demás, el sin perder los de identidad cristiana.

La relación entre evangelización y acción social.

Existen tres modelos principalmente.

Primero, la acción social constituye un medio para la evangelización.

Segundo. Se considera la acción social, no como un medio para la evangelización, sino como una manifestación de la evangelización.

El Evangelio consta de proclamación, testimonio y servicio es decir lo que se dice, lo que se es y lo que se hace.

Tercero la acción social está relacionada a la evangelización, es decir, es compañera de la evangelización y al ser compañeras se pertenecen la una a la otra, aún que son independientes.

El gran mandamiento.

Se ha mostrado su prójimo, inevitablemente tendremos que ocuparnos de su bienestar total.

En general tenemos que estar comprometidos con una búsqueda de estructuras sociales mejores sin dejar un lado, la paz, la dignidad, la libertad y la justicia.

El amor no se necesita explicar. No hace más que expresarse por medio del servicio a donde quiera que haya necesidad.

Consecuencias prácticas.

La vocacional, la local y la nacional.

La vocacional es la que el cristiano eligió para su vida. El señor Jesús llama a sus círculos al “ministerio” es decir, al servicio.

Si somos cristianos el poder dedicar nuestra vida al servicio de Dios y del hombre.

Cristo nos ha llevado el caso vida a su servicio.

Hay una segunda aplicación que se relaciona con la Iglesia local. Su misión de servicio tendrá que ser más amplia que la sola evangelización. Una vez que este principios aceptó, tendría que ser posible que por congregación haya grupos de cristianos conscientes de su responsabilidad formando una serie de grupos de estudio y acción.

Nuestro tercer ejemplo nos coloca frente al escenario nacional. Los cristianos podríamos, hacer un pacto mucho más grande en la sociedad, impacto que sumada a esa fuerza numérica y de radicales exigencias de la Comisión de Cristo



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La misión cristiana hoy.

John Stott.

Dos. La evangelización.

Misión es todo lo que Dios quiere que su pueblo haga en el mundo y es la evangelización la que ocupa el primer lugar ¿Dios se tiene que alinear por la ignorancia o rechazo del Evangelio? Claro que no. Existen 2, 700, 000,000 de personas no alcanzadas por el evangelio.

El significado de la evangelización.

Ésta se define como las buenas nuevas. Y hace referencia a estas constituyen la proclamación del Evangelio.

La evangelización no debe definirse en función de:
Primero. Los que reciben el Evangelio. Esta se puede referir a compartir el Evangelio con las personas que habrán la misma lengua y pertenecen a la de una cultura. Las que procura alcanzar la gente de lengua o cultura similar a la nuestra y las que tienen que ver con actividades tras culturales.

Segundo la evangelización no debe definirse en función de los resultados y ésta consiste en anunciar las buenas nuevas, cualquiera que sea el resultado. La evangelización consiste en predicar el evangelio. Pero evangelizar no consiste en predicar de tal manera que ocurra algo. Su esencial radica en la proclamación del Evangelio.

En tercer lugar la evangelización no ha de definirse en función de los métodos. Se hace necesaria la verbalización para que el contenido de las buenas nuevas pueda comunicarse con cierta precisión y esta debe definirse únicamente en función del mensaje.

¿Hay un evangelio negó testamentario?

¿O acaso hay muchos? Hay un solo Evangelio. Tiene carácter transitorio porque estaba culturalmente condicionado ¿o tiene vigencia permanente? Nuestro mensaje tiene que ser alumno fiel y contemporáneo sus. Lo que resulta difícil es la búsqueda de una combinación aceptable de verdad y relevancia.

Una respuesta sería decir que la Biblia constituye la buena nueva de Dios. Una sola palabra, Jesús constituye las buenas nuevas de Dios. Cristo Jesús es todo-cuatro y alma-del Evangelio.

La buena noticia que proclamaba contenía por lo menos cinco elementos.


1º. Los acontecimientos evangélicos: que Cristo murió por los pecados y que pues ocultado y que resucitó al tercer día y que apareció (1 Corintios 15 tres, cuatro, cinco). El mensaje de hablo y de Pedro se centran en la muerte y resurrección de Jesús. La muerte y resurrección constituyen sólidos eventos históricos.
2º.los testigos del Evangelio. Se refiere a las pruebas que apelaban para autentificar dicho mensaje. Las escrituras constituyen el primer testimonio de los acontecimientos y el segundo la evidencia que proporcionan los propios ojos de los apóstoles. Pero incluía invariablemente en sus sermones una referencia al testimonio apostólico. Los apóstoles unieron el testimonio de los profetas del antiguo testamento y el suyo propio, el que luego quedó inscrito en las páginas del novo testamento. Resulta urgente y necesario recuperar y restaurar al Jesús auténtico, el Jesús de la historia, el Jesús de las escrituras.

3º.las afirmaciones evangélicas. Éstas se centraban en que su Cristo “Jesús es el señor”. Pablo insiste en el señorío o la soberanía de Jesús son consecuencia directa de su muerte y resurrección.

4º.las promesas del Evangelio. Lo que Cristo ofrece ahora, y, además las promesas para quienes acuden a él.

5º.las demandas del Evangelio. Lo que pide de nosotros el día de hoy. “Arrepentíos” (Hechos 3.19). Es decir dar la espalda a su pecado y tener un cambio de actitud. El reino de Dios exige una nueva mentalidad y una reorientación de todos los valores, arrepentimiento, con un nuevo estilo de vida, con ética buscando la salvación. Esta también incluye la fe.

El contexto de la evangelización.

Esta consiste en compartir las buenas nuevas con otros. Jesús constituye esa buena noticia. El murió por nuestros pecados y fue levantado los muertos, y en consecuencia reina como señor Salvador a la diestra de Dios. El tiene autoridad tanto para exigir arrepentimiento y fe, como coautor al perdón de pecados y el don del espíritu Santo a todos los que arrepienten, creen y se bautiza. “El tiempo se ha cumplido, y al reino de Dios se ha acercado; arrepentidos y cree en el Evangelio” (Marcos 1. 15).

La persuasión es parte misma de la evangelización (2 Corintios 5. 11). Debemos presentar a Cristo de tal manera que podamos persuadir aquel que se acerca a él el arrepentimiento.

omar martinez dijo...

I. LA MISIÓN


Misión en su forma externa este concepto es más antiguo, de que la misión de la iglesia consiste en la evangelización únicamente, ponía también el acento en la proclamación verbal.
La providencia y a la gracia común es indudable que Dios está activo en todos los hombres y en todas las sociedades, sea que lo reconozcan o no. Pero esta no es su misión. La misión se relaciona con el pueblo redimido, y con lo que les ha dado a ellos para que hagan el mundo.
La misión primaria corresponde a Dios, por cuanto fue él quien mandó a los profetas, a su Hijo, a su Espíritu Santo. La del Hijo resulta central, por cuanto era la culminación del ministerio de los profetas. Y a hora el Hijo envía, así como él mismo fue enviado.
Marcos 16: 15, Mateo 28: 19, 20. La misión de la iglesia, según la especificación del Señor resucitado, constituye una misión que consiste exclusivamente en predicar, convertir y enseñar.
Hemos de entender que la comisión misma incluye la responsabilidad social tanto como la evangelizadora, y no que aquella sea simplemente una consecuencia de la comisión.
Jesús en forma deliberada y precisa puso a su misión como modelo para nuestra cuando dijo: “como me envío el Padre, así también yo os envío”.
Resulta mejor comenzar con algo más general, y afirmar que vino a servir. Por ello la nuestra, como la de él, ha de ser una misión de servicio.
RELACIÓN ENTRE EVANGELIZACIÓN Y ACCIÓN SOCIAL
1. Algunos consideran que la acción social constituye un medio para la evangelización.
2. Considera la acción social, no como un medio para la evangelización, sino como una manifestación de la evangelización.
3. La acción social está asociada a la evangelización, es decir, es compañera de la evangelización.

Tenemos dos mandatos de Jesús –un gran mandamiento a “amar al prójimo” y una gran comisión a “ir y hacer discípulos”.
La Gran Comisión ni explica, ni agota, ni reemplaza al Gran Mandamiento. Lo que hace es agregarle al requisito de amar al prójimo y servir al prójimo una nueva y urgente dimensión cristiana. Si realmente amamos a nuestro prójimo no nos limitaremos a evangelizarlo.
En síntesis, como el Señor Jesús, hemos sido enviados al mundo para servir.
El término misión describe todo lo que se le ha encomendado a la iglesia en el mundo.
La vocación es la actividad que el cristiano ha elegido para la vida.
El Señor Jesús llama a todos sus discípulos al ministerio, decir al servicio.
Debemos considerar a la iglesia como una comunidad de culto o adoración y testimonio.
Se debe tomar una sería comprensión bíblica más amplia de la misión que nos coloca frente al escenario nacional.

II. LA EVANGELIZACIÓN

Los cristianos tendrían que sentir compasión y un agudo dolor de conciencia frente a la opresión de otros seres humanos.
En pocas palabras evangelizomai significa traer o anunciar el evangelion, las buenas nuevas. Generalmente, sin embargo, el verbo se emplea para hacer referencia a las buenas nuevas cristianas.
1. La evangelización no debe definirse en función de los que reciben el evangelio.
2. La evangelización no debe definirse en función de los resultados.
Evangelizar en el uso que le da el Nuevo Testamento no significa ganar conversos, como es el caso generalmente cuando usamos la palabra de nosotros. La evangelización consiste en anunciar las buenas nuevas, cualquiera sea el resultado.
La evangelización consiste en predicar el evangelio. Consiste más bien en preguntarnos si estamos dando a conocer fielmente el mensaje del evangelio. Naturalmente que nuestro objetivo es que sí ocurra algo, es decir, que la gente responda y crea.
3. La evangelización no ha de definirse en función de los métodos. En diversos grados podemos evangelizar oralmente, mediante las obras de amor; mediante un hogar cristocéntrico; mediante una vida transformada; y hasta el entusiasmo acerca de Jesús. La evangelización puede y debe definirse únicamente en función del mensaje.
Es un hecho innegable que en los propósitos divinos la revelación de Dios alcanzó su culminación en el siglo I d. de C., en Cristo y en el testimonio apostólico sobre Cristo. Nuestro mensaje tiene que ser al mismo tiempo fiel y contemporáneo. Fiel a la Escritura y su mensaje y no de alguna situación existencial.

Toda la Biblia constituye la buena nueva de Dios en toda su sorprendente relevancia.
La buena noticia de los apóstoles era que proclamaban cinco elementos:
1. Los acontecimientos del evangelio.
Los apóstoles no presentaban la muerte y la resurrección de su Señor como hechos históricos meramente, sino como hechos significativos, como actos salvíficos.
2. Los testigos del evangelio.
Se trataba de comprobación doble, a fin de que por la boca de dos testigos quedase establecida la veracidad del testimonio. El testimonio de ellos es testimonio primario, porque ellos estuvieron con Jesús y lo conocieron, y ellos han dado testimonio de lo que han oído con sus oídos y de lo que ha visto con sus ojos. Nuestro testimonio será secundario.
3. Las aseveraciones evangélicas.
Las afirmaciones del evangelio se centran en Jesucristo. No sólo lo que hizo sino a lo que él es hoy como consecuencia.
4. Las promesas del evangelio.
Las buenas nuevas no se refieren únicamente a lo que Jesús hizo una vez (murió y se levantó), ni sólo a lo que ahora es (que está exaltado a la diestra de Dios como Señor y Salvador), sino a lo que ahora ofrece como resultado de todo esto.
El perdón es un componente esencial de la salvación que ofrece el evangelio. Nos ofrece nueva vida en el presente mediante la regeneración y la presencia del Espíritu Santo en nosotros.
5. Las demandas o exigencias del evangelio.
Arrepentirse significaba dar las espaldas a su pecado y, en particular, al grave pecado de haber rechazado a Jesús.
Bautizar en el nombre de Jesucristo es someterse humildemente al bautismo en el nombre de la persona misma a quien anteriormente habían procurado destruir.
La fe salvadora es una entrega total, y sumisa a Cristo; es inconcebible el que alguien pudiera creer en Cristo como Salvador sin someterse a él como Señor.

El contexto de evangelización.
La evangelización consiste, en compartir las buenas nuevas con otros. Jesús constituye esa buena noticia: murió por nuestros pecados y fue levantado de los muertos, en consecuencia, reina como Señor y Salvador a la diestra de Dios.
La proclamación del evangelio no puede considerarse como una actividad aislada.
La primera orden del Señor resucitado no fue a “predicar” sino a “ir”; y el ir por el mundo significa presencia. Tiene que ser la presencia visible de una iglesia que ofrece un aspecto atractivo. No puede haber evangelización sin la iglesia.

carlos monjaras m dijo...

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia II
TAREA: Resumen del libro La misión cristiana hoy
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Carlos Monjaras Mirón



LA MISION

Dos puntos de vista extremos
El punto de vista antiguo o tradicional consiste en considerar equivalentes los términos misión y evangelización, misioneros y evangelistas, misiones y programas de evangelización. Ni siquiera la Comisión de Evangelismo y Misión Mundial hizo la distinción entre “misión” y “evangelización” en su acta de constitución, sino que definió su objetivo como el de “promover la proclamación del evangelio de Jesucristo a todo el mundo, a fin de que todos los hombres puedan creer en él y ser salvos”.
En su forma externa este concepto más antiguo, de que la misión de la iglesia consiste en la evangelización únicamente, ponía también el acento en la proclamación verbal.
La mayoría de los que se adhieren al punto de vista tradicinal sobre la misión aceptarían que las tareas educacionales y médicas son perfectamente aceptables; más todavía, que constituyen complementos sumamente valiosos de la obra evangelizadora.
Este concepto tradicional no esta muerto y enterrado ni mucho menos. El denominado “Movimiento de Jesús” ha fomentado la formación de comunidades cristianas a las que se incorporan fervorosos jóvenes evangélicos con el objeto de alejarse del mundo malo que los rodea.
Un pesimismo de esta naturaleza, que niega el mundo constituye un fenómeno extraño en quienes afirman que creen en Dios. Pero claro, la imagen que tienen de Dios está sólo parcialmente formada por la revelación bíblica. En el polo opuesto a este concepto anti bíblico de la misión como evangelización exclusivamente, está el concepto ecuménico corriente, por lo menos a partir de mediados de la década del 60 y de las actividades preparatorias de la Asamblea de Upsala.
Más todavía, para cumplir este objetivo Dios se vale de “hombres y mujeres tanto dentro como fuera de las iglesia”, y el papel peculiar de la iglesia en relación con la misión divina es el de “indicar que Dios está obrando en la historia del mundo”.
Buena parte de este intento de reconstruir el concepto de “misión” fue citada en las Notas para las Secciones, que se publicaron como parte de los preparativos para la asamblea de Upsala. Se consideraba a la misión como el proceso histórico de renovación de la sociedad, y el texto lema de Upsala fue “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5). Pero esta palabra de Dios constituye una afirmación escatológica. Fue pronunciada desde el trono (en la visión de Juan).
Aparte de este empleo equivocado de la Escritura, ¿qué diremos acerca de la identificación de la misión de Dios con la renovación social? Cabe hacer una cuádruple crítica. Primero, el Dios que es el Señor de la historia es también el juez de la historia.
Segundo, las categorías bíblicas de shalom, la nueva humanidad y el reino de Dios, no deben ser identificadas con la renovación social. Cierto que en el Antiguo Testamento Shalom (paz) significa con frecuencia bienestar político y material. Pero, ¿puede acaso sostenerse, con seriedad exegética y bíblica, que los escritores del Nuevo Testamento presentan a un Jesús que obtiene esta clase de paz y que se la otorga a la sociedad en su conjunto?
Tercero, la palabra “misión” no puede usarse con propiedad para abarcar todo lo que Dios está haciendo en el mundo. En cuanto se refiere a la providencia y a la gracia común es indudable que Dios está activo en todos los hombres y en todas las sociedades, sea que lo reconozcan o no. Pero esta no es su “misión”. La “Misión” se relaciona con el pueblo redimido, y con lo que les ha dado a ellos para que hagan en el mundo.

¿Una síntesis bíblica?
Tendríamos que poder convenir en que la misión surge ante todo lo de la naturaleza de Dios mismo y no de la iglesia. El Dios vivo de la Biblia es un Dios que envía. Como dijo por boca de Jeremías: “desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy, os envíe todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído…
Todo esto constituye el trasfondo esencial para comprender lo que significa la misión. La misión primaria corresponde a Dios, por cuanto fue él quien mandó a los profetas, a su Hijo, a su Espíritu.

La Gran Comisión
Esto nos lleva a considerar los términos en que está expresada la Gran Comisión. ¿Qué fue lo que el Señor Jesús encomendó a su pueblo? No cabe duda de que la mayoría de las versiones de la mismo (por cuanto parece ser que la repitió en varias formas en diversas ocasiones) realzan la evangelización. Id por Todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” reza el conocido mandamiento de la “conclusión más larga” del Evangelio de Marcos”
El énfasis acumulativo resulta claro. Dicho énfasis se coloca en la predicación, el testimonio y la tarea de hacer discípulos, y muchas personas deducen de esto que la misión de la iglesia según la especificación del Señor resucitado, constituye una misión exclusivamente en predicar, convertir y enseñar.
La versión fundamental en que nos ha llegado la Gran Comisión es la joanina (aun cuando es la más ignorada por ser la más costosa o difícil). Jesús la había anticipado en su oración en el aposento alto cuando le dijo al Padre: “Como tu me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18). Luego, probablemente en el mismo aposento alto pero después de su muerte y resurrección, transformó la expresión afirmativa de su oración en un mandamiento o comisión al decir: “Cómo me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). En forma deliberada y precisa puso a su misión como modelo para la nuestra cuando dijo: “como me envío el Padre, así también yo os envío”. En consecuencia, nuestra comprensión de la misión de la iglesia hemos de deducirla de nuestra comprensión de la misión del Hijo. ¿Porqué y como envió el Padre al Hijo? Naturalmente que el propósito principal de la venida del Hijo al mundo tenía un carácter único. En efecto, él mismo dijo que había venido a “buscar y salvar lo que se había perdido” Ahora nos envía a nosotros –nos dice- así como el Padre lo había enviado a él. Por ello la nuestra, como la de él, ha de ser una misión de servicio.

La relación entre evangelización y acción social
¿Cuál debe ser, entonces, la relación entre la evangelización y la acción social en el contexto de nuestra responsabilidad cristiana total?
Primero, algunos consideran que la acción social constituye un medio para la evangelización.
La segunda forma de relacionar la evangelización y la acción social es algo más digna. Considera la acción social, con como un medio para la evangelización, sino como una manifestación de la evangelización.
De este modo llegamos a la tercera forma de establecer la relación entre la evangelización y la acción social, y la que a mi juicio constituye la forma verdaderamente cristiana; a saber, que la acción social está asociada a la evangelización, es decir, es compañera de la evangelización. Al ser compañeras se pertenecen la una a la otra.

El Gran Mandamiento
Volvamos ahora a la Gran Comisión. He tratado de demostrar que la forma joanina de la misma –según la cual la misión de la iglesia debe ser modelada por la del Hijo- lleva implícita la idea de que somos enviados al mundo a servir, y que el humilde servicio que hemos de prestar incluirá para nosotros, como lo fue para Cristo.
La iglesia tiene toda la obligación de obedecer el mandato de su Señor de llevar el evangelio a todas las naciones.
En síntesis, como el Señor Jesús, hemos sido enviados al mundo para servir. Porque ésta es la expresión natural de nuestro amor hacia el prójimo. Porque amamos vamos y servimos. Y al hacer esto no tenemos (o no debiéramos tener) motivos ulteriores. Cierto es que al evangelio le falta visibilidad si nos limitamos a predicarlo, y le falta credibilidad si los que lo predicamos sólo mostramos interés en el alma y no nos preocupamos por el bienestar corporal de la gente, ni por sus circunstancias o su situación comunitaria. El amor no necesita justificarse. No hace sino expresarse por medio del servicio dondequiera que ve que hay necesidad.
Si aceptamos este concepto más amplio de misión en el sentido de servicio cristiano en el mundo, que comprende tanto la evangelización como la acción social –concepto que nos es impuesto por el modelo de la misión de nuestro Salvador al mundo- luego los cristianos podríamos, bajo la égida de Dios, hacer un impacto mucho más grande en la sociedad, impacto en proporción con nuestra fuerza numérica y con las radicales exigencias de la comisión de Cristo.

carlos monjaras m dijo...

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia II
TAREA: Resumen del libro La misión cristiana hoy
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Carlos Monjaras Mirón

CAPÍTULO II LA EVANGELIZACIÓN

La prioridad de la evangelización
Los cristianos tendrían que sentir compasión y un agudo dolor de conciencia frente a la opresión de otros seres humanos.

El significado de la evangelización
Si aceptamos el carácter prioritario de la evangelización, ¿Cómo hemos de definirla? En pocas palabras evangelisomai significa traer o anunciar el evangelión, las buenas nuevas
Es la proclamación del evangelio lo que constituye la evangelización, y este hecho nos permite comenzar afirmado negativamente lo que no es la evangelización.
Primero, la evangelización no debe definirse en función de los que reciben el evangelio, aunque desde luego que se supone que serán lo suficientemente “no cristianos” como para necesitarlo. Pero no es así – todo el que no haya nacido de nuevo en Cristo, sea que haya escuchado el evangelio o no, incluso sea que se haya bautizado o no, necesita ser “evangelizado”, es decir, necesita oír, un oír mejor, las buenas nuevas.
En segundo lugar, la evangelización no debe definirse en función de los resultados.
La evangelización consiste en predicar el evangelio
En tercer lugar, la evangelización no ha de definirse en función de los métodos. Evangelizar consiste en anunciar las buenas nuevas, cualquiera sea la forma de hacerlo. La evangelización puede y debe definirse únicamente en función del mensaje.

¿Hay un evangelio nestestamentario?
Por cierto que el Nuevo Testamento nonos presenta un evangelio estereotipado, rígido e inflexible. Hay claras diferencias en cuanto a lo que destaca cada escritor –que se deben a su propia formación y temperamento, o a la revelación del Espíritu Santo-,
Volvemos ahora a la pregunta inicial: ¿Cuál es ese evangelio neotestamentario único e inalterable? ¿Podemos además, al enunciarlo, indicar todo su vigor contemporáneo? La primera respuesta y la mejor, sería decir que toda la Biblia constituye la buena nueva de Dios en toda su sorprendente relevancia. “Biblia” y “evangelio” son términos casi intercambiables, desde que la función principal de la Biblia en toda su extensión y en toda su amplitud es la de dar testimonio acerca de Jesucristo. Con todo, la revelación divina registrada en la Escritura.

Los acontecimientos evangélicos
En primer lugar estaban, desde luego, los acontecimientos del evangelio. Porque ciertas “cosas” habían “acontecido” en Jerusalén delante de ellos (Lucas 1.1; 24.14, 18), que nadie podía negar. En especial, que Jesús de Nazaret había sido crucificado y que había resucitado. Pablo resume así la tradición evangélica: “Primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados… y que apareció…” (1 Corintios 15.3, 4, 5). Menciona cuatro acontecimientos –la muerte, la sepultura, la resurrección y la aparición de Jesús.
Los apóstoles no presentaban la muerte y la resurrección de su Señor como hechos históricos meramente, sino como hechos significativos, como actos salvíficos.
Es evidente también que la resurrección fue más que un hecho histórico. Constituía una vindicación divina de Jesús.

Los testigos del evangelio
El segundo elemento en el mensaje de los apóstoles lo constituyen los testigos del evangelio, con lo cual me refiero a las pruebas a que apelaban para autenticar dicho mensaje.
El hecho de darle prominencia a las Escrituras resultaba significativo en otro sentido. Ya que la muerte de Jesús, su resurrección y el posterior derramamiento del Espíritu estaban todos relacionados con el cumplimiento de las profecías mesiánicas, resultaba evidente que la nueva era había comenzado y que fue Cristo quien le dio comienzo
Pero las Escrituras constituyen sólo el primer testimonio de los acontecimientos; hubo un segundo testimonio: la evidencia que proporcionan los propios ojos de los apóstoles.
Así, los apóstoles unieron el testimonio de los rpfetas del Antiguo Testamento y el suyo propio, el que luego quedó inscripto en las páginas del Nuevo Testamento.

Las afirmaciones evangélicas
En tercer lugar, estaban, y están todavía, las aseveraciones evangélicas.
¿Cuáles son, entonces, las afirmaciones del evangelio? Como hemos visto, se centran en Jesucristo. Se refieren no sólo a lo que hizo hace más de diecinueve siglos, sino a lo que él es hoy como consecuencia. El Cristo histórico es el Cristo contemporáneo. En palabras del Nuevo testamento, la afirmación fundamental es la de que “Jesús es el Señor”.
Se trata de una afirmación esencialmente cristiana, porque nadie puede hacerla si el Espíritu Santo no ilumina su entendimiento (1 Corintios 12.3).

Las promesas del evangelio
En cuarto lugar, nos volvemos lógicamente de las afirmaciones evangélicas a las promesas del evangelio, a lo que Cristo ofrece ahora, y, además, a las promesas para quienes acuden a él. Porque las buenas nuevas no se refieren únicamente a lo que Jesús hizo una vez (murió y se levantó), ni sólo a lo que ahora es (que está exaltado a la diestra de Dios como Señor y Salvador), sino a lo que ahora ofrece como resultado de todo esto.
Pero Cristo nos ofrece más que el perdón por nuestro pasado. Nos ofrece también nueva vida en el presente mediante la regeneración y la presencia del Espíritu Santo en nosotros.

Las demandas del evangelio
En quinto lugar, llegamos a las demandas o exigencias del evangelio. Pasamos de lo que Jesús hizo, es y promete, a lo que pide de nosotros en el día de hoy. Pablo, por lo demás, concluyó su sermón ante los atenienses con la afirmación de que Dios “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17.30).
Arrepentirse significaba dar las espaldas a su pecado, y en particular, al grave pecado de haber rechazado a Jesús. Su metanoia o “cambio de actitud” consistía, por lo tanto, en invertir completamente la opinión que tenían sobre Jesús, y hacer lo mismo con respecto a su actitud hacia él.
Por lo tanto lo que exige el evangelio es arrepentimiento y fe (en público) bautismo.

El contexto de la evangelización
La evangelización consiste, por lo tanto, en compartir las buenas nuevas con otros. Jesús constituye esa buena noticia. Y la buena noticia acerca de Jesús que anunciamos es la de que murió por nuestros pecados y fue levantado de los muertos, y que, en consecuencia, reina como Señor y Salvador a la diestra de Dios, y tiene autoridad tanto para exigir arrepentimiento y de, como para otorgar perdón de pecados y el don del Espíritu a todos los que se arrepienten, creen y se bautizan. Todo esto de conformidad con las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento.

Los resultados de la evangelización incluyen la obediencia a Cristo, la incorporación a su iglesia y el servicio responsable en el mundo.

eleazzar gonzalez garcia dijo...

SEMINARIO TEOLOGICO BAUTISTA CAMPUS HOREB

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia
TAREA: Resumen del libro LA MISION CRISTIANA HOY
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Eleazar González García

I. LA MISION


El punto de vista antiguo o tradicional consiste en considerar equivalentes los términos misión y evangelización. La literatura ecuménica desde Ámsterdam ha empleado los vocablos misión, testimonio y evangelización en forma intercambiable.
Al misionero se le caracterizaba con frecuencia representándolo bajo una palmera, con sombrero de explorador, recitándole el evangelio a un grupo de aborígenes pobremente vestidos y respetuosamente sentados en el suelo a su alrededor.
La mayoría de los que se adhieren al punto de vista tradicional sobre la misión aceptarían que las tareas educacionales y médicas son perfectamente aceptables.
En el polo opuesto a este concepto anti bíblico de la misión como evangelización exclusivamente, está el concepto ecuménico corriente, por lo menos a partir de mediados de la década del 60.
¿Qué diremos acerca de la identificación de la misión de Dios con la renovación social? cabe hacer una cuádruple crítica. Primero, el Dios que es el Señor de la historia también el Juez de la historia.
Segundo, las categorías bíblicas de shalom, la nueva humanidad y el reino de Dios, no deben ser identificadas con la renovación social.
Tercero, la palabra misión no puede usarse con propiedad para abarcar todo lo que Dios está haciendo en el mundo.
La misión se relaciona con el pueblo redimido, y con lo que les ha dado a ellos para que hagan en el mundo.

¿Una síntesis Bíblica?
Teniendo el punto de vista tradicional, según el cual la misión cumple una función exclusivamente evangelizadora, y el punto de vista ecuménico actual, según el cual consiste en establecer la shalom, nos preguntamos nosotros si no hay un modo mejor, más equilibrado y más bíblico, de definir la misión de la iglesia, y de relacionar entre sí las responsabilidades evangelizadora y social del pueblo de Dios.
La misión primaria corresponde a Dios, por cuanto fue él quien mandó a los profetas, a su Hijo, a su Espíritu. De todas estas misiones la del Hijo resulta central, por cuanto era la culminación del ministerio de los profetas, y porque comprendía en sí misma como punto culminante el envío del Espíritu. Después de su muerte y resurrección, amplió los alcances de su misión a fin de incluir a todos los que reconocen como Señor y que se consideran sus discípulos.
Si no queremos ser culpables de distorsionar las palabras de Jesús, hemos de entender que la comisión misma incluye la responsabilidad social tanto como la evangelizadora.
“Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). En estas dos expresiones Jesús hizo más que trazar un paralelo entre su misión y la nuestra. En forma deliberada y precisa puso a su misión como modelo para la nuestra. Cristo vino a servir.
Jesús sabía que para ser servido antes debía servir él mismo, y que debía enfrentar el sufrimiento antes de que pudiera recibir dominio. “El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate de muchos” (Marcos 10:45). El sacrificio de rescate por el pecado es algo que sólo él pudo ofrecer, pero esto habría de ser la culminación de una vida de servicio.
Alimentó bocas hambrientas y lavó pies sucios; sanó enfermos, consoló a los tristes y hasta volvió muertos a la vida.
Ahora nos envía a nosotros, nos dice, así como el Padre lo había enviado a él. Por ello la nuestra, como la de él, ha de ser una misión de servicio.
Cristo no descendió como un visitante de otro planeta, ni llegó como un extraño trayendo consigo su propia cultura extraña. Fue verdaderamente hombre como nosotros y experimentó nuestras debilidades, nuestro sufrimiento y nuestras tentaciones. Incluso llevó sobre sí nuestro pecado y murió nuestra muerte. “Como nuestro Señor tomó nuestra carne, dice el informe de México de 1963, así llama a la Iglesia a tomar al mundo secular. Es fácil decir esto pero hacerlo es sacrificado”. Nos resulta más natural gritarle el evangelio a la gente desde cierta distancia que comprometernos profundamente en su vida, comprometernos en su cultura y sus problemas, y compartir sus sufrimientos.

La relación entre evangelización y acción social.
Primero, algunos consideran que la acción social constituye un medio para la evangelización. En este caso la evangelización y la obtención de conversos constituyen los objetivos principales, pero la acción social es un elemento preliminar útil, un medio efectivo para llegar a los objetivos propuestos.
La segunda forma de relacionar la evangelización y la acción social es algo más digna. Considera la acción social, no como un medio para la evangelización, sino como una manifestación de la evangelización.
La tercera forma de establecer la relación entre evangelización y la acción social, y la que a mi juicio constituye la forma verdaderamente cristiana; a saber, que la acción social está asociada a la evangelización, es decir, es compañera de la evangelización.
La evangelización y el servicio misericordioso van juntos en la misión de Dios.
Esto no significa que las palabras y las obras, la evangelización y la acción social, sean compañeras tan inseparables que todos tengamos que dedicarnos a ambas constantemente. Las situaciones varían, como varían también los llamamientos para el cristiano. No debemos olvidar que el hombre sin Cristo perece.
El hombre que cayó en manos de ladrones necesitaba sobre todas las cosas en ese momento aceite y vendas para sus heridas, y no tratados de evangelización en el bolsillo. Del mismo modo, para emplear las palabras de un misionero en Nairobi citado por el obispo John Taylor, “el hombre hambriento no tiene oídos”.
El médico no debe descuidar la práctica de la medicina en beneficio de la evangelización, como tampoco debe el evangelista distraer su atención del ministerio de la Palabra para dedicarse al ministerio de las mesas.
Tenemos dos mandatos de Jesús, un gran mandamiento a amar a mi prójimo, y una gran comisión a ir y hacer discípulos. ¿Qué relación hay entre los dos? Algunos obramos como si creyésemos que son idénticos, de tal manera que si compartimos el evangelio con alguno, creemos haber completado la obligación de amarlo. Pero no es así. La gran comisión ni explica, ni agota, ni reemplaza al Gran Mandamiento. Lo que hace es agregarle al requisito de amar al prójimo y servir al prójimo una nueva y urgente dimensión cristiana.
¿Cómo podemos afirmar que lo amamos, si conocemos el evangelio pero nos rehusamos a comunicárselo? Como el Señor Jesús, hemos sido enviados al mundo para servir. Porque ésta es la expresión natural de nuestro amor hacia el prójimo. Porque amamos vamos y servimos.
Sin embargo la razón que nos lleva a aceptar responsabilidad en lo social no se basa principalmente en el deseo de dar visibilidad o credibilidad al evangelio. El amor no necesita justificarse. No hace sino expresarse por medio del servicio donde quiera que ve que hay necesidad. Entonces con el vocablo misión no indicamos todo lo que hace la iglesia. La expresión la iglesia es la misión suena muy bien, pero es una exageración. Porque la iglesia es una comunidad que además de servir adora, y si bien la adoración y el servicio van juntos, no hemos de confundirlos.
El término misión describe todo lo que se le ha encomendado a la iglesia en Edmundo. Abarca la doble vocación de servicio de la iglesia de ser “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”. Porque Cristo envía a su pueblo a la tierra para ser la sal de la misma.
Nos toca una responsabilidad social a la par de la evangelizadora. Pero, ¿qué significará esto en la práctica? Tres áreas:
La vocación, con lo cual se quiere significar la actividad que el cristiano ha elegido para la vida. Con frecuencia hemos tendido a dar la impresión de que si un muchacho creyente está realmente interesado en cumplir la voluntad de Cristo indudablemente se dedicará a la obra misionera; que si está algo menos entusiasmado que en el caso anterior se quedará donde está y se hará pastor.
Es urgente que obtengamos una perspectiva más equilibrada en esta cuestión de la vocación. El Señor Jesús llama a todos sus discípulos al ministerio, es decir al servicio por lo tanto, si somos cristianos hemos de dedicar nuestra vida al servicio de Dios y del hombre.
Cuando una comunidad se deteriora, la culpa tiene que recaer donde corresponde, no sobre la comunidad que va de mal en peor, sino sobre la iglesia que no cumple su función de sal para detener el deterioro. La sal solo resulta efectiva cuando impregna toda la sociedad.
Hay una segunda aplicación, que se relaciona con la iglesia local, si la iglesia local ha sido “enviada” a esa zona, así como el Padre envió al Hijo al mundo, su misión de servicio tendrá que ser más amplia que la sola evangelización. Desde el momento en que la iglesia local en general reconozca y acepte esta dimensión más plena de su responsabilidad estará lista para hacer suya una verdad adicional. No cabe duda de que algunos miembros de la iglesia local tienen el don de evangelización y que son llamados a ella.
El cuerpo de Cristo, son diversos miembros capacitados por el Espíritu para cumplir distintas funciones.
Una vez que este principio ha sido aceptado, tendría que ser posible que en toda congregación haya grupos de cristianos conscientes de su responsabilidad que se nucleen y formen una serie de grupos de estudio y acción.
Nuestro tercer ejemplo relacionado con la necesidad de tomar en serio una comprensión bíblica más amplia de la misión.

eleazzar gonzalez garcia dijo...

SEMINARIO TEOLOGICO BAUTISTA CAMPUS HOREB

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia
TAREA: Resumen del libro LA MISION CRISTIANA HOY
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Eleazar González García


II. LA EVANGELIZACION

La prioridad de la evangelización
En la misión de la iglesia, que es misión de servicio sacrificado, la evangelización ocupa el primer lugar.
El problema de la misión de la Iglesia es el punto crítico del movimiento ecuménico. Si un movimiento ecuménico no constituye principalmente un estrategia de evangelización mundial, no es, en consecuencia, más que un interesante ejercicio académico.

El significado de la evangelización
euangelizomai significa traer o anunciar el euangelion, las buenas nuevas.
Es la proclamación del evangelio lo que constituye la evangelización, y este hecho nos permite comenzar afirmando negativamente lo que no es la evangelización.
Primero, la evangelización no debe definirse en función de los que reciben el evangelio.
Estaba de moda hace algunos años hacer una distinción entre misión y evangelización diciendo que la misión estaba dirigida a quienes no habían escuchado el evangelio antes, mientras que la evangelización se ocupa de los que se encuentran dentro del marco de la cristiandad..
Todo el que no haya nacido de nuevo en Cristo, sea que haya escuchado el evangelio o no, incluso sea que se haya bautizado o no, necesita ser evangelizado, es decir, necesita oír, un oír mejor, las buenas nuevas.
En segundo lugar, la evangelización no debe definirse en función de los resultados.
Evangelizar, en el uso que le da el Nuevo Testamento no significa ganar conversos, como es el caso generalmente cuando usamos la palabra nosotros. La evangelización consiste en anunciar las buenas nuevas, cualquiera que sea el resultado.
Willam Temple dijo que la evangelización consiste en ganar hombres que acepten a Cristo como su Salvador y Rey, a fin de que se entreguen a su servicio en la comunión de su Iglesia.
La evangelización no consiste en convertir gente, ni en ganarlas, ni en llevarlas a Cristo, si bien éste es el primer objetivo de la evangelización. La evangelización consiste en predicar el evangelio.
Pero evangelizar no consiste en predicar de tal manera que ocurra algo.
Si queremos ajustarnos a lo que establece la Biblia, debemos insistir en que la esencia de la evangelización radica en la fiel proclamación del evangelio.
En tercer lugar, la evangelización no ha de definirse en función de los métodos. Evangelizar consiste en anunciar las buenas nuevas, cualquiera que sea la forma de hacerlo.
Desde que la evangelización es fundamentalmente un anuncio, se hace necesaria alguna medida de verbalización.
Después de estas consideraciones de carácter negativo, volvamos a la aseveración afirmativa de que la evangelización puede y debe definirse únicamente en función del mensaje. Por ello la evangelización bíblica hace indispensable el evangelio bíblico. Nada hay que obstaculice más hoy en día la evangelización que la difundida falta de confianza en la verdad, la relevancia y el poder del evangelio.
Por cierto que el Nuevo Testamento no nos presenta un evangelio estereotipado.
Los apóstoles encaraban las cosas según la situación, es decir, con una reacción sensible a cada circunstancia particular.
No obstante, después de hacer lugar a todas estas variaciones, y a pesar de toda esa rica diversidad de formulaciones teológicas que encierra el Nuevo Testamento, no hubo más que una tradición apostólica básica en cuanto se refiere al evangelio mismo.
La segunda cuestión preliminar a resolver es si ese evangelio neotestamentario único tiene carácter transitorio porque estaba culturalmente condicionado, o si tiene vigencia permanente.
Tenemos buenas noticias que comunicar, de modo que si ha de haber evangelización, tiene que haber comunicación verdadera entre esa antigua revelación y la cultura moderna. Esto quiere decir que nuestro mensaje tiene que ser al mismo tiempo fiel y contemporáneo. En primer lugar tiene que ser fiel, fiel, se entiende a la Escritura.
Biblia y evangelio son términos casi intercambiables, desde que la función principal de la Biblia en toda su extensión y en toda su amplitud es la de dar testimonio acerca de Jesucristo.

Los acontecimientos evangélicos
En primer lugar estaban, los acontecimientos del evangelio.
Los apóstoles no presentaban la muerte y la resurrección de su Señor como hechos históricos meramente, sino hechos significativos, como actos salvíficos.
El segundo elemento en el mensaje de los apóstoles lo constituyen los testigos del evangelio.
Las Escrituras constituyen el primer testimonio de los acontecimientos; hubo un segundo testimonio: la evidencia que proporcionan los propios ojos de los apóstoles. Jesús mismo vinculó el futuro testimonio apostólico con el testimonio profético del Antiguo Testamento, cuando agregó a su referencia a las Escrituras.
Así, los apóstoles unieron el testimonio de los profetas del Antiguo Testamento y el suyo propio, el que luego quedó inscripto en las páginas del Nuevo Testamento.
Pablo en su propio día admitía la posibilidad de que hubiese maestros que proclamasen a otro Jesús que el que él predicaba. De la misma manera existen muchos Jesuses en el día de hoy. Está el Jesús del mito bultmanniano y el Jesús del revolucionario violento; el Jesús superestrella fracasado y el Jesús payaso de circo.
Frente a estas reinterpretaciones humanas resulta urgentemente necesario recuperar y reinstaurar al Jesús auténtico, el Jesús de la historia, que es el Jesús de la Escritura.
En tercer lugar, estaban, y están todavía, las aseveraciones evangélicas.
En palabras del Nuevo Testamento, la afirmación fundamental es la de que Jesús es el Señor. Si confesamos con nuestros labios que Jesús es el Señor, escribió Pablo, y creemos en el corazón que Dios lo levantó de los muertos, seremos salvos.
Jesucristo es el Señor. Se trata de una afirmación esencialmente cristiana, porque nadie puede hacerla si el Espíritu Santo no ilumina su entendimiento.
Pedro enseñó lo mismo. El Jesús que murió y a quien Dios levantó quien está ahora exaltado por la diestra de Dios esto fue así para que se cumpliese la promesa mesiánica que dice “ Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”.
La diestra de Dios a la cual Cristo está sentado es, por lo tanto, símbolo de su autoridad universal en mérito a la cual tiene facultad para otorgar bendición y exigir sumisión.
Si desde el trono Jesús derrama bendición sobre su pueblo, espera también que ellos se sometan a él, que doblen ante él su rodilla.
La afirmación simbólica de que Jesús está a la diestra de Dios comprende las dos grandes aseveraciones evangélicas de que él es Salvador con autoridad para otorgar salvación y que es Señor con autoridad para exigir sumisión.
Más aún, ambas afirmaciones forman parte del carácter único y absoluto de Jesucristo.
En cuarto lugar, nos volvemos lógicamente de las afirmaciones evangélicas a las promesas del evangelio.
El perdón es un componente esencial de la salvación que ofrece el evangelio. El Señor resucitado había mandado que se predicase el perdón de pecados en todas las naciones en base a su nombre.
Cristo nos ofrece más que el perdón por nuestro pasado. Nos ofrece también nueva vida en el presente mediante la regeneración y la presencia del Espíritu Santo en nosotros.
En quinto lugar, llegamos a las demandas o exigencias del evangelio.
Arrepentirse significaba dar las espaldas a su pecado, y, en particular, al grave pecado de haber rechazado a Jesús.
Su metanoia o cambio de actitud consistía, por lo tanto, en invertir completamente la opinión que mantenían sobre Jesús.
Dios les exige una nueva mentalidad, una reorientación de todos sus valores, arrepentimiento. Además el cambio que se impone involucra un nuevo estilo de vida, sin ética no hay arrepentimiento y sin arrepentimiento no hay salvación. Además, el arrepentimiento es mucho más que un asunto privado entre el individuo y Dios.
La conversión incluye la fe tanto como el arrepentimiento. Cierto es que el mandato de Pedro a la multitud fue a “arrepentirse” más bien que a “creer”.
“Todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados” le dijo Pedro a Cornelio.
“Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”, le dijo Pablo al carcelero de Filipos
Por lo tanto lo que exige el evangelio es arrepentimiento y fe en (público) bautismo.
No debemos pasar por alto la nota de urgencia, tanto como la de autoridad, con que los apóstoles emitían su llamado al arrepentimiento y a creer.
El Dios que ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan ya tenía fijado el día del juicio y había designado al Juez. Jesús, el mismo que fue muerto y luego resucitó, es ese Juez.

La evangelización consiste, por lo tanto, en compartir las buenas nuevas con otros.
La evangelización no puede considerarse como una actividad aislada. Hay algo que la precede y hay algo que la sigue.

Evangelizar es difundir las buenas nuevas de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos según las Escrituras, y que ahora como el Señor que reina ofrece el perdón de pecados y el don liberador del Espíritu a todos los que se arrepienten y creen.
Pero la evangelización misma es la proclamación del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor, con la mira de persuadir a la gente a venir a él personalmente y reconciliarse así con Dios.
Jesús todavía llama a todos los que quieran seguirlo a negarse a sí mismos, tomar su cruz e identificarse con su nueva comunidad. Los resultados de la evangelización incluyen la obediencia a Cristo, la incorporación a su iglesia y el servicio responsable en el mundo. Fragmentos del párrafo 4 del Pacto de Lausana, titulado “La naturaleza de la evangelización”.

FERNANDO RODRIGUEZ dijo...

Capitulo 2
LA EVANGELIZACIÓN

Evangelización significa anunciar las Buenas nuevas, mediante la predicación debemos preguntarnos si estamos dando a conocer fielmente el mensaje del evangelio.
Nuestro objetivo es que la gente crea en nuestro Señor Jesucristo.

Es un hecho innegable que en los propósitos divinos la revelación de Dios alcanzó su culminación en el siglo I d. de C., en Cristo y en el testimonio apostólico sobre Cristo. Nuestro mensaje tiene que ser al mismo tiempo fiel y contemporáneo. Fiel a la Escritura y su mensaje y no de alguna situación existencial.

La palabra de Dios la Biblia constituye las nuevas buenas.
La predicación de los Apóstoles tenían 5 elementos importantes
1. Los acontecimientos del evangelio.
La Salvación por medio de nuestro Señor
2. Los testigos del evangelio.
Los Apóstoles mismos Testigos directos , y ahora nosotros
.
3. Las aseveraciones evangélicas.
Las afirmaciones del evangelio se centran en Jesucristo. No sólo lo que hizo sino a sus consecuencias en la remisión de nuestros pecados.
4. Las promesas del evangelio.
Las buenas nuevas no se refieren únicamente a lo que Jesús hizo sino a lo que ahora ofrece como resultado de todo esto.(Y a su promesa futura devenir por su Iglesia, la novia ataviada)
El perdón es un componente esencial de la salvación que ofrece el evangelio. Nos ofrece nueva vida en el presente mediante la regeneración y la presencia del Espíritu Santo en nosotros.
5. Las demandas o exigencias del evangelio.
Arrepentirse significa dar las espaldas al pecado y, en particular, al grave pecado de haber rechazado a Jesús.
Bautizar en el nombre de Jesucristo es someterse humildemente al bautismo en el mismo a quien anteriormente habían procurado destruir.
La fe salvadora es una entrega total, y sumisa a Cristo; es inconcebible el que alguien pudiera creer en Cristo como Salvador sin someterse a él como su Señor.


El contexto de evangelización.
La evangelización consiste, en compartir las buenas nuevas con otros. Jesús es esa buena noticia: murió por nuestros pecados y se levanto de los muertos, en consecuencia, reina como Señor y Salvador a la diestra de Dios.
La primera orden del Señor resucitado no fue a “predicar” sino a “ir”; y el ir por el mundo significa hacer presencia. Estar presente visiblemente mediante la Iglesia.

FERNANDO RODRIGUEZ dijo...

CAPITULO 3

EL DIALOGO

En primer lugar tenemos que entender que el Evangelio de l revelación de Dios no es negociable. Sin embargo nuestra predicación generalmente es un monologo y no un dialogo y hablando de dialogo no podemos decir que un dialogo es una discusión.

Nuestra predicación Cristiana debe ser dialogal en el sentido que capta la atención del los oyentes y les habla con relevancia. A el Evangelista se le ha confiado el Evangelio.

El Dialogo en la Biblia

En su búsqueda de nuestros corazones el señor quiere mantener un dialogo constante con nosotros. Y esto lo hace desde que retumbo entre los árboles del Jardín del Edén ¿Dónde estas? Dios viene buscando al la criatura caída y haciéndole preguntas Y que me dicen de nuestro fiel hermano Job “Yo te preguntare y tú me contestaras” (Job 38.3: 40.47).
En contrapartida vemos a nuestro hermano Saulo de Tarso en su camino a Damasco aplastado por la visión de Jesús quien preguntaba ¿Por qué me persigues? – con las respuestas de Saulo ¿Quién eres, Señor? Y Señor ¿Qué quieres que yo haga?

Este mismo Saulo ahora Pablo incluyo alguna medida de dialogo en loa mayor parte, si no en toda su predicación a cristianos, a Judíos y Gentiles, ante multitudes y con individuos.

La argumentación en contra del dialogo

En pocas palabras para mi esta argumentación no tiene sentido.

Jesús no esta en todos los hombres, y no todos los hombres tiene el conocimiento de la ley moral de Dios.
Pregúnteles a los cazadores de cabezas del Perú, o a los esquimales.

La elénctica
Es la ciencia que desenmascara a todas las falsas religiones.

Nuestra misión no es predicar al mundo budista, o al musulmán ni al hindú.

Si no predicarle a la persona y a su Islam o lo que sea.

El verdadero Dialogo

1.- Es autentico
2.- Es humilde
3.- Es Integro
4.- Es sensible

Ejemplos de dialogo

El dialogo de la mesa redonda con los hindúes, resultados 5 de los Cristianos han hablado y han encontrado algo

El Cristiano debe de avergonzarse de las Cruzadas con los Islámicos la iglesia tendrá que tener 3 características:

1.- Iglesia de y para la zona
2.- Iglesia que cree y adora
3.- Sentido de comunión con el que este ausente

El dialogo es señal de genuino amor cristiano

FERNANDO RODRIGUEZ dijo...

LA MISION CRISTIANA HOY POR
John R. W. Stott.
CAPITULO 1. La misión.
El punto de vista antiguo o tradicional considera equivalentes los términos Misión y Evangelización. Después De los años sesentas surge una nueva ideología.
• Se considera a la misión como el proceso histórico de renovación de la sociedad, tomando como texto lema “he aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21.5).

La escritura ha sido empleada incorrectamente por lo que , ¿qué diremos acerca de la identificación de la misión de Dios con la renovación social.
Según los apóstoles la paz que predica y ofrece Jesús es algo más profundo y más rico, es a saber, la reconciliación y la comunión con Dios y entre nosotros (efesios 2. 13-22). Shalom
la Providencia y a la gracia común, hacen a nuestro Dios Todo poderoso un Dios vivo en acción en toda la humanidad.
Sin embargo es necesario predicarlo y hacerlo presente a aquellos que no lo pueden palpar.

“el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para su vida en rescate por muchos” (Marcos 10. 45). Jesucristo nos mostró que es imposible separar sus obras de sus palabras.

Enviado a servir: que es síntesis de evangelización y acción social.

Este es el gran ejemplo de Misión que nos lego el verbo encarnado
Él nos ofrece el modelo perfecto para el servicio, mal a su iglesia al mundo para que sea una Iglesia que sirva.

La relación entre evangelización y acción social.


El Evangelio consta de proclamación, testimonio y servicio es decir lo que se dice, lo que se es y lo que se hace.

El gran mandamiento.

Enlasa al hombre con Dios y el hombre con el hombre buscando la armonía en el Amor.

Hno. César Ramos dijo...

Seminario Teológico Bautista Mexicano. Campus “Horeb”
Materia: Naturaleza y misión de la iglesia II
Profesor: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Hno. César Roberto Ramos Gutiérrez

Reporte de lectura
Libro: “La misión cristiana hoy”
Autor: John R. W. Stott
Editorial: Certeza

Resumen del capítulo 2: “La evangelización”

La palabra misión, tiene un sentido global, ya que abarca todo lo que Dios quiere que su pueblo haga en el mundo. Incluye la evangelización y la responsabilidad social, dado que ambas son expresiones auténticas del amor que anhela servir al hombre en su necedad.

La prioridad de la evangelización

Los cristianos tendrían que sentir compasión y un agudo dolor de conciencia frente a la opresión de otros seres humanos. Todo lo que tienda a menoscabar la dignidad humana tiene que resultarnos ofensivos.

El significado de la evangelización

En pocas palabras evangelizomai significa traer o anunciar el evangelion, las buenas nuevas. Sin embargo, el verbo se emplea para hacer referencia a las buenas nuevas cristianas.
Primero. Todo lo que no haya nacido de nuevo en Cristo, sea que haya escuchado el evangelio o no, incluso sea que se haya bautizado o no, necesita ser “evangelizado”, es decir, necesita oír, un oír mejor, las buenas nuevas.
Segundo. La evangelización no debe definirse en función de los resultados. Evangelizar en el uso que le da el Nuevo Testamento no significa ganar conversos, como es el caso generalmente cuando usamos la palabra de nosotros. La evangelización consiste en anunciar las buenas nuevas, cualquiera sea el resultado. La evangelización consiste en predicar el evangelio. Evangelizar no consiste en predicar de tal manera que ocurra algo. “La forma de saber si estamos realmente evangelizando no es la de preguntarnos si sabemos de conversiones que hayan sido el resultado de nuestro testimonio. Consiste más bien en preguntarnos si estamos dando a conocer fielmente el mensaje del evangelio. Naturalmente que nuestro objetivo es que sí ocurra algo, es decir, que la gente responda y crea. Debemos tener cuidado de no confundir un objetivo con una consecuencia.
Tercero. La evangelización consiste en dar a conocer las buenas nuevas, sea como fuere. En diversos grados podemos evangelizar oralmente, mediante las obras de amor; mediante un hogar cristocéntrico; mediante una vida transformada; y hasta el entusiasmo acerca de Jesús.

¿Hay un evangelio neotestamentario?

El Nuevo Testamento no nos presenta un evangelio estereotipado, rígido e inflexible. En algunos casos hay que considerar el desarrollo histórico, las circunstancias diferentes requieren tratamiento diferente.
Es un hecho innegable que en los propósitos divinos la revelación de Dios alcanzó su culminación en el siglo I d. de C., en Cristo y en el testimonio apostólico sobre Cristo. Nuestro mensaje tiene que ser al mismo tiempo fiel y contemporáneo. Fiel a la Escritura y su mensaje y no de alguna situación existencial. Toda la Biblia constituye la buena nueva de Dios en toda su sorprendente relevancia. La buena noticia de los apóstoles era que proclamaban cinco elementos:

Primer elemento: Los acontecimientos evangélicos

1ª Cor. 15:3-5, menciona cuatro acontecimientos –la muerte, la sepultura, la resurrección y la parición de Jesús. Los apóstoles presentaban la muerte y la resurrección de su Señor como hechos significativos, como actos salvíficos.

Segundo elemento: Los testigos del evangelio

Se trataba de comprobación doble, a fin de que por la boca de dos testigos quedase establecida la veracidad del testimonio. La primera constituían las Escrituras del Antiguo Testamento. Los apóstoles aprendieron de Jesús mismo a relacionar el cumplimiento de las Escrituras con su muerte y su resurrección. Nuestro testimonio personal corrobora, ciertamente, el testimonio de los escritores bíblicos, especialmente el de los apóstoles. El testimonio de ellos es testimonio primario, porque ellos estuvieron con Jesús y lo conocieron, y ellos han dado testimonio de lo que han oído con sus oídos y de lo que ha visto con sus ojos. Nuestro testimonio será secundario. Nuestra responsabilidad en la tarea de evangelizar es dar testimonio fiel del solo y único Cristo que existe, tal como Dios lo ha presentado al mundo.

Tercer elemento: Las afirmaciones evangélicas

La afirmación fundamental es la de que “Jesús es el Señor”. La afirmación simbólica de que Jesús está “a la diestra de Dios” comprende las dos grandes aseveraciones evangélicas de que él es el Salvador y que es Señor.

Cuarto elemento: Las promesas del evangelio

Las buenas nuevas no se refieren únicamente a lo que Jesús hizo una vez (murió y se levantó), ni sólo a lo que ahora es (que está exaltado a la diestra de Dios como Señor y Salvador), sino a lo que ahora ofrece como resultado de todo esto. El perdón es un componente esencial de la salvación que ofrece el evangelio. El perdón sigue siendo la principal necesidad del hombre y parte indispensable de las buenas nuevas. Cristo nos ofrece más que el perdón por nuestro pasado. Nos ofrece nueva vida en el presente mediante la regeneración y la presencia del Espíritu Santo en nosotros.

Quinto elemento: Las demandas del evangelio

Arrepentirse significaba dar las espaldas a su pecado, al grave pecado de haber rechazado a Jesús. Bautizar en el nombre de Jesucristo es someterse humildemente al bautismo en el nombre de la persona misma a quien anteriormente habían procurado destruir. La conversión incluye la fe tanto como arrepentimiento. Lo que exige el evangelio es arrepentimiento y fe y (en público) bautismo. La fe salvadora es una entrega total, y sumisa a Cristo; es inconcebible el que alguien pudiera creer en Cristo como Salvador sin someterse a él como Señor.

El contexto de evangelización

Jesús constituye la buena noticia de la evangelización, consiste en compartir las buenas nuevas con otros: murió por nuestros pecados y fue levantado de los muertos, en consecuencia, reina como Señor y Salvador a la diestra de Dios. La proclamación del evangelio no puede considerarse como una actividad aislada. La presencia ha de preceder a la evangelización, así como la persuasión ha de seguirla. Si no debe haber presencia sin proclamación, tenemos que insistir igualmente en que no debe haber proclamación sin presencia. La primera orden del Señor resucitado no fue a “predicar” sino a “ir”; y el ir por el mundo significa presencia. Tiene que ser la presencia visible de una iglesia que ofrece un aspecto atractivo. No puede haber evangelización sin la iglesia.

THE END

SOFIA dijo...

Fecha: 13 de junio de 2008.
Materia: NATURALEZA Y MISIÓN DE LA IGLESIA II

Maestro: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Agustín Alberto Ceballos Hernández

La Misión Cristiana Hoy. John R. W. Stott
Capítulo I. La Misión.

DOS PUNTOS DE VISTA EXTREMOS
El punto de vista antiguo o tradicional consiste en considerar equivalentes los términos misión y evangelización, misioneros y evangelistas, misiones y programas de evangelización. Como lo expresó Philip Potter ante el Consejo Mundial de Iglesias reunido en Creta en 1967, “la literatura ecuménica desde Ámsterdam ha empleado los vocablos ‘misión’, ‘testimonio’ y ‘evangelización’ en forma intercambiable”.
Se pone acento en la proclamación verbal. La imagen tradicional del misionero era la del predicador paternalista. Al hacer este énfasis en la predicación evangelizadora, se dejaba poco lugar hasta para la creación de escuelas cristianas. De cualquier manera, la mayoría de los que se adhieren al punto de vista tradicional sobre la misión aceptarían que las tareas educacionales y médicas son perfectamente aceptables, sobre todo considerando que son complementos valiosos de la obra evangelizadora.
Este concepto tradicional no está muerto. En algunos lugares ha fomentado la formación de comunidades cristianas aisladas del mundo que las rodea, que se asemejan a establecimientos monásticos. El único contacto que tienen con el mundo, que ellos consideran malo, es el de sus incursiones evangelísticas. Para ellos, debido a que Jesús viene en cualquier momento, no tiene sentido ocuparse de las estructuras de la sociedad, pues ésta está condenada y a punto de ser destruída. Los hombres no regenerados no pueden edificar un mundo nuevo.
Este pesimismo de esta naturaleza, que niega al mundo, es un fenómeno extraño en quienes afirman que creen en Dios. Para ellos Dios no es ni “el Creador ni el Juez de todos los hombres”, al que concierne “la justicia y la reconciliación en toda la sociedad humana”.
En el otro polo está el concepto ecuménico corriente, por lo menos a partir de mediados de la década del 60. La tesis que se sostiene es la de que Dios obra en el proceso histórico, que el propósito de su misión, de la missio Dei, es el establecimiento de la shalom (“paz” en hebreo) en el sentido de armonía social, y que esta shalom (que sería idéntica al reino de Dios) se ejemplifica en la emancipación de las razas de color, la preocupación por la humanización de las relaciones industriales, diversos intentos de desarrollo rural, la búsqueda de una ética comercial y profesional, la preocupación por la honestidad y la integridad intelectuales.
Más todavía, para cumplir este objetivo Dios se vale de “hombres y mujeres tanto dentro como fuera de las iglesias”, y el papel peculiar de la iglesia en relación con la misión divina es el de “indicar que Dios está obrando en la historia del mundo”, descubrir lo que está haciendo, compenetrarnos de su sentido y comprometernos en la tarea, porque la relación primaria de Dios es hacia el mundo: “Dios-mundo-iglesia”. Siendo así, “es el mundo el que tiene que proporcionar la agenda para las iglesias”, por lo que la iglesia debe procurar servir de conformidad con las necesidades sociológicas contemporáneas.
Se considera a la misión como el proceso histórico de renovación de la sociedad, siendo su texto lema “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5). Se olvidan que esta palabra de Dios constituye una afirmación escatológica, y no una realidad presente. Usan esta afirmación como base de “la aceleración del cambio social y político”.
Cabe hacer cuatro críticas al respecto:
Primero, el Dios que es el Señor de la historia es también el Juez de la historia, y no todos los movimientos revolucionarios son señales de renovación divina.
Segundo, las categorías bíblicas de shalom, la nueva humanidad y el reino de Dios, no deben ser identificadas con la renovación social. Esta paz no se otorga a todos los hombres sino a aquellos que le pertenecen, a la comunidad redimida por él. El reino se mantiene incólume, diferenciándose de la sociedad incrédula, y el ingreso al mismo depende de un nuevo nacimiento espiritual.
Tercero, la palabra “misión” no puede usarse con propiedad para abarcar todo lo que Dios está haciendo en el mundo. La providencia y la gracia común es indudable que Dios está activo en todos los hombres y en todas las sociedades, sea que lo reconozcan o no. Pero esta no es su “misión”. Su “misión “ se relaciona con el pueblo redimido.
Cuarto, la preocupación por lo relativo al cambio social deja poco tiempo para tratar lo relativo a la evangelización. No existe una preocupación real en cuanto al hambre espiritual de los hombres, que, al no tener a Cristo, se pierden.


¿UNA SÍNTESIS BÍBLICA?
¿No existirá un modo mejor , más equilibrado y más bíblico, de definir la misión de la iglesia, y de relacionar entre sí las responsabilidades evangelizadora y social del pueblo de Dios?
Tendríamos que convenir en que la misión surge ante todo de la naturaleza de Dios mismo y no de la iglesia. El Dios vivo de la Biblia es un Dios que envía. Dios es amor, y con espíritu de sacrificado servicio se extiende incesantemente para alcanzar a otros. “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo”; y finalmente el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu en el día de Pentecostés.
La misión primaria corresponde a Dios, por cuanto fue él quien mandó a los profetas, a su Hijo, a su Espíritu. Todo esto constituye el trasfondo bíblico esencial para comprender lo que significa la misión. Y de todas estas misiones, la del Hijo resulta central, por cuanto fue la culminación del ministerio de los profetas, y porque comprendía en sí misma como punto culminante el envío del Espíritu. Y ahora el Hijo envía, así como él mismo fue enviado. Envío a los apóstoles, y luego a los sesenta, como una especie de extensión de s ministerio de predicación, enseñanza y curación. Y después de su muerte y resurrección, amplió los alcances de su misión a fin de incluir a todos los que lo reconocen como Señor y que se consideran sus discípulos.

LA GRAN COMISIÓN
¿Qué fue lo que el Señor Jesús encomendó a su pueblo? La mayoría de las versiones de la Gran Comisión realzan la evangelización. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15); “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos... y enseñándoles...” (Mateo 29:19, 20); “Que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones” (Lucas 24:27), etc. El énfasis resulta claro, y se coloca en la predicación, el testimonio y la tarea de hacer discípulos. Por eso muchas personas deducen que la misión de la iglesia consiste en predicar, convertir y enseñar.
Pero la comisión es más que eso: incluye la responsabilidad social tanto como la evangelizadora, y no es aquélla simplemente una consecuencia de la comisión.
Jesús dijo: “Como tu me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18). Después de su muerte y resurrección transformó la expresión afirmativa de su oración en un mandamiento o comisión al decir: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). En forma deliberada y precisa puso a su misión como modelo para la nuestra.
Nuestra comprensión de la misión de la iglesia hemos de deducirla de nuestra comprensión de la misión del Hijo.
El Padre mandó al Hijo a ser Salvador del mundo, pero también a servir. Jesús fusionó dos imágenes veterotestamentarias y aparentemente incompatibles: la del Hijo de Hombre de Daniel y la del siervo sufriente de Isaías, y dijo: “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).
Nosotros también podemos servir, como Jesús lo hizo durante toda su vida, “Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27). Se entregó a sí mismo en servicio a los demás, y su servicio se manifestaba en una gran variedad de formas, según las necesidades de los hombres. Resultaría imposible separar en el ministerio de Jesús sus obras de sus palabras.
Ahora nos envía a nosotros así como el Padre lo había enviado a él. Por ello, la nuestra, como la de él, ha de ser una misión de servicio. Es en el papel de servidores donde podemos encontrar la síntesis equilibrada de la evangelización y la acción social.
Así como Cristo fue enviado al mundo a servir, así lo es la iglesia. Cristo tomó para sí nuestra humanidad, nuestra cultura; se hizo hombre de carne y hueso como nosotros. Incluso llevó sobre sí nuestro pecado y murió nuestra muerte. Ahora nos envía al mundo a identificarnos con los demás (sin perder nuestra identidad cristiana), a volvernos vulnerables como lo hizo él. Debemos comprometernos profundamente en la vida de la gente, en su cultura y sus problemas, y compartir sus sufrimientos.

LA RELACIÓN ENTRE EVANGELIZACIÓN Y ACCIÓN SOCIAL
Se a intentado definir esta relación de tres modos.
Primero, algunos consideran que la acción social constituye un medio para la evangelización. Una atmósfera de hipocresía rodea nuestro sentido filantrópico, y esto produce “cristianos” interesados en las limosnas que puedan obtener.
Segundo, considera la acción social, no como un medio para la evangelización sino como una manifestación de la evangelización, o por lo menos del evangelio que se proclama. Existe un poderoso precedente de ello en el ministerio de Jesús; sus palabras interpretaban los hechos y los hechos encarnaban las palabras. Los cristianos hemos sido llamados a articular el evangelio mediante lo que dicen (proclamación), lo que son (testimonio), y lo que hacen (servicio). Pero si las buenas obras constituyen predicación visible, en ese caso se espera que ocurra algo como resultado; en cambio, si las buenas obras constituyen manifestaciones visibles del amor, en ese caso no se espera de ello “nada” (Lucas 6:35).
Tercero, que parece constituir el modo verdaderamente cristiano. La acción social asociada a la evangelización, es decir, es compañera de la evangelización. Se pertenecen una a la otra, aunque sigan siendo independientes al mismo tiempo. Ninguna es un medio para llegar a la otra, ni tampoco una manifestación de la otra. Cada una constituye un fin en sí misma, y ambas son expresión de un amor no fingido.
El amor en acción surge de una situación doble: el ver al hermano que tiene necesidad, y el tener lo necesario para resolver la necesidad. Si no relaciono lo que tengo con lo que veo, no puedo sostener que el amor de Dios mora en mí. La necesidad puede ser material o espiritual, no importa.

EL GRAN MANDAMIENTO
Jesús nos dejó varias instrucciones. Entre ellas citó Levítico19:18, “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, llamándolo “el segundo” mandamiento y agregando que “no hay otro mayor” que éste y el primero, y elaborándolo más en el Sermón del Monte. Allí dijo que nuestro prójimo incluye a nuestro enemigo, y que amar significa “hacer el bien”, es decir, darnos en forma activa y constructiva para contribuir al bienestar de nuestro prójimo.
La Gran Comisión ni explica, ni agota, ni reemplaza al Gran Mandamiento. Lo que hace es agregarle al requisito de amar al prójimo y servir al prójimo una nueva y urgente dimensión cristiana. Si realmente amamos a nuestro prójimo no cabe duda de que compartiremos con él las buenas nuevas del Señor Jesús. Igualmente, si realmente amamos a nuestro prójimo no nos limitaremos a evangelizarlo. Dios creo al hombre como un cuerpo con alma, integrado en una comunidad. Si amamos a nuestro prójimo, inevitablemente tendremos que ocuparnos de su bienestar total.
La actividad humanitaria se ocupa de las víctimas de una sociedad enferma. Nosotros tendríamos que ocuparnos de la medicina preventiva o de la salud comunitaria también, lo cual significa la búsqueda de estructuras sociales mejores en las que la paz, la dignidad, la libertad y la justicia estén aseguradas para todo hombre.
En síntesis, como el Señor Jesús, hemos sido enviados al mundo para servir. Porque esta es la expresión natural de nuestro amor hacia el prójimo.
Luego entonces el término “misión” describe todo lo que se le ha encomendado a la iglesia en el mundo. Abarca la doble vocación de servicio de la iglesia de ser “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”.

CONSECUENCIAS PRACTICAS
El Señor Jesús llama a todos sus discípulos al “ministerio”, es decir, al servicio. Por lo tanto, si somos cristianos hemos de dedicar nuestra vida al servicio de Dios y del hombre. La única diferencia entre nosotros radica en la naturaleza del servicio que somos llamados a cumplir. En cualquier actividad es posible que el cristiano interprete cristianamente esa actividad, como la forma en que Cristo lo ha llamado a dedicar su vida de servicio. Ahí deberá mantener las normas de Cristo en lo que se refiere a la justicia, la honestidad, la dignidad y la compasión humanas en una sociedad que ya no las acepta.
Si la iglesia local ha sido “enviada “ a determinada zona, su misión de servicio tendrá que ser más amplia que la sola evangelización. Tiene que haber una especialización de conformidad con los dones y el llamado de Cristo y que se formen grupos de estudio y acción.
Sería muy adecuado que se pudiese establecer algún tipo de red nacional u organización nacional, con miras a un servicio cristiano en el mundo, que propiciaría un impacto mucho más grande en la sociedad, impacto en proporción con nuestra fuerza numérica y con las radicales exigencias de la comisión de Cristo.

SOFIA dijo...

Fecha: 20 de junio de 2008.
Materia: NATURALEZA Y MISIÓN DE LA IGLESIA II

Maestro: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Agustín Alberto Ceballos Hernández

La Misión Cristiana Hoy. John R. W. Stott
Capítulo II. La Evangelización.

La palabra misión tiene un sentido total, pues abarca todo lo que Dios quiere que su pueblo haga en el mundo. Incluye la evangelización y la responsabilidad social como ya se vio en el capítulo anterior.

LA PRIORIDAD DE LA EVANGELIZACION
Los cristianos deberíamos sentir compasión y un agudo dolor de conciencia frente a la opresión de otros seres humanos. Todo lo que tienda a menoscabar la dignidad humana tiene que resultarnos ofensivos.
La Integración del Consejo Misionero Internacional con el Consejo Mundial de Iglesias en Nueva Delhi en 1961 tenía como fin hacer que la evangelización ocupase un lugar central en los planes ecuménicos, pero esta intención realmente no tuvo éxito.

EL SIGNIFICADO DE LA EVANGELIZACION
Evangelizomai significa traer o anunciar el evangelion, las buenas nuevas. Sin embargo, el verbo se emplea para hacer referencia a las buenas nuevas cristianas.

1. La evangelización no debe definirse en función de los que reciben el evangelio. Todo lo que no haya nacido de nuevo en Cristo, sea que haya escuchado el evangelio o no, incluso sea que se haya bautizado o no, necesita ser “evangelizado”, es decir, necesita oír correctamente las buenas nuevas.

2. La evangelización no debe definirse en función de los resultados. Los apóstoles evangelizaron muchas poblaciones de los samaritanos y Felipe evangelizaba en todas las ciudades a lo largo de la costa palestina (Hechos 8: 25, 40).
Evangelizar en el uso que le da el Nuevo Testamento no significa ganar conversos. La evangelización consiste en anunciar las buenas nuevas, cualquiera sea el resultado.
La evangelización no consiste en convertir gente, ni en ganarlas, ni en llevarlas a Cristo, si bien éste es el primer objetivo de la evangelización. La evangelización consiste en predicar el evangelio.
Evangelizar consiste más bien en preguntarnos si estamos dando a conocer fielmente el mensaje del evangelio. Naturalmente que nuestro objetivo es que sí ocurra algo, es decir, que la gente responda y crea. Debemos tener cuidado de no confundir un objetivo con una consecuencia. Sigue siendo evangelización, sea que logremos persuadir a la gente que acepte el evangelio o no.

3. La evangelización no ha de definirse en función de los métodos. Consiste en dar a conocer las buenas nuevas, sea como fuere. En diversos grados podemos evangelizar oralmente, mediante las obras de amor; mediante un hogar cristocéntrico; mediante una vida transformada; y hasta el entusiasmo acerca de Jesús.
La evangelización puede y debe definirse únicamente en función del mensaje. Nada hay que obstaculice más hoy en día la evangelización que la difundida falta de confianza en la verdad, la relevancia y el poder evangelio.

¿HAY UN EVANGELIO NEOTESTAMENTARIO?
El Nuevo Testamento no nos presenta un evangelio estereotipado, rígido e inflexible. En algunos casos hay que considerar también el desarrollo histórico, pues las circunstancias diferentes requieren tratamiento diferente.
Es un hecho innegable que la revelación de Dios alcanzó su culminación en el siglo I d. de C., en Cristo y en el testimonio apostólico sobre Cristo.
El hecho de que Dios se nos diera a conocer en base a una cultura particular no nos da justificación para rechazar la revelación, sino más bien un principio adecuado mediante el cual interpretarla, además de la solemne responsabilidad de reinterpretarla en términos significativos para nuestra propia cultura.
Nuestro mensaje tiene que ser al mismo tiempo fiel y contemporáneo. Fiel a la Escritura y su mensaje y no de alguna situación existencial.
La verdad y la oportunidad dan curso a la comunicación, y sin comunicación no hay evangelización, no hay un real compartir de las buenas nuevas. Toda la Biblia constituye la buena nueva de Dios en toda su sorprendente relevancia.
La buena noticia de los apóstoles era que proclamaban cinco elementos:

1. Los acontecimientos del evangelio.
1ª Cor. 15:3-5, menciona cuatro acontecimientos –la muerte, la sepultura, la resurrección y la aparición de Jesús. Los apóstoles no presentaban la muerte y la resurrección de su Señor como hechos históricos meramente, sino como hechos significativos, como actos salvíficos.

2. Los testigos del evangelio.
Se trataba de una comprobación doble, a fin de que por la boca de dos testigos quedase establecida la veracidad del testimonio. La primera la constituían las Escrituras del Antiguo Testamento. Los apóstoles aprendieron de Jesús mismo a relacionar el cumplimiento de las Escrituras con su muerte y su resurrección.
Nuestro testimonio personal corrobora el testimonio de los escritores bíblicos, especialmente el de los apóstoles. El testimonio de ellos es testimonio primario, porque ellos estuvieron con Jesús y lo conocieron, y ellos han dado testimonio de lo que han oído con sus oídos y de lo que han visto con sus ojos. Nuestro testimonio es secundario.
Nuestra responsabilidad en la tarea de evangelizar es dar testimonio fiel de Cristo, tal como Dios lo ha presentado al mundo.

3. Las aseveraciones evangélicas.
Las afirmaciones del evangelio se centran en Jesucristo. No sólo lo que hizo sino lo que él es hoy como consecuencia. El Cristo histórico es el Cristo contemporáneo. La afirmación fundamental es la de que “Jesús es el Señor”.
La afirmación simbólica de que Jesús está “a la diestra de Dios” comprende las dos grandes aseveraciones evangélicas de que él es el Salvador y que es Señor.

4. Las promesas del evangelio.
Las buenas nuevas no se refieren únicamente a lo que Jesús hizo una vez (murió y se levantó), ni sólo a lo que ahora es (que está exaltado a la diestra de Dios como Señor y Salvador), sino a lo que ahora ofrece como resultado de todo esto.
El perdón es un componente esencial de la salvación que ofrece el evangelio. El perdón sigue siendo la principal necesidad del hombre y parte indispensable de las buenas nuevas.
Cristo nos ofrece más que el perdón por nuestro pasado. Nos ofrece nueva vida en el presente mediante la regeneración y la presencia del Espíritu Santo en nosotros.

5. Las demandas o exigencias del evangelio.
Arrepentirse significaba dar las espaldas al pecado y, en particular, al terrible pecado de haber rechazado a Jesús.
Bautizar en el nombre de Jesucristo es someterse humildemente al bautismo en el nombre de la persona misma a quien anteriormente habían procurado destruir.
La conversión incluye la fe tanto como arrepentimiento. Lo que exige el evangelio es arrepentimiento y fe, y el testimonio público del bautismo.
La fe salvadora es una entrega total, y sumisa a Cristo; es inconcebible el que alguien pudiera creer en Cristo como Salvador sin someterse a él como Señor.

EL CONTEXTO DE EVANGELIZACION
La evangelización consiste, en compartir las buenas nuevas con otros. Jesús constituye esa buena noticia: murió por nuestros pecados y fue levantado de los muertos, en consecuencia, reina como Señor y Salvador a la diestra de Dios.
La proclamación del evangelio no puede considerarse como una actividad aislada. La presencia ha de preceder a la evangelización, así como la persuasión ha de seguirla.
Si no debe haber presencia sin proclamación, tenemos que insistir igualmente en que no debe haber proclamación sin presencia.
La primera orden del Señor resucitado no fue a “predicar” sino a “ir”; y el ir por el mundo significa presencia. Tiene que ser la presencia visible de una iglesia que ofrece un aspecto atractivo. Por lo tanto, no hay evangelización sin la iglesia.

carlos monjaras m dijo...

Profesor: Rafael Pola Baca
Alumno: Carlos Monjaras Mirón

CAPÍTULO III
EL DIALOGO

¿Cabe De algún modo el diálogo en la proclamación de las buenas nuevas?

Puntos de vista extremos
A ambos lados de este debate se han adoptado posiciones extremas. Los cristianos evangélicos –y a mi juicio con razón- han recalcado siempre la indispensable necesidad de predicar el evangelio, por cuanto Dios ha designado a su iglesia como heraldo de las buenas nuevas.
A su apasionada defensa de la predicación Lloyd-Jones ha agregado a veces su desaprobación del concepto del diálogo: “Dios no ha de ser discutido o debatido…
Lo mismo puede decirse del evangelio: el evangelio se presta para la proclamación, no para la discusión amable.
El evangelio es revelación de Dios que no puede ser negociada.
En el otro extremo ha surgido una creciente aversión a la predicación, o, por lo menos, hacia la predicación de tipo autoritario o dogmático. Se afirma que la proclamación es arrogante; que el modo humilde de comunicar es mediante el diálogo

El diálogo en la Biblia
En este diálogo sobre el diálogo quizá debiéramos comenzar con una definición. “El diálogo es una conversación en la que cada una de las partes toma en serio tanto al tema como a la persona, y desea escuchar y aprender, además de hablar e instruir”.
A continuación de esta definición resulta importante notar que el Dios vivo de la revelación bíblica entre en el mismo diálogo con el hombre. No sólo habla sino que escucha.
Pablo también usaba este mismo método en la predicación cristiana
El tipo de diálogo que estaba incluido en el ministerio de Pablo era, no obstante, muy diferente de lo que con frecuencia se quiere decir actualmente cuando se usa la palabra. Porque el diálogo de Pablo era muy claramente parte de su proclamación y estaba subordinado a su proclamación.

La argumentación en contra del diálogo
El argumento del cristiano conservador contra el diálogo, en el sentido de que raya en la traición a Jesucristo, se entenderá mejor históricamente.
Una de las creencias fundamentales de los estudiosos ecuménicos que piensan y escriben de este modo en el día de hoy, es la de que Cristo ya esta presente en todas partes, incluso en otras religiones.
Algunos, incluso, van más allá. No sólo niegan que los misioneros lleven a Cristo consigo, o que puedan ser el medio por el cual Cristo se revela a sí mismo a los no cristianos:
Cristo habla en este diálogo, revelándose a quienes no lo conocen y corrigiendo el conocimiento limitado y distorsionado de quienes lo conocen.
El testimonio de Pedro, Pablo y Juan es, en conclusión, uniforme. Los tres declaran que Dios está constantemente activo en el mundo no cristiano. Dios no se a dejado sin testimonio. Se revela a sí mismo en la naturaleza.

El lugar de la “elénctica”
No negamos, por lo tanto, que haya elementos de verdad en los sistemas no cristianos, vestigios de la revelación general de Dios en la naturaleza. Lo negamos decididamente es que ellos sean suficientes para la salvación y (con más decisión aún) que la fe cristiana y los credos no cristianos sean caminos alternativos e igualmente válidos para llegar a Dios.
Técnicamente esta tarea se llama “elénctica”, del verbo griego elenquein, “convencer”, “redargüir” o “reprender”, y por ende, llamar al arrepentimiento
Primero, el propósito de la elénctica no es el de demostrar lo absurdo que es el paganismo, y menos aun ridiculizare a otras religiones o a sus adherentes. Se refiere principalmente “a la tarea de convencer del pecado y de desenmascararlo.
Segundo lugar, luego la justificación de esta tarea es la Biblia misma. En tercer lugar, la elénctica no constituye una actividad desagradable o negativa.
En cuarto lugar, y finalmente, en última instancia la elénctica es obra del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo. Es el Espíritu el que “convence” de pecado, de justicia y juicio (Juan 16.8-10)

La argumentación a favor del diálogo
En primer lugar el verdadero diálogo es señal de autenticidad. Como lo expresa el informe de México, “el dialogo verdadero con un hombre de otro credo requiere interés en, y preocupación por, el evangelio tanto como por la otra persona.
En segundo lugar, el verdadero diálogo es señal de humildad. No quiero decir con esto que la proclamación sea siempre arrogante, por cuanto la proclamación genuina consiste en presentar a Cristo Jesús como Salvador y Señor, y en ningún sentido cabe el alarde personal.
En tercer lugar, el diálogo genuino es señal de integridad, porque al conversar tenemos la oportunidad de oír las creencias y los problemas reales del amigo, y eliminar las imágenes falsas que pudimos haber formado sobre él. Al mismo tiempo nos proponemos nosotros mismos ser sinceros.
En cuarto lugar, el diálogo real verdadero es señal de sensibilidad. El evangelio cristiano se desacredita cuando se degenera y adquiere formas estereotipadas. Es imposible evangelizar con formulas fijas.

El diálogo con los hindúes
El primer ejemplo es E. Stanley Jones, misionero metodista norteamericano en la India. El alcalde de la ciudad lo interrumpió para decirle: “Oigo que habla acerca de encontrar a Cristo, ¿Qué quiere decir con esto? Como respuesta Stanley Jones les relató su conversión. Ahora cuénteme le dijo el alcalde, ¿Cómo puedo encontrarlo yo?

El diálogo con los musulmanes
Mi segundo ejemplo se relaciona, ya no con el mundo hindú, sino con el mundo musulmán. El cristiano “debe procurar ingresar en la existencia diaria de los musulmanes, como creyentes, como adherentes y como hombres. Para comenzar, el cristiano debe entender lo que significa el Islam para el musulmán. Debemos “procurar conocerlo, hasta donde sea posible” desde adentro.
El cristiano ha de sentir la vergüenza de las cruzadas y de la agria polémica medieval contra el Islam, y, comprender por que el musulmán aborrece el imperialismo y el secularismo occidentales, y por que no entiende en absoluto que occidente haya favorecido injustamente a Israel a expensas de los árabes.
Por ellos el obispo Cragg se entrega a la tarea de la interpretación, y al hacerlo transita cinco áreas teológicas fundamentales –las Escrituras, la persona de Jesús, la cruz, la doctrina de Dios, y la Iglesia. En todo momento pide paciencia para con los monumentales conceptos equivocados que de algún modo tienen que ser eliminados.

El diálogo en los centros industriales
Mi tercer ejemplo del diálogo cristiano nos traslada a la Gran Bretaña poscristiana. Consecuentemente la misión urbana “no constituye un tema marginal para los cristianos” sino, más bien, “una de las prioridades contemporáneas de Dios”
El diálogo es señal de genuino amor cristiano porque indica nuestra decisión firme de limpiar nuestra mente de los prejuicios y las caricaturas que nos hayamos formado sobre otras personas.

Hno. César Ramos dijo...

Seminario Teológico Bautista Mexicano. Campus “Horeb”
Materia: Naturaleza y misión de la iglesia II
Profesor: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Hno. César Roberto Ramos Gutiérrez

Reporte de lectura
Libro: “La misión cristiana hoy”
Autor: John R. W. Stott
Editorial: Certeza

Resumen del capítulo 3: “La evangelización”

La palabra misión denota el sacrificado servicio que Dios ha mandado a su pueblo a cumplir en el mundo, e incluye tanto la evangelización como la acción sociopolítica; evangelización significa anunciar o proclamar las buenas nuevas de Jesús. Esto nos pone ante la disyuntiva del diálogo.

Puntos de vista extremos

Los cristianos evangélicos han recalcado siempre la indispensable necesidad de predicar el evangelio, por cuanto Dios ha designado a su iglesia como heraldo de las buenas nuevas. El problema esencial del hombre es su rebelión contra Dios y su necesidad de salvación, por ello la predicación constituye la tarea principal de la iglesia. El evangelio se presta para la proclamación, no para la discusión amable. Es cierto que una buena predicación cristiana es siempre dialogal, en el sentido de que capta la atención de los oyentes y les habla con relevancia. Pero no es cierto que todo monologo sea manifestación de orgullo.

El dialogo en la Biblia

El dialogo es una conversación en la que cada una de las partes toma en serio tanto el tema como a la persona, y desea escuchar y aprender, además de hablar e instruir. Jesús, durante su ministerio público entabló serias conversaciones con individuos como Nicodemo y la mujer samaritana y las multitudes.

La argumentación en contra del diálogo

La proclamación del evangelio no se limita simplemente a transformar en un cristiano a alguien que ha sido totalmente abandonado por Dios y Cristo, sino que transforma a un cristiano anónimo en alguien que también tiene conocimiento de su fe cristiana en lo profundo de su ser dotado de gracia, mediante la reflexión objetiva y la profesión de fe. Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan, la revelación de Dios a todos los hombres no es suficiente para salvarlos. Es apenas suficiente como para condenarlos, como que no tienen excusa. No tenemos por qué vacilar al afirmar que todo lo bueno, todo lo hermoso y verdadero en toda la historia y en toda la tierra, proviene de Cristo Jesús, aún cuando los hombres sean ignorantes en cuanto su origen.

El lugar de la elénctica

El propósito de la elénctica (del verbo griego elenquein, convencer, redargüir, o reprender, y por ende, llamar al arrepentimiento), se refiere principalmente a la tarea de convencer del pecado y de desenmascararlo, y a la de hace un llamado a la responsabilidad. La elénctica no constituye una actividad desagradable o negativa. En última instancia la elécntica es obra del Espíritu Santo de convencer de pecado, de justicia y juicio. Llamar al arrepentimiento y nosotros no somos sino medios en su mano. Sólo quienes ven la necesidad de la elécntica pueden también ver la necesidad del diálogo y están en condiciones de entender cuál es el lugar que le corresponde.

La argumentación a favor del diálogo

1. Le verdadero diálogo es señal de autenticidad. Cuando hablamos cara a cara, se establece una relación personal. El dialogo coloca a la evangelización en un contexto auténticamente humano.
2. El verdadero dialogo es señal de humildad. Cuando escuchamos a otra persona aumenta nuestro respeto por ella como ser humano hecho a la imagen de Dios.
3. El diálogo genuino es señal de integridad, al conversar tenemos la oportunidad de oír las creencias y los problemas reales del amigo, y eliminar las imágenes falsas que pudimos haber formado sobre él.
4. El diálogo real y verdadero es señal de sensibilidad. El dialogo de Max Warren, dice, en su misma esencia un intento de prestarse atención mutuamente, de escuchar a fin de entender. El entendimiento es su recompensa.

El diálogo con los hindúes

El dialogo que se desarrollaba no adquiría preeminencia las rivalidades entre las civilizaciones de oriente y occidente, ni entre las Escrituras del hinduismo y del cristianismo, ni siquiera entre Cristo y el Krisna, sino lo que la religión de cada uno de los presentes significaba para él mismo en su propia experiencia.

El diálogo con los musulmanes

Cragg emplea la palabra “rehabilitación” para indicar la obra de restitución que tenemos que realizar nosotros los cristianos.

El diálogo en los centros industriales

“La iglesia que quiere tomar con seriedad y madurez al Señor Jesucristo y lo que él afirma tendrá que tener por lo menos tres características: 1) ha de ser una iglesia de y para la zona; 2) ha de ser una iglesia que cree y adora; 3) tendrá una vida en común que proporcione un espíritu de comunión. El dialogo es señal de genuino amor cristiano, porque indica nuestra decisión firme de limpiar nuestra mente de los prejuicios y las caricaturas que nos hayamos formado sobre otras personas.

THE END

eleazzar gonzalez garcia dijo...

SEMINARIO TEOLOGICO BAUTISTA CAMPUS HOREB

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia
TAREA: Resumen del libro LA MISION CRISTIANA HOY
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Eleazar González García

EL DIÁLOGO
La misión denota el servicio que Dios ha mandado a su pueblo a cumplir en el mundo.
La evangelización significa anunciar o proclamar las buenas nuevas de Jesús.
La tercera palabra diálogo. La necesidad más urgente en la Iglesia cristiana en el día de hoy es la de la verdadera predicación, y constituye evidentemente la necesidad más grande para el mundo también.
El evangelio es revelación de Dios que no puede ser negociada, porque el evangelio es de Dios y no nuestro, y su doctrina tiene que ser recibida y no criticada, tiene que ser declarada y no discutida.
No obstante, es necesario agregar que bien entendidos, los términos diálogo y discusión son dos cosas diferentes.
El monólogo carece enteramente de humildad.
El monólogo es deficiente en apertura, mientras que el diálogo implica completa apertura.
Entrar en diálogo de esta manera es no sólo difícil, sino peligroso. Completa apertura significa que cada vez que entramos en diálogo ponemos en juego nuestra fe.
No es cierto que todo monólogo sea manifestación de orgullo. El evangelista que proclama el evangelio no afirma que lo sabe todo, sino únicamente que le ha sido confiado el evangelio.
“El diálogo es una conversación en la que cada una de las partes toma en serio tanto el tema como a la persona, y desea escuchar y aprender, además de hablar e instruir” (Congrios Nacional Anglicano y Evangélico celebrado en Keele en 1967).
El Dios vivo de la revelación bíblica entra él mismo en diálogo con el hombre. No sólo habla sino que escucha. Hace preguntas y espera las respuestas.
También Jesús durante su ministerio público entabló serias conversaciones con individuos como Nicodemo y la mujer samaritana y las multitudes. Incluso después de la ascensión, cuando se reveló a Saulo de Tarso en el camino a Damasco, Jesús le hizo una pregunta racional ¿por qué me persigues? y le arrancó las siguientes contra preguntas: ¿Quién eres Señor?
Cuando más tarde Saulo comenzó sus grandes viajes misioneros, resulta instructivo tomar nota de que algún tipo de diálogo constituía parte integrante de su método.
Con bastante frecuencia Lucas emplea el verbo dialegomai para describir un aspecto de su evangelización.
En el griego clásico significaba conversar o discutir y se lo asociaba especialmente con la así llamada dialéctica.
El tipo de diálogo que estaba incluido en el ministerio de Pablo era, muy diferente de lo que con frecuencia se quiere decir actualmente. Con frecuencia el diálogo moderno de los cristianos con los no cristianos parecería tener más bien un dejo de incredulidad que de fe.

La argumentación en contra del diálogo
Rechazaba tanto las misiones cristianas agresivas, por una parte, y, por otra, la noción de que Cristo fuese el cumplimiento de las religiones no cristianas.
Hizo un llamado a la iglesia a tomar nuevamente posesión de su fe con todo lo que tiene de único, apropiado y potente.
Creemos que sólo en él está la salvación plena que el hombre necesita.
En consecuencia, la proclamación del evangelio no se limita simplemente a transformar en un cristiano anónimo en alguien que también tiene conocimiento de su fe cristiana.
Una de las creencias fundamentales de los estudiosos ecuménicos que piensan y escriben de este modo en el día de hoy, es la de que Cristo ya está presente en todas partes.
Siendo esto así, resulta presuntuoso que el misionero cristiano pretenda hablar de llevar a Cristo consigo cuando se dirige a cumplir su cometido; lo que hace en primer lugar es encontrar a Cristo ya presente allí y luego quizá descubrirlo quitándole el velo. Algunos, incluso, van más allá. No sólo niegan que los no cristianos; hasta llegan a sugerir que es el no cristiano quien transmite el mensaje de Cristo a los cristianos.
¿Está presente Cristo en el mundo no-cristiano?
Pedro comenzó su sermón a Cornelio de este modo: Es verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. En base a esta afirmación algunos han sostenido que la gente sincera, religiosa y justa se salva.
Pero tal deducción resulta inadmisible. Declarar que el hombre que teme a Dios y practica la justicia le es aceptable, no puede tener el significado de que es aceptado en el sentido de ser justificado. Este hombre sincero, temeroso de Dios y justo, todavía tenía necesidad de oír el evangelio.
Cornelio era aceptable a Dios entes de su conversión no tenía salvación ni vida.
No tenemos por qué vacilar al afirmar que todo lo bueno, todo lo hermoso y verdadero, en toda la historia y en toda la tierra, proviene de Cristo Jesús, aún cuando los hombres sean ignorantes en cuanto a su origen.
El testimonio de Pedro, Pablo y Juan es, en conclusión, uniforme. Los tres declaran que Dios está constantemente activo en el mundo no cristiano.
El hombre rechaza el conocimiento que tiene, prefiere las tinieblas antes que la luz y no quiere reconocer al Dios que conoce. Su conocimiento no lo salva; lo condena por su desobediencia.

No negamos que haya elementos de verdad en los sistemas no cristianos, vestigios de la revelación general de Dios en la naturaleza. Lo que negamos decididamente es que ellos sean suficientes para la salvación y que la fe cristiana y los credos no cristianos sean caminos alternativos e igualmente válidos para llegar a Dios.
El propósito de la elénctica no es el de demostrar lo absurdo que es el paganismo, y menos aún ridiculizar a otras religiones o a sus adherentes, lo que importa es invariablemente la pregunta capital: ¿qué has hecho con Dios?
Luego la justificación de esta tarea es la Biblia misma, porque la Biblia constituye de principio a fin un tremendo alegato contra el paganismo.
La elénctica no constituye una actividad desagradable o negativa.
En última instancia la elénctica es obra del Espíritu Santo. Es el Espíritu el que convence de pecado, de justicia y juicio.

La argumentación a favor del diálogo
En primer lugar, el verdadero diálogo es señal de autenticidad.
Si no hacemos otra cosa que proclamar el evangelio a la gente desde la distancia, nuestra autenticidad personal es susceptible de resultar sospechosa.
En segundo lugar, el verdadero diálogo es señal de humildad, por cuanto la proclamación genuina consiste en presentar a Cristo Jesús como Salvador y Señor.
La humildad en la evangelización es una gracia encantadora.
En tercer lugar, el diálogo genuino es señal de integridad, porque al conversar tenemos la oportunidad de oír las creencias y los problemas reales del amigo, y eliminar las imágenes falsas que pudimos haber formado sobre él.
En cuarto lugar, el diálogo real y verdadero es señal de sensibilidad.

El diálogo con los musulmanes
Se ha tenido una honrosa sucesión de consagrados misioneros cristianos de mucha preparación que han ido a trabajar entre los musulmanes.
Si queremos que nos entiendan, primeramente tenemos que esforzarnos nosotros por entender. Para llegar a entender no tenemos que limitarnos a los libros, sino entablar contacto con la gente.
El cristiano debe entender lo que significa el Islam para el musulmán. Debemos procurar conocerlo, hasta donde sea posible, desde adentro, y de este modo atravesar con ellos la puerta de la mezquita y penetrar en su mundo religioso.
En cuanto a las doctrinas cristianas acerca de Dios y la Trinidad, de Cristo y la cruz, y de la salvación.
El obispo Cragg se entrega a la tarea de la interpretación, y al hacerlo transita cinco áreas teológicas fundamentales: Las Escrituras, la persona de Jesús, la cruz, la doctrina de Dios, y la iglesia.
El diálogo es señal de genuino amor cristiano, porque indica nuestra decisión firme de limpiar nuestra mente de los prejuicios y las caricaturas que nos hayamos formado sobre otras personas; de esforzarnos en oír con sus propios oídos y mirar con sus propios ojos con el fin de descubrir qué es lo que les impide escuchar el evangelio y ver a Cristo.


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naves dijo...

Capítulo III. El diálogo.

¿Carga algún modo el diálogo en la proclamación de las buenas nuevas? Este se ha convertido en la moda ecuménica.

Puntos de vista extremos.
Ambos lados del debate han adoptado posiciones extremas , sin embargo la predicación constituye la tarea principal de la Iglesia. Dios no ha de ser discutido o debatido. El Evangelio se presta para la proclamación, no por la discusión amable, ya que estés revelación de Dios que no pues ser negociada. Pero no tenemos derecho hacen sentarnos a juzgarlo, o a modificar su contenido. Por otro lado el monólogo carece enteramente de humildad. Lo que necesitamos es buscar juntos la derrota, el diálogo pues implica completa apertura, vivir en diálogo es vivir peligrosamente. No deberíamos cultivar un arte dura total en la que suspendamos hasta nuestras convicciones.

El diálogo en la Biblia.

El diálogo es una conversación en la que cada una de las partes toma en serio tanto del tema, la persona. En Lucas 2.46 Jesús fue encontrado en el templo sentado en medio de los doctores de la ley oyendo les y preguntándoles. En Corintio discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadían a judíos y a griegos. En Efeso, entrando en la sinagoga habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo el persuadiendo acerca del reino de Dios. Sea vuestra palabras siempre con gracia consiste sazonar acosar cursis para que sepáis como debe es responder a cada uno (Co.4. 6).

La argumentación en contra del diálogo.

El argumento del cristiano conservador contra el diálogo, en el sentido de que raya en la traición a Cristo. El no cristiano sincero debiera ser detenido por un “cristiano anónimo” y tratar de transformarlo a la fe cristiana mediante la reflexión objetiva y la profesión de fe.

“Cristo habla en este diálogo, revelándose a quienes no conocen y corrigiendo el conocimiento limitado y distorsionado de quienes lo conocen”. Pero comenzó su sermón a Cornelio de este modo: “en verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y las injusticia” (hechos 10.34, 35). De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida (11. 18)a todas las gentes, especialmente van dándole lluvia, tiempos sutil feroz, alimento y alegría (14. 16, 17). Por otra parte, los hombres tienen algún conocimiento de la ley moral de Dios, por cuanto no sólo la escribió en las tablas de piedra en el Sinaí, sino también en el corazón de los hombres, en el sentido moral que le sigo a crearlos (2. 14, 15), dice Pablo, todos los hombres conocen a Dios (1. 21), si bien los hombres conocen a Dios, no lo honran o tal sino que por su maldad anulan la verdad que conocen (1. 18, 21, 25, 28). Los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Como consecuencia de su rechazo consciente de la luz los hombres están bajo condenación (Juan 3. 18-21).

El lugar de la “eléctica”.

Esta palabra proviene del griego elenquin, “convencer”, redargüir o reprender, y por ende, llamar al arrepentimiento. Es la ciencia que desenmascara todas las religiones falsas demostrando que son paganas y que constituyen un pecado contra Dios. Sus puntos principales son primero convencer del pecado y desenmascarar lo, y al hacer un llamado a la responsabilidad ¿qué has hecho con Dios?. Segundo la justificación de esta tarea de la Biblia misma. Esta nos enseña con respecto al corazón humano y sus sigilosos intentos de buscar a Dios y al mismo tiempo escaparle. En tercer lugar no constituye una actividad desagradable o negativa, como pudiera parecer. Tenemos que ver a la persona real y no a su budismo. Ver al musulmán y no a su mahometanismo. Puedo, en el nombre de Cristo, colocarme en oposición a él y convencerlo del pecado, tal como lo hizo Cristo conmigo, y lo sigue haciendo cada día. En cuarto lugar es la obra del Espíritu Santo. El es el que convence de pecado, de justicia y juicio (Juan 16. 8-10) sólo él puede llamar al arrepentimiento y nosotros no somos sino medios en su mano. Le afecta consecuencia conocer que insistía en el carácter absoluto de Jesucristo, estamos en condiciones de considerar los argumentos que gran validez. Dicho aumento son cuatro.
La argumentación a favor del diálogo.

En primer lugar, el verdadero diálogo es señal de autenticidad. El genuino acercamiento cristiano a otros a deshacer humano, personal relevante y humilde. Tenemos que bajar las despensas. El diálogo verdadero con un hombre de otro credo requiere interés en, y preocupación por, el Evangelio tanto como por la otra persona. En segundo lugar, el verdadero diálogo es señal de humildad. Cuando escuchamos otra persona aumenta el respecto por ella como ser humano hecho a la imagen de Dios. La humildad en la evangelización es una gracia encantadora. En tercer lugar, el diálogo genuino es señal de integridad, debemos eliminar las imágenes falsas que pudimos haber formado sobre la persona, al mismo tiempo nos proponemos nosotros de no ser sinceros. En cuarto lugar, el diálogo real y verdadero es señal de sensibilidad. El evangelio cristiano se desacredita cuando se degenera y adquiere formas estereotipadas. A través de la oración solicitemos la intervención del Espíritu Santo.

El diálogo con los hindúes.

Stanley, relata que durante una de sus campañas en la india tramitaron a una casa donde tendría la oportunidad de conocer algunos de los principales miembros de la comunidad, costaban sentados platicando el mes preguntó cuál sería su reacción si Cristo se presenta directamente en la india, de esta conversación se desprendieron una serie de conferencias. Donde se analizaron las escrituras del hinduismo y del cristianismo ni siquiera se tocó el tema entre Cristo y él Krisna. De aquí surgió el método de mesa redonda, de dónde surgieron muchas pláticas exitosas.

El diálogo con los musulmanes.

Para comenzar el cristiano debe entender lo que significa el Islam para el musulmán. Como es ve al cristianismo. Comprender que él musulmán aborrece el imperialismo y el secularismo occidental, no tiene por qué favorecer a Israel. Cragg llama” incomprensiones masivas”. Por otro lado el Islam se desarrolló en una atmósfera de cristianismo imperfecto, hasta de un cristianismo delincuente. La rehabilitación no significa tomar sesión de mezquitas para transformarlas en catedrales, sino devolverle a Cristo...el restablecer a Cristo trasciende todo lo demás.

El diálogo en los centros industriales.
Relata el autor otra experiencia que tuvo en Inglaterra, donde se dio un distanciamiento muy grande entre la Iglesia y el mundo especialmente el mundo industrial y de las actividades manuales. Se dio a la tarea de crear puentes de comunicación después estos puentes fueron convirtiéndose en amistad, surgieron las indicaciones amenas de algunas familias, después de esas almenas, surgió la amistad y se convirtieron en estudios y así poco a poco logró un cambio importante en la comunidad.

El autor dice que los elementos que forman el diálogo genuino son la autenticidad, humildad, integridad y sensibilidad. El diálogo es señal de genuino amor cristiano.

omar martinez dijo...

III. EL DIALOGO

La palabra misión denota el sacrificado servicio que Dios ha mandado a su pueblo a cumplir en el mundo, e incluye tanto la evangelización como la acción sociopolítica; evangelización significa anunciar o proclamar las buenas nuevas de Jesús.

Puntos de vista extremos.
Los cristianos evangélicos han recalcado siempre la indispensable necesidad de predicar el evangelio, por cuanto Dios ha designado a su iglesia como heraldo de las buenas nuevas. Por cuanto el problema esencial del hombre es su rebelión contra Dios y su necesidad de salvación, por ello la predicación constituye la tarea principal de la iglesia.
Es cierto que una buena predicación cristiana es siempre dialogal, en el sentido de que capta la atención de los oyentes y les habla con relevancia. Pero no es cierto que todo monologo sea manifestación de orgullo.

El dialogo en la Biblia.
El dialogo es una conversación en la que cada una de las partes toma en serio tanto el tema como a la persona, y desea escuchar y aprender, además de hablar e instruir.
En el griego clásico significaba conversar o discutir. En los evangelios se lo usa una vez en relación con la disputa que tuvieron entre sí los apóstoles sobre cuál de ellos debía ser el mayor.

La argumentación en contra del diálogo.
La proclamación del evangelio no se limita simplemente a transformar en un cristiano a alguien que ha sido totalmente abandonado por Dios y Cristo, sino que transforma a un cristiano anónimo en alguien que también tiene conocimiento de su fe cristiana en lo profundo de su ser dotado de gracia, mediante la reflexión objetiva y la profesión de fe.
Pedro comenzó su sermón a Cornelio (Hechos 110: 34, 35) resulta evidente, que si bien en algún sentido Cornelio era aceptable a Dios antes de su conversión no tenía salvación ni vida. Dios ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan (Hechos 17: 22- 31).

El lugar de la elénctica.
Elénctica, del verbo griego elenquein, convencer, redargüir, o reprender, y por ende, llamar al arrepentimiento. El propósito de la elénctica, se refiere principalmente a la tarea de convencer del pecado y de desenmascararlo, y a la de hace un llamado a la responsabilidad.
La justificación es tarea de la Biblia misma, porque la Biblia constituye de principio a fin un tremendo alegato contra el paganismo, contra las tendencias paganizantes en Israel; es suma, controla la corrupción de la religión.
La elénctica no constituye una actividad desagradable o negativa. En última instancia la elécntica es obra del Espíritu Santo de convencer de pecado, de justicia y juicio. Llamar al arrepentimiento y nosotros no somos sino medios en su mano. Sólo quienes ven la necesidad de la elécntica pueden también ver la necesidad del diálogo y están en condiciones de entender cuál es el lugar que le corresponde.

La argumentación a favor del diálogo.
1. Le verdadero diálogo es señal de autenticidad. Cuando hablamos cara a cara, se establece una relación personal. El dialogo coloca a la evangelización en un contexto auténticamente humano.
2. El verdadero dialogo es señal de humildad. Cuando escuchamos a otra persona aumenta nuestro respeto por ella como ser humano hecho a la imagen de Dios.
3. El diálogo genuino es señal de integridad, al conversar tenemos la oportunidad de oír las creencias y los problemas reales del amigo, y eliminar las imágenes falsas que pudimos haber formado sobre él.
4. El diálogo real y verdadero es señal de sensibilidad. El dialogo de Max Warren, dice, en su misma esencia un intento de prestarse atención mutuamente, de escuchar a fin de entender. El entendimiento es su recompensa.

El diálogo con los hindúes.
E. Stanley Jones, misionero metodista norteamericano en la India. El dialogo que se desarrollaba no adquirían preeminencia las rivalidades entre las civilizaciones de oriente y occidente, ni entre las Escrituras del hinduismo y del cristianismo, ni siquiera entre Cristo y el Krisna, sino lo que la religión de cada uno de los presentes significaba para él mismo en su propia experiencia.

El diálogo con los musulmanes.
Cragg emplea la palabra “rehabilitación” para indicar la obra de restitución que tenemos que realizar nosotros los cristianos.

El diálogo en los centros industriales.
Este dialogo nos traslada a la Gran Bretaña poscristiana, sobre las masa industriales no alcanzadas por el evangelio. El distanciamiento que existe entre la iglesia y el mundo, y especialmente el mundo industrial y de las actividades manuales, es históricamente profundo y contemporáneo masivo.
David Sheppard, ofrece ciertos principios naturales básicos: “la iglesia que quiere tomar con seriedad y madurez al Señor Jesucristo y lo que él afirma tendrá que tener por lo menos tres características: i) ha de ser una iglesia de y para la zona; ii) ha de ser una iglesia que cree y adora; iii) tendrá una vida en común que proporcione un espíritu de comunión.

El dialogo es señal de genuino amor cristiano, porque indica nuestra decisión firme de limpiar nuestra mente de los prejuicios y las caricaturas que nos hayamos formado sobre otras personas.

SOFIA dijo...

Fecha: 27 de junio de 2008.
Materia: NATURALEZA Y MISIÓN DE LA IGLESIA II

Maestro: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Agustín Alberto Ceballos Hernández

La Misión Cristiana Hoy. John R. W. Stott
Capítulo III. El Diálogo.

“Misión” significa el sacrificado servicio que Dios ha mandado a su pueblo a realizar en el mundo, y consta tanto de la evangelización como de la acción sociopolítica, como ya lo vimos en el capítulo primero. Hemos visto en el capítulo dos que “evangelización” significa anunciar o proclamar las buenas nuevas de Jesús. Ahora analizaremos otro concepto, el “diálogo”, y la cuestión de si cabe de algún modo el diálogo en la proclamación de las buenas nuevas.

PUNTOS DE VISTA EXTREMOS
Los cristianos evangélicos han exaltado la indispensable necesidad de predicar el evangelio, en virtud de que Dios ha encomendado a su iglesia la difusión de las buenas nuevas. Debido a que el problema esencial del hombre es su rebelión contra Dios y su necesidad de salvación, la predicación constituye la tarea fundamental de la iglesia.
El evangelio está hecho para ser proclamado, no para ser sometido a debate o discusión, cuando por debate o discusión entendemos la tarea de los hábiles diplomáticos alrededor de una mesa de conferencias, cuyo cometido es satisfacer a todos y cuyo método consiste en llegar a un consenso mediante componendas. El evangelio es revelación de Dios que no puede ser negociada. Pero es importante entender también que bien definidos, los términos “diálogo” y “discusión” son dos cosas diferentes.
En el otro extremo del debate ha surgido una creciente aversión a la predicación, o, por lo menos, hacia la predicación de tipo autoritario o dogmático, afirmando que la proclamación es arrogante; que el modo humilde de predicar es mediante el diálogo. El monólogo es deficiente en apertura, mientras que el diálogo implica apertura.
Es cierto que una buena predicación cristiana es siempre dialogal, en el sentido de que capta la atención de los oyentes y les habla con relevancia. Pero no es cierto que todo monologo sea una manifestación de orgullo. El evangelista que proclama el evangelio no afirma que lo sabe todo, sino únicamente que le ha sido confiado el evangelio. Debemos estar dispuestos a entrar en diálogo y aprender así de la otra persona a cerca de sus creencias.

EL DIÁLOGO EN LA BIBLIA
El dialogo es una conversación en la que cada una de las partes toma en serio tanto al tema como a la persona, y desea escuchar y aprender, además de hablar e instruir.
El Dios vivo de la revelación bíblica entra él mismo en diálogo con el hombre. No solo habla sino que escucha. Hace preguntas y espera respuestas. Dios en su gracia se ha revelado a sí mismo.
Jesús, durante su ministerio público entabló serias conversaciones con individuos como Nicodemo, la mujer samaritana y las multitudes. Raras veces, si es que alguna vez lo hizo, habló en tono retórico o impersonal.
En el griego clásico, diálogo significaba “conversar” o “discutir” y se le asociaba especialmente con la así llamada dialéctica, como medio de instrucción y persuasión.. En los evangelios se le usa una vez en relación con la disputa que tuvieron entre sí los apóstoles sobre cuál de ellos debía ser el mayor. Con referencia al ministerio de Pablo se refiere a “pronunciar conferencias o sermones religiosos”, que algunas veces terminaban en discusión

LA ARGUMENTACIÓN EN CONTRA DEL DIÁLOGO
El argumento del cristiano conservador contra el diálogo, en el sentido de que raya en la traición a Jesucristo, se entenderá mejor históricamente.
La proclamación del evangelio no se limita simplemente a transformar en un cristiano a alguien que ha sido totalmente abandonado por Dios y Cristo, sino que transforma a un cristiano anónimo en alguien que también tiene conocimiento de su fe cristiana en lo profundo de su ser dotado de gracia, mediante la reflexión objetiva y la profesión de fe.
Una de las creencias fundamentales de los estudiosos ecuménicos del día de hoy, es la de que Cristo ya está presente en todas partes, incluso en otras religiones.
¿Está presente Cristo en el mundo no-cristiano? ¿Qué enseñaron los apóstoles en cuanto a esto?
Cuando Pedro comenzó su sermón a Cornelio (Hechos 110: 34, 35) resulta evidente, que si bien en algún sentido Cornelio era aceptable a Dios antes de su conversión, no tenía salvación ni vida. Este hombre sincero, temeroso de Dios y justo, todavía tenía necesidad de oír el evangelio.
Dios ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan (Hechos 17: 22- 31), pero la revelación de Dios a todos los hombres no es suficiente para salvarlos. Es apenas suficiente como para condenarlos, al no tener ahora excusa. No tenemos por que vacilar al afirmar que todo lo bueno, todo lo hermoso y verdadero en toda la historia y en toda la tierra, proviene de Cristo Jesús, aún cuando los hombres sean ignorantes en cuanto su origen.
Esta luz universal no es luz que salva. Se trata de una media luz a comparación con la plena luz que reciben los que siguen a Jesús y a quienes es dada la luz de la vida.
El testimonio de Pedro, Pablo y Juan es en conclusión, uniforme. Los tres declaran que Dios está constantemente activo en el mundo no cristiano. No está lejos de todo hombre. Le proporciona luz a todo hombre. Pero el hombre rechaza el conocimiento que tiene, prefiere las tinieblas antes que la luz y no quiere reconocer al Dios que conoce. Su conocimiento no lo salva; lo condena por su desobediencia.

EL LUGAR DE LA “ELÉNCTICA”
Elénctica, del verbo griego elenquein, convencer, redargüir o reprender, y por ende, llamar al arrepentimiento. El propósito de la elénctica, se refiere principalmente a la tarea de convencer del pecado y de desenmascararlo, y a la de hacer un llamado a la responsabilidad.
La justificación es tarea de la Biblia misma, porque la Bilbia constituye de principio a fin un tremendo alegato contra el paganismo, contra las tendencias paganizantes en Israel; en suma, controla la corrupción de la religión.
La elénctica no constituye una actividad desagradable o negativa. En última instancia la elécntica es la obra del Espíritu Santo de convencer de pecado, de justicia y juicio, y nosotros no somos sino medios en su mano. Sólo quienes ven la necesidad de la elénctica pueden también ver la necesidad del diálogo y están en condiciones de entender cuál es el lugar que le corresponde.

LA ARGUMENTACIÓN A FAVOR DEL DIÁLOGO
1. El verdadero diálogo es señal de autenticidad. Cuando hablamos cara a cara, se establece una relación personal. El dialogo coloca a la evangelización en un contexto auténticamente humano.
2. El verdadero dialogo es señal de humildad. Cuando escuchamos a otra persona aumenta nuestro respeto por ella como ser humano hecho a la imagen de Dios.
3. El verdadero diálogo es señal de integridad. Al conversar tenemos la oportunidad de oír las creencias y los problemas reales del amigo, y eliminar las imágenes falsas que pudimos haber formado sobre él.
4. El diálogo real y verdadero es señal de sensibilidad. El dialogo en su misma esencia es un intento de prestarse atención mutuamente, de escuchar a fin de entender. El entendimiento es su recompensa.

EL DIÁLOGO CON LOS HINDÚES
Stanley Jones nos narra que en el diálogo que se desarrollaba entre él y personas hindúes, no adquirieron preeminencia las rivalidades entre las civilizaciones de oriente y occidente, ni entre las escrituras del hinduismo y del cristianismo, ni siquiera entre Cristo y Krishna, sino lo que la religión de cada uno de los presentes significaba para él mismo en su propia experiencia. Esto evidencia el respeto mutuo entre creyentes de diferentes religiones, pero a final de cuentas la supremacía de Jesucristo se impone.

EL DIÁLOGO CON LOS MUSULMANES
Tenemos el llamado a comprender, servir, rehabilitar, interpretar y a ejercitar nuestra paciencia. Si queremos que nos entiendan, primero tenemos que esforzarnos nosotros en entender. Comprensión resultante del contacto pleno y directo con los musulmanes.
El cristiano debe entender lo que significa el Islam para el musulmán, y también comprender como los musulmanes ven al cristianismo.
Cragg emplea la palabra “rehabilitación” para indicar la obra de restitución que tenemos que realizar nosotros los cristianos.
El tema de nuestra invitación siempre será “considerad a Jesús”... no tenemos otro mensaje.

EL DIÁLOGO EN LOS CENTROS INDUSTRIALES
Este dialogo nos traslada a la Gran Bretaña poscristiana, sobre las masa industriales no alcanzadas por el evangelio. La misión urbana no constituye un tema marginal para los cristianos sino, más bien, una de las prioridades contemporáneas en la obra de Dios. El distanciamiento que existe entre la iglesia y el mundo, y especialmente el mundo industrial y de las actividades manuales, es históricamente profundo y contemporáneamente masivo.
David Sheppard, ofrece ciertos principios naturales básicos: “la iglesia que quiere tomar con seriedad y madurez al Señor Jesucristo y lo que él afirma tendrá que tener por lo menos tres características: i) ha de ser una iglesia de y para la zona; ii) ha de ser una iglesia que cree y adora; iii) tendrá una vida en común que proporcione un espíritu de comunión.
Sheppard hace referencia a la necesidad de construir puentes, amistades, constituir grupos de estudio, etc.
El dialogo es señal de genuino amor cristiano, porque indica nuestra decisión firme de limpiar nuestra mente de los prejuicios y las caricaturas que nos hayamos formado sobre otras personas; de esforzarnos en oír con sus propios oídos y mirar con sus propios ojos con el fin de descubrir qué es lo que les impide escuchar el evangelio y ver a Cristo; de comprenderlos en todas sus dudas, temores y preocupaciones. Se trata del desafío de la Encarnación a renunciar a la evangelización basada en lemas inflexibles, y en su lugar a sentirnos comprometidos sensiblemente en los dilemas concretos de los demás hombres.

omar martinez dijo...

IV. LA SALVACIÓN

El cristiano no sería sincero para consigo mismo, ni para con la otra persona que interviene en el diálogo, si ocultase su creencia en el señorío universal de Jesús o en su deseo de que esa persona adopte su misma posición de someterse a Jesús como su Señor. Quizá convenga reconocer de inmediato lo vital que resulta esta cuestión, por cuanto no es ninguna exageración decir que el cristianismo es religión de salvación. La misión de Jesús fue una misión de rescate. La Biblia es un manual contemporáneo de salvación, además, las buenas nuevas constituyen “el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13),
El aspecto saliente de la tesis de Phyllis Garlik es el de que la salud física y mental “es de la misma esenciadle evangelio de la gracia de Dios”. Nuca llega a decir que ser sano y tener la salvación es la misma cosa, pero llega muy cerca. “El poder salvador de la gracia de Dios es para el hombre total”. Todos los cristianos deberían poder afirmar gozosamente con Pablo que la vida de Jesucristo puede manifestarse en nuestro cuerpo mortal (2 Corintios4:10,11) y que el poder de Jesús se perfecciona en nuestra debilidad humana (2 Corintios 12, 9,10; 4:7). . La tarea auténtica de la Iglesia no es ante todo la de devolverle la salud a la gente...su tarea esencial es la de volver a los hombres a una relación correcta con Dios.

En 1968 en los dos informes sobre “la estructura misionera de la congregación”, el objetivo de la misión se definía como “humanización”. . La obligación de la Iglesia era la de hacer nuestra la agenda del mundo.
Porque Dios quiere que los seres humanos vivan juntos en paz, libertad, dignidad y justicia. El Dios de la Biblia es un Dios de justicia, así como de justificación, y detesta la injusticia y la tiranía.


En términos sociológicos y tecnológicos el hombre ha llegado, a la mayoría de edad. Ahora posee en toda su medida ese “dominio” que en el comienzo de la creación Dios le mandó que ejerciera (Génesis 1:26-28).
La construcción de una sociedad justa tiene valor en términos del Reino, o, en términos más corrientes, participar en el proceso de liberación es ya en cierto sentido una obra salvífica. La liberación crea un nuevo pueblo elegido, que esta vez incluye a toda la humanidad, no existe justificativo bíblico alguno para tal aseveración.

Llamar “salvación” a la liberación socio-política, y evangelización al activismo social, ya es hacernos culpables de una torpe confusión teológica. Es mezclar lo que las Escrituras mantienen separado –Dios Creador y Dios Redentor, el Dios del cosmos y el Dios del pacto, el mundo y la iglesia, la gracia común y la gracia salvadora, la justicia y la justificación, la reforma de la sociedad y la regeneración de los hombres. La salvación que se ofrece en el evangelio de Cristo tiene que ver con las personas más bien que con las estructuras. Es liberación de otro tipo de yugo que la opresión política y económica.
La primera bienaventuranza no puede de ningún modo entenderse en el sentido de que la pobreza material sea una condición para recibir el reino de Dios, a menos que estemos dispuestos a volver completamente al revés el evangelio.
La “salvación” por la cual Cristo murió una vez, y que ahora ofrece a los hombres, no es curación psicofísica ni liberación sociopolítica. A las aseveraciones negativas se deben oponer tres afirmaciones positivas. Primero, Dios se interesa grandemente en ambas áreas, es decir en nuestros cuerpos y en nuestra sociedad. En segundo lugar, algún día tanto el cuerpo como la sociedad serán redimidos. Tendremos nuevos cuerpos y viviremos en una sociedad nueva. Tercero, el amor nos impulsa mientras tanto a trabajar en ambas esferas, procurando promover la salud física (por medios terapéuticos y preventivos) y procurando crear un orden social radicalmente diferente, que ofrezca al hombre libertad, dignidad, justicia y paz.

La salvación misma, la salvación que Cristo da a su pueblo, es libertad del pecado en todas sus horribles manifestaciones, y liberación para iniciar una nueva vida de servicio hasta que finalmente lleguemos a la “gloriosa libertad de los hijos de Dios”. Cuando Dios salva a su pueblo, no sólo los rescata del opresor sino que los salva para sí, “salvación“y “pacto” son conceptos que se corresponden.

La razón de que el evangelio sea “el poder de Dios para salvación” es la de que en ella “la justicia de Dios se revela”, y la razón de esta revelación de la justicia de Dios en el evangelio es la revelación de “la ira de Dios... desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”.

Durante el lapso entre nuestra justificación y la glorificación viene el proceso denominado de santificación, esa transformación paulatina del creyente por el Espíritu de Cristo a la imagen de Cristo, “de gloria en gloria” (2 Corintios 3:18), hasta que finalmente seremos completamente transformados a la imagen del Hijo de Dios (Romanos 8:29; 1 Juan 3:2). Estamos siendo librados de la esclavitud a nosotros mismos para entrar en la libertad del servicio. Cuando morimos es cuando recién vivimos; cuando servimos, recién entonces somos libres.
Fuimos salvados con la esperanza de ser salvos, y la “esperanza de salvación” es el casco o el yelmo que lleva el soldado cristiano (Romanos 8:24; 1 Tesalonicenses 5:8). Seremos librados de la ira que ha de venir (Romanos 5:9; 1 Tesalonicenses 1:10; 5:9). Más que eso, estará incluida la “redención de nuestros cuerpos”. La salvación nos da libertad para vivir con Dios como nuestro Padre, libertad para entregarnos al servicio de los demás, y finalmente “libertad gloriosa” cuando, eliminadas todas las limitaciones de nuestra existencia en carne y hueso, estaremos libres para dedicarnos si reserva a Dios y unos a otros. En última instancia la autenticidad personal cristiana es una auténtica experiencia de salvación.

SOFIA dijo...

Fecha: 4 de julio de 2008.
Materia: NATURALEZA Y MISIÓN DE LA IGLESIA II

Maestro: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Agustín Alberto Ceballos Hernández

La Misión Cristiana Hoy. John R. W. Stott
Capítulo IV. La Salvación.

El cristiano no sería sincero para consigo mismo, ni para con la otra persona que interviene en el diálogo, si ocultase su creencia en el señorío universal de Jesús o en su deseo de que esa persona adopte su misma posición de someterse a Jesús como su Señor. Dicha sumisión, con espíritu de penitencia y fe, es el camino de la “salvación”; y este último es el cuarto vocablo que tenemos que considerar. ¿Qué significa la palabra “salvación”?

LA CENTRALIDAD DE LA SALVACIÓN
Si los cristianos hemos de seguir empleando el término, éste tiene que ser traducido a un lenguaje más moderno, con la sola condición de que permanezcamos leales a la revelación bíblica.
Quizá convenga reconocer de inmediato lo vital que resulta esta cuestión, por cuanto no es ninguna exageración decir que el cristianismo es religión de salvación. El Dios de la Biblia es un Dios que constantemente viene en busca de su pueblo para rescatarlo, que ha tomado la iniciativa para salvar. La misión de Jesús fue una misión de rescate. “El Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14).
La Biblia es un manual contemporáneo de salvación, además, las buenas nuevas constituyen “el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13), y también “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). Esta preeminencia que se le otorga al tema de la salvación en el cristianismo bíblico nos obliga a indagar qué es lo que Dios obra, lo que Cristo obtiene, lo que la Escritura revela y lo que el evangelio ofrece.

LA SALVACIÓN Y LA SALUD FISICA
Primero, salvación no significa salud psico-física.
El aspecto saliente de la tesis de Phyllis Garlik es el de que la salud física y mental “es de la misma esencia del evangelio de la gracia de Dios”. Nunca llega a decir que ser sano y tener la salvación es la misma cosa, pero llega muy cerca. “El poder salvador de la gracia de Dios es para el hombre total”. “Cristo vino no para preservar la vida sino para desarrollarla al máximo, para que el hombre sea completo en todo sentido”. Evelyn Frost, en su libro anterior, Christian Healig (1940), se había referido concretamente a la salud física como un aspecto de la vida eterna ahora. Hablaba de que la curación cristiana para el cuerpo y la mente, igual que para el espíritu, constituye parte integrante del evangelio cristiano, dichos conceptos recibieron expresión más completa en el folleto The Healing Church publicado en Ginebra en 1965.
Todos los cristianos deberían poder afirmar gozosamente con Pablo que la vida de Jesucristo puede manifestarse en nuestro cuerpo mortal (2 Corintios 4:10,11) y que el poder de Jesús se perfecciona en nuestra debilidad humana (2 Corintios 12:9,10; 4:7). La nueva vida en Cristo puede con frecuencia proporcionarnos un nuevo sentido de bienestar físico y emocional. Pero ninguna clase de curación –natural o sobrenatural– es o está incluida en lo que quiere decir la Biblia por esa salvación que ahora se ofrece a la humanidad por Cristo y mediante el evangelio.
Solo en la resurrección y la redención del cuerpo habrá una ausencia total de enfermedad y muerte. Algunos teólogos radicales modernos han intentado reinterpretar la salvación en función de salud psicológica antes que física. No cabe duda de que mucha gente con la personalidad desintegrada realmente encuentra una nueva integración mediante la reconciliación con Dios. No debemos, empero, identificar reconciliación e integración.
Un resultado de la confusión entre salvación y salud es que hay confusión también en cuanto a las funciones del médico y del pastor. El médico reemplaza al pastor, o el pastor se transforma en un psiquiatra aficionado. La tarea auténtica de la Iglesia no es ante todo la de devolverle la salud a la gente... su tarea esencial es la de volver a los hombres a una relación correcta con Dios. Sozo se emplea para hacer referencia a la liberación de la ceguera (en el caso del ciego Bartimeo, Marcos 10:52), de la lepra (Lucas 17:19) y del flujo de sangre (Marcos 5:34). En cada uno de estos casos Jesús le dijo al que padecía el mal “ tu fe te ha salvado”, frase que en cada caso la Versión Popular traduce como “tu fe te ha sanado”.
La salvación por fe en el Cristo crucificado y resucitado tiene sentido moral y no material; es un rescate del pecado y no de los males, y la razón por la cual Jesús dijo “tu fe te ha salvado”, en ambos casos, es la de que sus obras de rescate físico (de la enfermedad, de perecer ahogado, de la muerte) constituían señales intencionales de su salvación, y así fueron entendidas por la iglesia primitiva.
Tenemos que recordar que a los milagros de Jesús se los llamó siempre semeia, señales del reino, señales de su salvación.

LA SALVACIÓN Y LA LIBERACIÓN POLÍTICA
La segunda reconstrucción importante que se ha intentado sobre la doctrina de la salvación , la reinterpreta como la liberación de las gentes pobres y desamparadas que padecen hambre, pobreza y guerra, dominación colonial, tiranías políticas, discriminación racial, explotación económica, aislamiento en los ghettos, cárceles políticas y la desalmada tecnología del mundo moderno, por ello la salvación es justicia.
En 1968 en los dos informes sobre “la estructura misionera de la congregación”, el objetivo de la misión se definía como “humanización”. Se afirmaba que Cristo era “el verdadero hombre, cabeza de la nueva humanidad”, y por ende, “dondequiera que se logre conducir a hombres y mujeres a la restauración de las relaciones en el amor al prójimo, en el servicio y el sufrimiento en aras de un mayor grado de justicia y libertad”, estas cosas han de ser reconocidas como “señales de la plenitud de la humanidad” que Cristo les está proporcionando. La obligación de la Iglesia era la de hacer nuestra la agenda del mundo.
Se ha dado preeminencia a palabras claves como “humanización”, “desarrollo”, “integridad”, “liberación”, y “justicia”; estas cosas, y la liberación de hombres de toda forma de opresión, no son solamente objetivos deseables, agradables a Dios el Creador, sino que los cristianos debieran estar activamente comprometidos en la prosecución de dichos fines juntamente con otros hombres caritativos y de buena voluntad. Porque Dios quiere que los seres humanos vivan juntos, en paz, libertad, dignidad y justicia. El Dios de la Biblia es un Dios de justicia, así como de justificación, y detesta la injusticia y la tiranía.

LA TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN
En 1971, apareció en Perú la edición original en castellano de la obra de Gustavo Gutiérrez Teología de la Liberación, con el subtítulo “perspectivas”; dicha obra constituye el intento más completo y serio aparecido hasta el presente, de interpretar la salvación bíblica en función de la liberación de los oprimidos. Gustavo Gutiérrez le asigna a la “praxis” social un lugar prominente, y hace un llamado a la iglesia a un compromiso más evangélico, más auténtico, más concreto y mas eficaz para la liberación. Marx dice que “los filósofos se han limitado a interpretar el mundo... la cuestión está, sin embargo, en cambiarlo”. “La meta no es sólo mejores condiciones de vida, un cambio radical de las estructuras, una revolución social; es mucho más: la creación continuada, sin fin, de una nueva forma de ser hombre, una revolución cultural permanente”.
En términos sociológicos y tecnológicos el hombre ha llegado a la mayoría de edad. Ahora posee en toda su medida ese “dominio” que en el comienzo de la creación Dios le mandó que ejerciera (Génesis 1:26-28).
Cuando el autor comienza a teorizar, a tratar de presentar la liberación social como si esto fuera lo que la Escritura entiende por salvación y, de esta manera a descartar la evangelización a favor de la acción política, entonces tiene uno que apartarse.
Por poco borra completamente la distinción entre iglesia y mundo, cristiano y no-cristiano, a fin de poder aplicar a todos los hombres la enseñanza bíblica acerca de la obra salvadora de Dios. Además, sostiene que la construcción de una sociedad justa tiene valor en términos del Reino, o, en términos más corrientes, participar en el proceso de liberación es ya en cierto sentido una obra salvífica.
La liberación crea un nuevo pueblo elegido, que esta vez incluye a toda la humanidad, dice esta teología; pero no existe justificativo bíblico alguno para tal aseveración.

LA CUESTION HERMENEUTICA
Llamar “salvación” a la liberación socio-política, y evangelización al activismo social, ya es hacernos culpables de una torpe confusión teológica. Es mezclar lo que las Escrituras mantienen separado –Dios Creador y Dios Redentor, el Dios del cosmos y el Dios del pacto, el mundo y la iglesia, la gracia común y la gracia salvadora, la justicia y la justificación, la reforma de la sociedad y la regeneración de los hombres. La salvación que se ofrece en el evangelio de Cristo tiene que ver con las personas más bien que con las estructuras. Es liberación de otro tipo de yugo a la opresión política y económica.
Gustavo Gutiérrez se apoya fuertemente en una específica interpretación del éxodo. El pueblo de Israel era esclavo. El punto de partida es la opresión en la forma de explotación económica y mediante una política de control de la población.
La opresión en cualquier forma le es detestable a Dios. Dios está activo en la historia de todas las naciones. En el Nuevo Testamento el éxodo se transforma en figura de nuestra redención del pecado por Cristo, no en una promesa de liberación para todas las minorías políticamente oprimidas.
No podemos objetar el uso de la palabra “salvación” en un sentido político, siempre que quede claro que no estamos hablando políticamente acerca de la salvación de Dios en y mediante Cristo.
La primera bienaventuranza no puede de ningún modo entenderse en el sentido de que la pobreza material sea una condición para recibir el reino de Dios, a menos que estemos dispuestos a volver completamente al revés el evangelio.
La pobreza en lo material, la ceguera física y el cautiverio injusto constituyen condiciones que en diversos grados deshumanizan a los seres humanos. Tienen que despertar preocupación en los cristianos y estimularlos a la acción para lograr el alivio de los que sufren de estas formas. Pero la liberación de estas cosas no constituye la salvación para lograr, la cual ya ha sido obtenida por Cristo, quien murió y resucitó.
La “salvación” por la cual Cristo murió una vez, y que ahora ofrece a los hombres, no es curación psicofísica ni liberación sociopolítica. A las aseveraciones negativas se deben oponer tres afirmaciones positivas. Primero, Dios se interesa grandemente en ambas áreas, es decir en nuestros cuerpos y en nuestra sociedad. En segundo lugar, algún día tanto el cuerpo como la sociedad serán redimidos. Tendremos nuevos cuerpos y viviremos en una sociedad nueva. Tercero, el amor nos impulsa mientras tanto a trabajar en ambas esferas, procurando promover la salud física (por medios terapéuticos y preventivos) y procurando crear un orden social radicalmente diferente, que ofrezca al hombre libertad, dignidad, justicia y paz.

LA SALVACIÓN Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL
La salvación misma, la salvación que Cristo da a su pueblo, es libertad del pecado en todas sus horribles manifestaciones, y liberación para iniciar una nueva vida de servicio hasta que finalmente lleguemos a la “gloriosa libertad de los hijos de Dios”.
El verbo más común para expresar el concepto de salvación en el Antiguo Testamento tiene la idea básica de amplitud, por oposición a la estrechez de alguna opresión. De este modo indicaba liberación de alguna prisión o confinamiento mediante la intervención salvadora de un tercero a favor del oprimido y en oposición al opresor.
Cuando Dios salva a su pueblo, no sólo los rescata del opresor sino que los salva para sí, “salvación “ y “pacto” son conceptos que se corresponden.
A continuación examinaremos la doctrina neotestamentaria de la salvación, en los tres tiempos o etapas conocidos.

LA LIBERACIÓN DEL JUICIO PARA ADQUIRIR LA CALIDAD DE HIJO
La razón de que el evangelio sea “el poder de Dios para salvación” es la de que en ella “la justicia de Dios se revela”, y la razón de esta revelación de la justicia de Dios en el evangelio es la revelación de “la ira de Dios... desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”.
Todos los que están en Cristo son sesosmenoi (Efesios 2:8,9), es decir, los que han sido salvados, porque son dikaiothentes (romanos 5:1), es decir, los que han sido justificados. Esta justificación se ha hecho posible sólo como consecuencia del sacrificio propiciatorio de Cristo (Romanos 3:24-26). Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús solo porque Dios mandó a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado y condenó al pecado en la carne, es decir, en la carne en que vino Jesús (Romanos 8:1-3).
Pablo destaca el hecho de que somos salvados de la ira y para ser hechos hijos. Dios mandó a su Hijo no sólo para redimirnos sino también para adoptarnos como miembros de su familia. El que nos juzga se transforma en nuestro Padre, y el propio Espíritu Santo nos habilita para exclamar “¡Abba, Padre!”, ya no somos esclavos, sino hijos (Romanos 8:14-17); (Gálatas 4:4-7).

LIBERACIÓN DE SI MISMO PARA EL SERVICIO
“No soy salvo aún, porque el pecado sigue morando en mí y mi cuerpo no ha sido redimido todavía”, podría argumentar. Se trata de esa conocida tensión entre el “ahora” y el “todavía no” del Nuevo Testamento.
Los cristianos son oi sozomenoi (“los que están siendo salvados”). Esto es en parte porque se reconoce que nuestra salvación aún no ha sido consumada. Oi sozomenoi aparece contrastado con oi apollumenoi (“los que están pereciendo”). Durante el lapso entre nuestra justificación y la glorificación viene el proceso denominado de santificación, esa transformación paulatina del creyente por el Espíritu de Cristo a la imagen de Cristo, “de gloria en gloria” (2 Corintios 3:18), hasta que finalmente seremos completamente transformados a la imagen del Hijo de Dios (Romanos 8:29; 1 Juan 3:2). Nada humaniza más que la reconciliación con Dios y la comunión con él.
Pero pareciera que el argumento ecuménico se desarrolla de este modo: la salvación según el Nuevo Testamento hace humanos a los hombres; por lo tanto, todo lo que hace humanos a los hombres es salvación. Pero este tipo de razonamiento es tan deficiente en lógica como en teología.
En esta salvación presente, también, debemos dar realce al aspecto positivo. Estamos siendo librados de la esclavitud a nosotros mismos para entrar en la libertad del servicio. Lutero describió al hombre caído con la expresión homo in se icurvatus, “el hombre curvado o inclinado hacia dentro de sí mismo”. De esta prisión nos libera Cristo Jesús. Sólo si estamos preparados para perdernos a nosotros mismos dándonos enteramente al servicio a él y a los demás, nos podremos encontrar realmente a nosotros mismos (Marcos 8:35). Cuado morimos es cuando recién vivimos; cuando servimos, recién entonces somos libres.
La salvación y el Reino de Dios son sinónimos (Marcos 10:23-27), y en ese reino la autoridad de Jesús es absoluta.

LIBERACIÓN DE LA CORRUPCIÓN PARA LA GLORIA VENIDERA
En tercer término, la salvación de Dios, don recibido y proceso continuo, es también el objeto de nuestra esperanza cristiana. Fuimos salvados con la esperanza de ser salvos, y la “esperanza de salvación” es el casco o el yelmo que lleva el soldado cristiano (Romanos 8:24; 1 Tesalonicenses 5:8).
Seremos librados de la ira que ha de venir (Romanos 5:9; 1 Tesalonicenses 1:10; 5:9). Más que eso, estará incluida la “redención de nuestros cuerpos”. Anhelamos morar en nuestros nuevos cuerpos que estarán libres de las debilidades físicas (naturaleza caída y muerte), y vivir en el nuevo universo (en el que no habrá opresión alguna sino solamente la justicia).
La salvación nos da libertad para vivir con Dios como nuestro Padre, libertad para entregarnos al servicio de los demás, y finalmente “libertad gloriosa” cuando, eliminadas todas las limitaciones de nuestra existencia en carne y hueso, estaremos libres para dedicarnos sin reserva a Dios y unos a otros.
Nos regocijamos y gemimos; ésta es la experiencia paradójica de los cristianos que han sido salvados y están siendo salvados, y que al mismo tiempo no están salvados aún.
En el mundo de hoy todavía hay hambre de salvación, las buenas nuevas siguen siendo poder de Dios para salvación a los que creen, pero todavía es inevitable que nuestro mensaje de salvación caiga en oídos sordos si no ofrecemos evidencia alguna de que somos salvos, mediante una vida transformada y un nuevo estilo de vida. Es la gente la que comunica principalmente, no las palabras o las ideas. En última instancia la autenticidad personal cristiana es una auténtica experiencia de salvación.

eleazzar gonzalez garcia dijo...

SEMINARIO TEOLOGICO BAUTISTA CAMPUS HOREB

MATERIA: Naturaleza y Misi�n de la Iglesia
TAREA: Resumen del libro LA MISION CRISTIANA HOY
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Eleazar Gonz�lez Garc�a

IV. LA SALVACION

El Dios de la Biblia es un Dios que constantemente viene en busca de su pueblo para rescatarlo, que ha tomado la iniciativa para salvar.
El tema de la salvaci�n en el cristianismo b�blico nos obliga a indagar qu� es lo que Dios obra, lo que Cristo obtiene, lo que la Escritura revela y lo que el evangelio ofrece.
Poco despu�s de la Segunda Guerra Mundial estuvo de moda equiparar la salvaci�n con la salud, y especialmente con un concepto de integridad, entendida �sta como una especie de salud compuesta que abarca el cuerpo, la mente y el esp�ritu.
La curaci�n cristiana para el cuerpo y la mente, igual que para el esp�ritu, constituye parte integrante del evangelio cristiano.
La nueva vida en Cristo puede con frecuencia proporcionarnos un nuevo sentido de bienestar f�sico y emocional.
Algunos te�logos radicales modernos han intentado reinterpretar la salvaci�n en funci�n de salud psicol�gica antes que f�sica.
Como ejemplo al obispo John Robinson en Sincero para con Dios, se pregunta qu� puede significar la reconciliaci�n cuando no hay ning�n Dios con el cual haya que reconciliarse.
Como respuesta toma la frase en la par�bola del Hijo Pr�digo de que volvi� en s� y propone que, como Dios es el fondo de nuestro ser, la salvaci�n consiste en que cada cual vuelva en s�.
No cabe duda de que mucha gente con la personalidad desintegrada realmente encuentra una nueva integraci�n mediante la reconciliaci�n con Dios. No debemos, identificar reconciliaci�n e integraci�n.
Un resultado de la confusi�n entre salvaci�n y salud es que hay confusi�n tambi�n en cuanto a las funciones del m�dico y del pastor. El m�dico reemplaza al pastor, o el pastor se transforma en un psiquiatra aficionado.
Quiz� algunos quieran responder que la palabra salvaci�n si se emplea en el Nuevo Testamento, particularmente en los evangelios, para hacer referencia a la liberaci�n f�sica.
Sozo se emplea para hacer referencia a la liberaci�n de la ceguera, en el caso de Bartimeo y del flujo de sangre.
En cada uno de estos casos Jes�s le dijo al que padec�a el mal �tu fe te ha salvado�, frase que en cada caso la Versi�n Popular traduce como �tu fe te ha sanado�.
Sozo se emplea tambi�n para hacer referencia al acto de salvar a quien se hunde ��Se�or, s�lvanos, que perecemos!�
�Hemos de argumentar en base a estos usos del verbo salvar que dondequiera que el Nuevo Testamento promete salvaci�n al creyente le est� ofrecido no s�lo la liberaci�n del pecado, sino tambi�n una especie de seguro global contra los males f�sicos de todo orden, incluyendo la enfermedad, la asfixia y la misma muerte? pues no.
El pecado es una enfermedad moral interior cr�nica que ning�n ser humano puede sanar, y si acudimos a los remedios humanos no hemos de mejorar sino que empeoraremos.
Por lo de m�s, �amenazan hundirnos las tormentas de la pasi�n pecaminosa o, incluso, la ira de Dios? Exclamemos entonces ��S�lvanos Se�or que perecemos!�, e inmediatamente el Se�or Jesucristo aquietar� la tormenta y no pereceremos sino que seremos salvados, y hasta podremos disfrutar de la paz y de la calma de su salvaci�n.

La segunda reconstrucci�n importante que se ha intentado sobre la doctrina de la salvaci�n ubica el dilema principal del hombre no en sus enfermedades f�sicas y mentales, sino en sus estructuras sociales y pol�ticas.
La salvaci�n es justicia, no salud.
En Bangkok ocurri� lo mismo que en Upsala: no se lleg� a una reconciliaci�n en cuanto a las cuestiones en disputa, y el Informe de la Asamblea contiene posiciones mutuamente excluyentes. Declara que la salvaci�n es la liberaci�n del pecado y todas sus consecuencias que Cristo ofrece a los individuos.
En la secci�n sobre la salvaci�n y la justicia social en una humanidad dividida aparecen estas aseveraciones: La salvaci�n que trajo Cristo, y en la que nosotros participamos, ofrece integraci�n plena frente a esta vida dividida.
De este modo salvaci�n es liberaci�n, y la liberaci�n cambia por igual a las personas a las estructuras

La teolog�a de la liberaci�n
La liberaci�n crea un nuevo pueblo elegido, que esta vez incluye a toda la humanidad. No existe justificativo b�blico alguno para tales aseveraciones. Por el contrario, los autores del Nuevo Testamento contradicen constantemente esta noci�n al insistir en la distinci�n entre los que est�n en Cristo y los que no lo est�n, los que tienen al Esp�ritu y los que no lo tienen.
El hombre se salva si se abre a s� mismo ante Dios y a los dem�s, aunque no sea plenamente consciente de lo que est� haciendo.

Si bien la liberaci�n de la opresi�n y la creaci�n de una sociedad nueva y mejor constituyen innegablemente la buena voluntad de Dios para el hombre, no obstante es necesario agregar que estas cosas no constituyen la salvaci�n que Dios le ofrece al mundo en y mediante Jesucristo.
La salvaci�n que se ofrece en el evangelio de Cristo tiene que ver con las personas m�s bien que con las estructuras.
Al reverendo Jer�nimo Haber, se lo invit� a evaluar la conferencia de Bangok. �Me asombra que ustedes puedan discutir d�a tras d�a La salvaci�n hoy� sin escuchar lo que dijo sobre ella el ap�stol Pablo. No he o�do a nadie hablar sobre la justificaci�n por la fe. No he o�do hablar sobre la vida perdurable�.
Stephen Nelly escribi� �La salvaci�n que se concibe en t�rminos puramente tridimensionales termina por no se salvaci�n absoluto.
No podemos objetar el uso de la palabra �salvaci�n� en un sentido pol�tico, siempre que quede claro que no estamos hablando pol�ticamente acerca se la salvaci�n de Dios en y mediante Cristo.
Lucas 4:18 se mencionan tres categor�as principales de personas, los pobres, los cautivos y los ciegos, y en Bangkok se dio por supuesto que se trataba en estos casos de condiciones literales y f�sicas.
Jes�s le dio vista a los ciegos; y por cierto que los ciegos deben despertar nuestra compasi�n en el d�a de hoy. Pero la restauraci�n milagrosa de la vista que hac�a Cristo lo se�alaba como la luz del mundo. Jes�s tambi�n alivi� las necesidades de los pobres y les dijo cosas bastante desconcertantes a los ricos. Pero es bien sabido que los �pobres� en el Antiguo Testamento no eran solamente los necesitados, sino tambi�n los hombres piadosos cuya esperanza y confianza estaban en Dios.
La �salvaci�n�, por la cual Cristo muri� una vez, y que ahora ofrece a los hombres, no es curaci�n psicof�sica ni liberaci�n sociopol�tica.
Dios se interesa grandemente en nuestros cuerpos y en nuestra sociedad, alg�n d�a tanto el cuerpo como la sociedad ser�n redimidos. Tendremos nuevos cuerpos y viviremos en una sociedad nueva.

�Qu� es la salvaci�n? Es libertad individual.
La salvaci�n que Cristo da a su pueblo, es libertad del pecado en todas sus horribles manifestaciones, y liberaci�n para iniciar una nueva vida de servicio hasta que finalmente lleguemos a la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Examinaremos a continuaci�n la doctrina neotestamentaria de la salvaci�n, en los tres tiempos o etapas conocidos, y en cada caso observaremos c�mo los aspectos negativo y positivo se complementan. �Liberaci�n� es un buen equivalente de �salvaci�n�, en buena medida porque apunta a la libertad hacia la cual se encaminan los liberados.
La raz�n de que el evangelio sea el poder de Dios para salvaci�n es la de que en ella la justicia de Dios se revela, y la raz�n de esta revelaci�n de la justicia de Dios en el evangelio es la revelaci�n de la ira de Dios.
Salvaci�n equivale a justificaci�n, y �sta es lo opuesto a condenaci�n.
Ninguna condenaci�n hay para los que est�n en Cristo Jes�s s�lo porque Dios mand� a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado.
Pablo destaca el hecho de que somos salvados de la ira y para ser hechos hijos. Dios mand� a su Hijo no s�lo para redimirnos sino tambi�n para adoptarnos como miembros de su familia.

Liberaci�n de s� mismo para el servicio
La salvaci�n en el Nuevo Testamento es tanto un proceso actual como un regalo recibido en el pasado.
La salvaci�n como proceso presente est� expresada en dos mandamientos apost�licos sorprendentes. �Ocupaos en vuestra salvaci�n�. Mientras que el ap�stol Pedro recalca la necesidad de que sus lectores crezcan para salvaci�n.
La salvaci�n y el Reino de Dios son sin�nimos.
La Iglesia que quiere ser portadora de la salvaci�n hoy tiene que ser salvada ella misma.

Liberaci�n de la corrupci�n para la gloria venidera
Fuimos salvados con la esperanza de ser salvos, y la esperanza de salvaci�n.
Cada d�a que pasa acerca m�s esa salvaci�n.
Nuestro gemir dentro de nosotros mismos es un anhelo de ser adoptados como hijos, cuando nuestro car�cter de hijos ser� plenamente revelado. De modo semejante, toda la creaci�n no s�lo ser� libertada de la esclavitud de corrupci�n sino que obtendr� la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
El doctor Rhadakrishnan, fil�sofo ind� y ex presidente de la India, coment� a algunos cristianos: �Ustedes afirman que Jesucristo es su Salvador, pero no parecen ser m�s �salvos� que los dem�s�. Es inevitable que nuestro mensaje de salvaci�n caiga en o�dos sordos si no ofrecemos evidencia alguna de que somos salvos, mediante una vida transformada y un nuevo estilo de vida.
Los cristianos tienen que parecerse a aquello de lo cual est�n hablando. Es la gente la que comunica principalmente, no las palabras o las ideas. La autenticidad surge de lo m�s �ntimo y profundo de las personas.

carlos monjaras m dijo...

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia II
TAREA: Resumen del libro La misión cristiana hoy
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Carlos Monjaras Mirón

CAPÍTULO 4 LA SALVACION

El término “misión” denota lo que Dios ha mandado que su pueblo cumpla en el mundo, y de importancia capital dentro de esta misión de servicio sacrificado está la “evangelización”

La centralidad de la salvación
Si lanzamos esta palabra en el medio de una conversación entre gente que no está prevenida, con seguridad que ha de provocar rubor, una sonrisa, o una señal de desagrado o de desaprobación. Esto es así porque para algunas personas el lenguaje de la salvación resulta embarazoso o cómico, mientras que para otros se trata de una herencia inútil que nos viene del vocabulario religioso tradicional del pasado.
Tal vez debiera darle a este capítulo el título de “la salvación ayer y hoy”, porque lo que nos interesa es determinar si las reconstrucciones modernas equivalen realmente a lo que los autores bíblicos escribieron.
“La salvación hoy” es fiel a lo que se entendía por salvación ayer, es decir, a la enseñanza de Jesús y sus apóstoles sobre lo que es la “salvación”.
El Dios de la Biblia es un Dios que constantemente viene en busca de su prívelo para rescatarlo, que ha tomado la iniciativa para salvar.
De aquí que la Biblia sea una Heilsgeschichte, una historia de los portentosos actos salvíficos de Dios. En efecto, ella es más que una crónica del pasado; es un manual contemporáneo de salvación, que puede “hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. El Cristianismo bíblico nos obliga a indagar qué es lo que Dios obra, lo que Cristo obtiene, lo que la Escritura revela y lo que el evangelio ofrece.

La salvación y la salud física
Primero, salvación no significa salud psico-física
El aspecto saliente de su tesis es el de que la salud física y mental “es de la misma esencia del evangelio de la gracia de Dios”. Nunca llega a decir que ser sano y tener la salvación es la misma cosa, pero llega muy cerca. “El poder salvador de la gracia de Dios es para el hombre total”.
Cristo vino no para preservar la vida sino para desarrollarla al máximo, para que el hombre sea completo en todo sentido
Lo que sí niego es que dicha curación, o más bien, cualquier clase de curación –natural o sobrenatural- sea, o esté incluida en lo que quiere decir la Biblia por esa salvación que ahora se ofrece a la humanidad por Cristo y mediante el evangelio.
Un resultado de la confusión entre salvación y salud es que ha confusión también en cuanto a las funciones del médico y del pastor. El médico reemplaza al pastor, o el pastor se transforma en un psiquiatra aficionado. La tarea auténtica de la Iglesia no es ante todo la de volver a los hombres a una relación correcta con Dios… El verdadero problema del hombre no es simplemente que está enfermo, sino que es un rebelde.
La salvación por fe en el Cristo crucificado y resucitado tiene sentido moral y no material; es la de que sus obras de rescate físico (de la enfermedad, de perecer ahogado, de la muerte) constituían señales intencionales de su salvación, y así fueron entendidas por la iglesia primitiva.

La salvación y la liberación política
La segunda reconstrucción importante que se ha intentado sobre la doctrina de la salvación ubica el dilema principal del hombre no en sus enfermedades físicas y mentales, sino en sus estructuras sociales y políticas, Reinterpreta, por lo tanto, la salvación como la liberación de las gentes pobres y desamparadas. El problema reside en la opresión, no en la enfermedad; por ello la salvación es justicia, no salud.

La teología de la liberación
Todo esto –la necesidad del hombre de adquirir libertad y de realizarse, y de tomar conciencia de su responsabilidad para la reconstrucción de la sociedad- es bíblico y bueno. Tanto la meta como los medios están bien definidos.
Por otra parte, “desde que Dios se hizo hombre, la humanidad, todos los hombres, la historia, son templo viviente de Dios” y la “liberación crea un nuevo pueblo elegido, que esta vez incluye a toda la humanidad”

La cuestión hermenéutica
Si bien la liberación de la opresión y la creación de una sociedad nueva y mejor constituyen innegablemente la buena voluntad de Dios para el hombre, no obstante es necesario agregar que estas cosas no constituyen la “salvación” que Dios le ofrece al mundo en y mediante Jesucristo. La salvación que se ofrece en el evangelio de Cristo tiene que ver con las personas más bien que con las estructuras. Es liberación de otro tipo de yugo que la opresión política y económica.

No podemos objetar el uso de la palabra “salvación” en un sentido político, siempre que quede claro que no estamos hablando políticamente acerca de la salvación de Dios en y mediante Cristo.

La salvación y la libertad individual
Luego, ¿Qué es la salvación? Es libertad individual. Es verdad que algunas veces da como resultado una mayor medida de salud física y mental. Es verdad, también, que tiene consecuencias sociales insospechadas. No obstante, la salvación misma, la salvación que Cristo da a su pueblo, es libertad del pecado en todas sus horribles manifestaciones, y liberación para iniciar una nueva vida de servicio hasta que finalmente lleguemos a “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”
Todo esto constituye un importante trasfondo para nuestro entendimiento de la salvación de Dios. El es el Dios vivo, el salvador; los ídolos están muertos y no pueden salvar. Cuando Dios salva a su pueblo, no sólo los rescata del opresor sino que los salva para sí.

Liberación del juicio para adquirir la calidad de hijo
En su etapa pasada “salvación” significa liberación del justo juicio de Dios sobre el pecado. No se trata simplemente de que nos sentíamos culpables, que teníamos conciencia de culpa, y que en Jesucristo encontramos alivio, sino de que éramos culpables ante Dios real y objetivamente. En esta etapa pasada “salvación equivale a “Justificación”, y ésta es lo opuesto a condenación. Todos los que están “en Cristo” son sesosmenoi
(Efesios 2.8, 9), es decir, los que han sido salvados.

Liberación de sí mismo para el servicio
Consideremos ahora la etapa presente de la salvación. La salvación en el Nuevo Testamento es tanto un proceso actual como un regalo recibido en el pasado. En esta salvación presente, también, debemos dar realmente al aspecto positivo. Estamos siendo librados de la esclavitud a nosotros mismos para entrar en la libertad del servicio. Jesús dice que somos esclavos del pecado, y no hay peor esclavitud que la de estar encerrados en nosotros mismo.
Esta salvación presente, esta liberación de las ataduras de nuestro egoísmo para adquirir libertad en el servicio.

Liberación de la corrupción para la gloria venidera
En tercer término, la salvación de Dios, don recibido y proceso continuo, es también el objeto de nuestra esperanza cristiana. Fuimos salvados con la esperanza de ser salvos, y la “esperaza de salvación” es el casco o yelmo que lleva el soldado cristiano (Romanos 8. 24; 1 Tesalonicenses 5.8)
¿Somos salvos? Sí –y nos “gloriamos” (Romanos 5.2, 3, 11). ¿Somos salvos? No –y en este cuerpo, con toda la creación, “Gemimos dentro de nosotros mismos” mientras esperamos la consumación. Nos regocijamos y gemimos; ésta es la experiencia paradójica de los cristianos que han sido salvados y están siendo salvados, y que al mismo tiempo no están salvados aún. Las buenas nuevas siguen siendo poder de Dios para salvación a los que creen. Todavía salva a los creyentes por el kerygma, el anuncio de Cristo Jesús.
Los cristianos… tienen que parecerse a aquello de lo cual están hablando. Es la gente la que comunica principalmente, no las palabras o las ideas…La autenticidad surge de los más íntimo y profundo de las personas… Lo que tiene poder de comunicación ahora es básicamente la autenticidad de las personas” En última instancia la autenticidad personal cristiana es una auténtica experiencia de salvación.

FERNANDO RODRIGUEZ dijo...

IV. LA SALVACION

La centralidad de la Salvación
El tema central de la salvación lo entraña la persona de Cristo Jesús significa DIOS EL SALVADOR o DIOS DE SALVACION su titulo completo es el de NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO..
LA BIBLIA ES UN HEILSGESCHICHTE, UNA HISTORIAS DE EL PODER SALVIFICO DE Dios.
Es un manual contemporáneo de la salvación para instruirnos y hacernos salvos.
La salvación y la salud Física.

Estas no tiene nada que ver con el acto de la salvación el Señor podía hacer milagros pero actualmente el ministerio de la sanación lo tienen en sus manos los médicos.
La tarea de la Iglesia es de devolver a los hombres a una relación correcta con Dios.
El pecado es una enfermad moral crónica y solo Dios nos puede Salvar.
La Salvación y la liberación política.
La salvación es Justicia. Lo que se busca son las señales de plenitud de la humanidad en Cristo nuestro señor. El establecimiento del Shalom. La paz.
La salvación que nos trae Cristo se trata de la salvación del alma y del cuerpo del individuo y de loa sociedad de la humanidad y de la creación que gime.
La teología de la Liberación
Liberación de todo lo que limite e impide al hombre que se auto determine, liberación de todos los impedimentos del ejercicio de su libertad.
.La salvación y la libertad individual
1.- Dios se interesa en nuestros cuerpos y en nuestra sociedad
2.- estos dos serán redimidos
3.- El amor nos impulsa a trabajar en las esferas de libertad, dignidad, justicia y paz.


La libertad del Juicio para adquirir la calidad de hijo.
En resumen Adopción de nuestro Dios fue mediante la propiciación.
Liberación de si mismo para el servicio
Liberación de si mismo para el servicio
Ocupaos de vuestra salvación dice pablo haciendo de este modo un llamado a los filipenses.

omar martinez dijo...

V. LA CONVERSIÓN

La misión es el servicio de amor que Dios manda que los suyos cumplan en el mundo. La palabra conversión denota la respuesta del hombre que exigen las buenas nuevas y sin la cual no se puede recibir la salvación.

EL DESARROLLO CONTEMPORANEO DE LA CONVERSIÓN.
Una razón más que ha hecho que la gente sienta desagrado por la idea de la conversión, se relaciona con la impresión de arrogante imperialismo que ha producido algunos evangelistas toda vez que nuestra evangelización baja al nivel de construcción, competencia de pesca, desde luego que desacreditamos la palabra conversión.
Si hemos de ser verdaderamente bíblicos en nuestro entendimiento de la doctrina, debemos mantener unidos estos dos conceptos: que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo y que nosotros tenemos que estar en Cristo si hemos de recibir la reconciliación.
Nuestra obligación consiste en predicar la paz en el sentido de prometer paz con Dios mediante Jesucristo a los que se arrepienten y creen.

LA CONVERSIÓN Y LA REGENARIÓN
Volverse de los ídolos y el pecado se llama generalmente arrepentimiento y el volverse a Dios y a Cristo es fe, legamos a la interesante ecuación bíblica de que arrepentimiento más fe es igual a conversión.
La regeneración es un acto divino, mientras que la conversión es un acto humano. Le regeneración es un acto divino, un nacimiento de arriba, un nacimiento del espíritu. La conversión por otra parte es lo que hacemos cuando nos arrepentimos y creemos.
La regeneración y la conversión es que la primera es obra instantánea y completa de Dios, mientras que el acto de volvernos en arrepentimiento y fe que llamamos conversión es más bien un proceso que un acontecimiento.
El arrepentimiento debe profundizarse y la fe debe fortalecerse. La conversión es sólo el comienzo.

LA CONVERSIÓN Y EL ARREPENTIMIENTO
Lo que hoy se necesita al predica el arrepentimiento es tanto integridad como realismo.
Además de la integridad, la predicación del arrepentimiento y del señorío de Cristo requiere realismo.


LA CONVERSIÓN Y LA IGLESIA
La segunda consecuencia de la conversión es la membrecía eclesiástica.
Debemos volver a la Biblia y a su testimonio invariable de que mediante el proceso histórico Dios ha venido llamando a los hombres a volverse hacia él.
Comunión cristiana es algo diferente en esencia. Tiene origen y naturaleza sobrenaturales, porque comprende la comunión con Dos al mismo tiempo que con los demás integrantes.

LA CONVERSIÓN Y LA SOCIEDAD
El que se convierte a Jesucristo vive en el mundo tanto como en la iglesia, tiene por lo tanto, obligaciones para con el mundo así como para con la iglesia.
Cristo estaba comprometido con el pueblo. Así debería ser con nosotros también.

LA CONVERSIÓN Y LA CULTURA
Los cristianos que se deshacen completamente de la sociedad en que fueron criados pueden terminar sintiéndose sin raíces e inseguros y hasta pueden caer en el libertinaje moral. La cultura consiste en las costumbres y la gente se siente amenazada cuando las costumbres corren peligro.
La cultura debe siempre ser probada y juzgada por las Escrituras y necesitamos discernimiento para evaluarla.

LA CONVERSIÓN Y EL ESPÍRITU SANTO
Los apóstoles se apoyan humildemente en el poder del Espíritu Santo. Ellos creían que el hombre está muerto en delitos y pecados, ciego a las verdades espirituales y que es esclavo del pecado y de Satanás.
Solamente el Espíritu Santo puede abrirle los ojos, iluminar su oscuridad, liberarlo de su esclavitud, volverlo a Dios y trasladarlo de la muerte a la vida.
Cuatro aspectos para los cuales se justifica confiar en el Espíritu Santo:
1) Es la falta de preparación adecuada.
2) La confianza en el Espíritu Santo no puede constituir justificativo alguno para un antiintelestualismo.
3) El confiar en el Espíritu Santo no puede justificar la irrelevancia. Sin el Espíritu Santo toda nuestra explicación es inútil.
4) El confiar en el Espíritu Santo no justifica la supresión de nuestra personalidad.

eleazzar gonzalez garcia dijo...

SEMINARIO TEOLOGICO BAUTISTA CAMPUS HOREB

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia
TAREA: Resumen del libro LA MISION CRISTIANA HOY
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Eleazar González García
V. LA CONVERSION
La misión, la evangelización, el diálogo, la salvación, y la quinta palabra a considerar es la conversión.
Denota la respuesta del hombre que exigen las buenas nuevas y sin la cual no se puede recibir la salvación.
Hay una segunda razón que ha hecho que la gente sienta desagrado por la idea de la conversión.
La evangelización y el proselitismo son decididamente actividades muy diferentes.
Evangelizar es sembrar y esperar con respetuosa humildad y con expectante esperanza: con humildad porque la semilla que sembramos tiene que morir; con esperanza parque esperamos que Dios hará que la semilla germine y produzca el cuerpo correspondiente.
Si fuera cierto que todos los hombres son salvos, entonces la única función que le quedaría a la evangelización sería la de dar a conocer a los ignorantes las buenas noticias, y la conversión.
Les proclamamos las buenas nuevas de Jesús no porque ya estén salvados, sino con el fin de que puedan ser salvos de la perdición. Nuestra obligación consiste en predicar la paz.
No es el dogmatismo lo que resulta indecoroso cuando se habla sobre el hecho del infierno; pero la rabia y la frivolidad sí lo son. ¿Cómo podemos pensar en el infierno sin que se nos llenen los ojos de lágrimas?

El evangelio requiere una respuesta, a esa respuesta se le llama conversión.
El Nuevo Testamento el verbo epistrefo se encuentra generalmente en la voz media o pasiva.
Pero al mismo tiempo tiene un sentido activo y significa entonces volver, en el sentido de darse vuelta, por ejemplo cuando Jesús se volvió, cuando estaba rodeado por la multitud, para ver quién lo había tocado. El otro significado es el de volver en el sentido de retornar, regresar, como cuando un saludo no deseado vuelve al que lo emitió.
Ya que el volverse de los ídolos y el pecado se llama generalmente arrepentimiento, y el volverse a Dios y a Cristo fe, llegamos a la interesante ecuación bíblica de que arrepentimiento + fe = conversión.
Podemos mencionar tres diferencias:
Primero, la regeneración es un acto divino, mientras que la conversión es un acto humano. La regeneración es un nuevo nacimiento, un nacimiento de arriba.
La conversión, por otra parte, es lo que hacemos cuando nos arrepentimos y creemos.
En segundo lugar, la regeneración es inconsciente, mientras que normalmente la conversión es un acto consciente.
El nuevo nacimiento es en sí obra misteriosa.
La tercera diferencia entre la regeneración y la conversión es que la primera es obra instantánea y completa de Dios, mientras que el acto de volvernos en arrepentimiento y fe que llamamos conversión es más bien un proceso que un acontecimiento.
El nacimiento mismo es un evento crítico. Nacemos o no nacemos, del mismo modo en que estamos vivos o muertos.
Es indudable que en la experiencia de muchas personas llega un momento en el que ese volverse que llamamos conversión se completa. Porque si bien la regeneración no puede aumentar, el arrepentimiento y la fe que constituyen la conversión sí pueden aumentar.
La conversión es sólo el comienzo. Delante de nosotros se extiende una vida entera de crecimiento para llegar a la madurez en Cristo.

La conversión y el arrepentimiento
El elemento del arrepentimiento está lamentablemente ausente de buena parte de la predicación evangelizadora moderna.
El Señor Jesús jamás encubrió el costo del discipulado; antes bien, indicaba a quienes querían ser sus discípulos que debían sentarse primero y calcular los gastos, porque les estaba exigiendo que, si querían seguirle, debieran negarse a sí mismos y tomar su cruz.
Esto es así porque en la conversión cristiana no sólo se trata de que las cosas viejas pasan sino que en su lugar vienen cosas nuevas.
No basta con llamar a la gente al arrepentimiento en términos vagos, como si la conversión pudiese efectuarse en una especie de vacío místico del que se ha extraído previamente toda la vida real.
La conversión cristiana pone a la gente en contacto con la comunidad cristiana. La conversión cristiana congrega a la gente en la comunidad de adoración, la comunidad docente y la comunidad del servicio a todos los hombres.
La congregación cristiana que llama a los hombres a convertirse y a unirse a la iglesia ha de exhibir en forma visible “la gracia de Dios, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo”.
La conversión no debe apuntar a sacar al converso del mundo, sino más bien a dejarlo en el mundo.
Si la primera orden de Jesús fue “¡Venid!”, la segunda fue “¡Id!”, es decir, tenemos que volver al mundo del cual hemos salido, pero como embajadores de Cristo.

La conversión y el Espíritu Santo
En la evangelización somos nosotros los que proclamamos y en el diálogo somos nosotros los que escuchamos. La salvación es lo que nosotros deseamos que nuestros amigos reciban. Y la conversión describe. Lo que nosotros hacemos, tanto cuando nosotros mismos nos volvemos a Cristo como cuando llevamos a otros a Cristo.
Los apóstoles se apoyaban humildemente en el poder del Espíritu Santo. Ellos creían, y nosotros debemos creer con ellos, que el hombre está muerto en delitos y pecados, ciego a las verdades espirituales, y que es esclavo del pecado y de satanás. En consecuencia, no puede volverse por sí mismo ni salvarse a sí mismo. Tampoco puede otro hombre hacerlo volver ni salvarlo. Solamente el Espíritu Santo puede abrirle los ojos, iluminar su oscuridad, liberarlo de su esclavitud, volverlo a Dios y trasladarlo de la muerte a la vida.
A continuación algunas palabras de precaución, cuatro aspectos para los cuales no se justifica confiar en el Espíritu Santo. El primero es la falta de preparación adecuada.
La confianza en el Espíritu Santo no puede constituir justificativo alguno para un antiintelectualismo.
En tercer lugar, el confiar en el Espíritu Santo no puede justificar la irrelevancia.
En cuarto lugar, confiar en el Espíritu Santo no justifica la supresión de nuestra personalidad.
A lo largo de toda su historia, la iglesia ha oscilado de un extremo al otro.
Las Escrituras nos enseñan que es la necesidad de una adecuada combinación de humildad y humanidad.

carlos monjaras m dijo...

V. LA CONVERSION

La “misión” es el servicio de amor que Dios manda que los suyos cumplan en el mundo, Incluye la evangelización y la acción social, porque ambas son en sí mismas auténticas expresiones de amor, y ninguna de ellas requiere el auxilio de la otra como justificación.
El carácter de la “evangelización” se refleja en una fiel proclamación de las buenas nuevas. El “diálogo” constituye un paso preliminar necesario, por cuanto debemos escuchar antes de proclamar; y la “salvación”
“conversión”. Denota la respuesta del hombre que exigen las buenas nuevas y sin la cual no se puede recibir la salvación.

Hay una segunda razón que ha hecho que la gente sienta desagrado por la idea de la conversión. Esta se relaciona con la impresión de arrogante imperialismo que han producido algunos evangelistas. A estas formas pervertidas de la evangelización, sin embargo, sería mejor denominarlas “proselitismo”, porque la evangelización y el proselitismo son decididamente actividades muy diferentes.
De manera que si hemos de ser verdaderamente bíblicos en nuestro entendimiento de la doctrina, debemos mantener unidos estos dos conceptos: primero, que Dios estaba “en Cristo” reconciliando al mundo consigo mismo, y, segundo, que nosotros mismos tenemos que estar “en Cristo” si hemos de recibir la reconciliación (2 Corintios 5.18-21; Rom. 5.11) Les proclamamos las buenas nuevas de Jesús no porque ya estén salvados, sino con el fin de que puedan ser salvos de la perdición.

La conversión y la regeneración
Luego, entonces, si el evangelio requiere una respuesta, a esa respuesta se le llama “conversión”. ¿Qué significa? En el Nuevo Testamento el verbo epistrefo se encuentra generalmente en la voz media o pasiva, y por este hecho se lo ha traducido seis veces “convertíos” (“ser convertidos”, por ejemplo en Hechos 3.19). Ya que el volverse de los ídolos y el pecado se llama generalmente “arrepentimiento”, y el volverse a Dios y a Cristo “fe”, llegamos a la interesante ecuación bíblica de que “arrepentimiento + fe = conversión”.
¿Cuál es, por lo tanto, la relación entre la conversión y la regeneración o nuevo nacimiento? Podemos aseverar sin duda alguna que todos los convertidos han sido regenerados y que todos los que están regenerados han sido convertidos.

Primero, la regeneración es un acto divino, mientras que la conversión es un acto humano.
En segundo lugar, la regeneración es inconsciente, mientras que normalmente la conversión es un acto consciente.
La tercera diferencia entre la regeneración y la conversión es que la primera es obra instantánea y completa de Dios, mientras que el acto de volvernos en arrepentimiento y fe que llamamos “conversión” es más bien un proceso que un acontecimiento.
Es evidente, sin embargo, que muchas conversiones son graduales. La persona comienza a sentir que la conciencia le molesta y a comprobar la necesidad del arrepentimiento. El Espíritu Santo comienza a abrirle los ojos y empieza a ver en Jesucristo el Salvador que necesita.
Es indudable que en la experiencia de muchas personas llega un momento en el que ese volverse que llamamos conversión se completa, y la fe naciente se transforma en fe salvadora.
A veces se sugiere que la conversión es un fenómeno psicológico común a muchas religiones

La conversión y el arrepentimiento
Primeramente consideremos la conversión y el señorío de Cristo. El elemento del arrepentimiento está lamentablemente ausente de buena parte de la predicación evangelizadora moderna, a pesar de que ocupaba un lugar prominente en el mensaje de nuestro Señor.
Lo que hoy se necesita al predicar el arrepentimiento es tanto integridad como realismo. En toda la tarea evangelizadora tiene que haber integridad. La integridad. La preocupación por conseguir convertidos a veces nos induce a callar el llamado al arrepentimiento.
Además de la integridad, la predicación del arrepentimiento y del señorío de Cristo requiere realismo. No basta con llamar a la gente al arrepentimiento en términos vagos, como si la conversión pudiese efectuarse en una especie de vacío místico del que se ha extraído previamente toda la vida real.

La conversión y la iglesia
La segunda consecuencia de la conversión es la membresía eclesiástica. En nuestro día, sin embargo, se oyen ciertas voces influyentes que sugieren que no se les debe necesariamente requerir a los convertidos que se unan a alguna iglesia.
¿Acaso no es nuestro deber cristiano, a la luz de lo expresado, procurar renovar la iglesia, en lugar de eludirla o abandonarla? Ella sigue siendo la iglesia de Dios, a menos, naturalmente, que haya apostatado totalmente de la verdad revelada por él. A pesar de sus amargas facciones, de la inmoralidad que toleraba, de los desórdenes en los cultos de adoración públicos y de las vicisitudes doctrinales, Pablo se dirige a la iglesia en Corinto llamándola “la iglesia de Dios que está en Corinto” (1 Corintios 1.2)

La conversión y la sociedad
En tercer lugar, corresponde examinar la relación entre la conversión y la responsabilidad social. La entrega a Cristo lleva consigo la entrega a ese mundo al cual y para el cual vino él.

La conversión y la cultura
Llegamos, en cuarto lugar, ala cuestión de la conversión y la cultura humana. Tanto en occidente como en oriente resulta vital que aprendamos a distinguir entre Escrituras y cultura, y entre aquellas cosas de la cultura que son inherentemente malas, y a las que debemos por lo tanto renunciar por amor a Cristo, y aquellas cosas que son buenas o neutras y pueden por ello ser redimidas, o incluso transformadas o enriquecidas.
En tercer Mundo, también, y dondequiera que alguna religión no cristiana domine la cultura del país, los cristianos requieren gran sabiduría para discernir entre lo que puede conservarse y lo que debe ser abandonado.

La conversión y el Espíritu Santo
El quinto y último aspecto de la conversión a desarrollar es el de su relación con la obra del Espíritu Santo. La misión, he insistido, es lo que a nosotros se nos ha mandado a hacer en el mundo. En la evangelización somos nosotros los que escuchamos. La salvación es lo que nosotros hacemos, tanto cuando nosotros mismos nos volvemos a Cristo como cuando llevamos a otros a Cristo.
Pero todo este lenguaje relacionado con actividad humana resulta sumamente engañoso si se lo interpreta en el sentido de que en última instancia la misión es obra humana y la conversión es realización humana también. En rigor de verdad, ésta es, precisamente, la impresión que damos con frecuencia. En contraste con el tono de arrogante autosuficiencia de la era moderna los apóstoles se apoyaban humildemente en el poder del Espíritu Santo. Ellos creían (y nosotros debemos creer con ellos) que el hombre está muerto en delitos y pecados, ciego a las verdades espirituales, y que no es esclavo del pecado y de Satanás. En consecuencia, no puede “volverse” por sí mismo no salvarse a sí mismo. Tampoco puede otro hombre hacerlo “volver” ni salvarlo. Solamente el Espíritu Santo puede abrirle los ojos, iluminar su oscuridad, liberarlo de su esclavitud, volverlo a Dios.
Debemos rehusarnos a forzar a la gente a que entre a golpes en el reino de Dios. El solo hecho de intentarlo constituye un insulto a la dignidad de los seres humanos y una pecaminosa usurpación de las prerrogativas del Espíritu Santo. Por cierto que el Espíritu Santo puede darnos palabras si sorpresivamente nos vemos ante la necesidad de hablar y no hemos tenido oportunidad de prepararnos. Pero también puede clarificar y dirigir nuestro pensamiento en el estudio. Luego la confianza en el Espíritu Santo no puede constituir justificativo alguno para un antiintelectualismo.
Lo que las Escrituras nos enseñan, en cambio, es la necesidad de una adecuada combinación de humildad y humanidad –la humildad necesaria para permitir que Dios sea Dios, reconociendo que sólo él puede dar vista a los ciegos y vida a los muertos, y la humanidad de ser como somos, de ser como él nos ha hecho, sin suprimir nuestra individualidad personal, sino ejercitando los dones que él nos ha dado y ofreciéndonos a nosotros mismos a Dios como instrumentos de justicia en sus manos.



Carlos Monjaras Mirón

SOFIA dijo...

Fecha: 11 de julio de 2008.
Materia: NATURALEZA Y MISIÓN DE LA IGLESIA II

Maestro: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Agustín Alberto Ceballos Hernández

La Misión Cristiana Hoy. John R. W. Stott
Capítulo V. La Conversión.

La palabra conversión denota la respuesta del hombre que exigen las buenas nuevas y sin la cual no se puede recibir la salvación.

EL DESARROLLO CONTEMPORANEO DE LA CONVERSIÓN
Una razón que ha hecho que la gente sienta desagrado por la idea de la conversión, se relaciona con la impresión de arrogante imperialismo que han producido algunos evangelistas; toda vez que nuestra evangelización baja al nivel de construcción, competencia de pesca, desacreditamos la palabra conversión.
Si fuera cierto que todos los hombres son salvos, entonces la única función que le quedaría a la evangelización sería la de dar a conocer a los ignorantes las buenas noticias, y la conversión dejaría de indicar un cambio de ninguna clase excepto por lo que se refiere a una toma de conciencia de su verdadera identidad por parte del hombre. Dios nos reconcilio consigo mismo por Cristo. Es por ello que ahora nos encomienda el ministerio y el mensaje de la reconciliación.
Si hemos de ser verdaderamente bíblicos en nuestro entendimiento de la doctrina, debemos mantener unidos estos dos conceptos: que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo y que nosotros tenemos que estar en Cristo si hemos de recibir la reconciliación.
Nuestra obligación consiste en predicar la paz en el sentido de paz con Dios mediante Jesucristo a los que se arrepienten y creen.

LA CONVERSIÓN Y LA REGENERACIÓN
Volverse de los ídolos y el pecado se llama generalmente arrepentimiento y el volverse a Dios y a Cristo es fe. Arrepentimiento más fe es igual a conversión.
Podemos aseverar sin duda alguna que todos los convertidos han sido regenerados y que todos los que están regenerados son convertidos.
La regeneración es un acto divino, un nacimiento del espíritu, mientras que la conversión es un acto humano. La conversión es lo que hacemos cuando nos arrepentimos y creemos.
La regeneración es inconsciente mientras que normalmente la conversión es un acto consciente.
La regeneración es obra instantánea y completa de Dios, mientras que el acto de volvernos en arrepentimiento y fe que llamamos conversión es más bien un proceso que un acontecimiento. El arrepentimiento debe profundizarse y la fe debe fortalecerse. La conversión es sólo el comienzo.

LA CONVERSIÓN Y EL ARREPENTIMIENTO
El elemento del arrepentimiento está lamentablemente ausente de buena parte de la predicación evangelizadora moderna, a pesar de que ocupaba un lugar prominente en el mensaje de nuestro Señor y en el de sus apóstoles.

LA CONVERSIÓN Y LA IGLESIA
La segunda consecuencia de la conversión es la membresía eclesiástica.
La comunión cristiana tiene origen y naturaleza sobrenaturales, porque comprende la comunión con Dios al mismo tiempo que con los demás integrantes de la iglesia.

LA CONVERSIÓN Y LA SOCIEDAD
El que se convierte a Jesucristo vive en el mundo tanto como en la iglesia, y tiene por lo tanto, obligaciones para con el mundo así como para con la iglesia.
La conversión no debe apuntar a sacar al converso del mundo, sino más bien a dejarlo en el mundo; se trata ahora de la misma persona en el mismo mundo y, sin embargo, una nueva persona con nuevas convicciones y nuevas normas de vida.

LA CONVERSIÓN Y LA CULTURA
La conversión no supone la renuncia automática a toda la cultura heredada.
Algunas congregaciones le exigen a cada nuevo miembro no sólo una conversión sino también un cambio de cultura. Tiene que volverse atrás dos generaciones y someterse a lo que podría llamarse una penosa circuncisión cultural. En muchos casos los nuevos convertidos adoptan así una actitud negativa hacia su cultura anterior.
Los cristianos que se deshacen completamente de la sociedad en que fueron criados pueden terminar sintiéndose sin raíces e inseguros.
La cultura debe siempre ser probada y juzgada por las Escrituras; solo de esta forma se puede evaluar correctamente.

LA CONVERSIÓN Y EL ESPÍRITU SANTO
La conversión describe lo que nosotros hacemos, tanto cuando nosotros mismos nos volvemos a Cristo como cuando llevamos a otros a Cristo.
Los apóstoles se apoyaban en el poder del Espíritu Santo. Ellos creían que el hombre está muerto en delitos y pecados, ciego a las verdades espirituales y que es esclavo del pecado y de Satanás.
Solamente el Espíritu Santo puede abrirle los ojos, iluminar su oscuridad, liberarlo de su esclavitud, volverlo a Dios y trasladarlo de la muerte a la vida.
1. El confiar en el Espíritu Santo no debe tener como fin evitarnos la tarea de prepararnos.
2. La confianza en el Espíritu Santo no puede constituir justificativo alguno para un antiintelectualismo.
3. El confiar en el Espíritu Santo no puede justificar la irrelevancia. Sin el Espíritu Santo toda nuestra explicación es inútil.
4. El confiar en el Espíritu Santo no justifica la supresión de nuestra personalidad.

Francisco Naves dijo...

5.

La misión en los Evangelios sinópticos.

Juan Carlos Cevallos A.

En los Evangelios sinópticos, Jesucristo enseñó sobre la misión de la Iglesia y que es la misión de la Iglesia, tema que no tiene fin. Como fue la misión de Jesús. Al ver lo que hizo el maestro nos proyectamos no sólo ha pasado, sino sobre todo al futuro. Los Evangelios son literatura de misión en el sentido más pleno de la palabra. Son documentos de emisión destinados a la iglesia misma, que pretende justificar, renovar y motivar los títulos de la Iglesia para dar el ministerio de Jesús: ese ministerio que derriba fronteras. La misión es él completo propósito redentor de Dios. Nuestra misión, entonces deriva de la de Dios.

1. Mateo.

Fue escrito para enseñar a las iglesias como participar en la misión de Cristo. “Dios está con nosotros” (Mateo 1. 23). Hay temas básicos para la comprensión de los Evangelios.
1. Jesús y el reino.

No hay otra misión de la Iglesia que presentar el reino de Dios entre los seres humanos, todo el ministerio de Jesús giró en torno de la presencia del reino entre los seres humanos.

Padilla dice: “el reino que Cristo proclama, es el poder de Dios en acción entre los hombres por medio su persona y ministerio”. Es el mundo que se introduce en el orden de Dios, la intervención de Dios en un mundo que requiere liberación y nueva vida. Él pudo vencer la tentación del poder político cuando estuvo a su alcance en varias oportunidades, Mateo 4 8-10; Lucas 4. 6-8. Su presencia perturbó la tranquilidad del poder corrupto (Mateo 2. Uno-12; 14. 1-12; 27. 11; Marcos 6. 14-32; Lucas 9. 7-9). Su presencia desacralizó la absolutización del poder político: no es el César el que determina lo que hay que hacer (Mateo 22. 21; Marcos 12. 17; Lucas 20. 25). Un reino que ya ha irrumpido la dimensión futura del reino (Mateo 8. 11; 22. 2-10; 6. 10; Lucas 11. 2; 14. 15-24); la misión de Jesús parte de esta premisa (Mateó 12. 28). Es terreno tiene que ver con el poder de Dios que actúa, pues “los ciegos ven, los Cojos andan, los que tienen lepra son sagrados, los sordos oyen, los muertos resuciten y a los pobres se les anuncia las buenas nuevas “(Mateo 11. 5, 6; Lucas 7. 22, 23). Mateo usó 50 veces la expresión “reino de Dios” o “reino de los cielos”. El reino de Dios es un proyecto histórico, con el propósito de cambiar la miseria humana. La renovación en la mística (identidad cristiana) como en la encarnación e culturización. El reno no se puede parcelar.

2. Jesús y la formación de una comunidad.

La visión de Iglesia, debe conducir a la formación y el desarrollo de discípulos. “Una misión en anchura debe ir acompañada de una visión en profundidad.” “La Iglesia no es el reino de Dios sido sólo un comienzo, un siglo, su, de ser”. Mateo 16. 13-20 y Marcos 8. 27-30 nos presenta la lucha de los discípulos de Jesús por reconocerlo como él Mesías. Dios reina sobre los que eligen ser pobres y se mantienen fieles a esa elección (Mateó 5.3, 10); su reinado proporcionará felicidad verdadera, suscitará oposición de los poderosos (Mateo 5. 10ª). Supresión de toda injusticia (Mateos 5. 4-6). Una sociedad basada en el amor al prójimo, se experimentará la plenitud del amor de Dios (Mateos 5. 7-9). Una nueva sociedad humana que, frente a la idolatría del dinero, se asienta en el reconocimiento de Dios como único rey de de la felicidad (Mateo 5.3, 10). Marcos (Marcos 3. 13-19), narra la constitución de los 12.

Comunidad mesiánica. El estipulo paga un costo por su discípulado. No hay alternativa (Mateo 5. 10-12). “Pescadores de hombres” está precedido por un compromiso a seguirle (Mateo 4. 17-22; Marcos 1. 14-20; Lucas 4. 14, 15; 5.1-11).. Ser un discípulo de ser un seguidor. Es el que guarda las instrucciones recibidas y las convierte en su regla de conducta. El único recurso que queda es el luto y el ayuno (Mateo 9. 15, Marcos 2. 20; Lucas 5. 35). Dios envía a Jesús (Mateo 10. 40; 15. 24); el discípulo es enviado (Mateo10.5). Igual que Jesús, el discípulo expulsa a los demonios (Mateo 10. 8). Sumisión completa a una nueva disciplina, adopción de un nuevo estilo de vida, e incorporación a una nueva comunidad. Seguir a Jesús es llevar a la persona a una relación de fidelidad. Es sobre todo escuchar en actitudes de ir responder entre a las demandas de Jesús. El chivo que hay que colocarse, fácil y ligero (Mateo 11. 28-30). La comunidad de Jesús es como un imán que invita el mundo a participar de justicia, amor y paz. Por medio de la Iglesia y sus buenas obras, el reino de Dios se manifiesta a los seres humanos (Mateos 5. 16). Costas dice: 1. ¿Están conduciendo a hombres y mujeres a seguir a Jesús a través de las encrucijadas de la vida? 2. ¿los están capacitando para participar en la misión de pesos en el mundo? 3. ¿Los están enseñando a obedecer en todas las cosa? ¡Seguir, participar, obedecer! Son éstas tres señales fundamentales en. Auténtico discípula o… De una piel y verdadera misión cristiana.

3. Jesús y la escatología.

Es escatología por qué es anuncio del Mesías. La predicación del Evangelio marca el inicio del tiempo de la salvación, y es el cumplimiento escatológico que se ha hecho carne en Jesús. Se está cumpliendo el antiguo testamento. Los milagros, al igual que el anuncio del Evangelio a los despojados, son señales de que el reino de Dios a llegado (Mateo 8. 17). El futuro tiene su importancia en que la culminación de un proceso que ella inició con la presencia de Dios entre los seres humanos. El reino viene de Dios, quienes al coraje para trabajar aquí y ahora y estar ocupados en la tarea que Dios ha encomendado (Mateo 24.36-25. 13; Marcos 13. 32-37; Lucas 21. 34-36). La gracia soberana de Dios, quien ha dejado al espíritu Santo como garantía de lo que vendrá. Es la marca de la acción escatológica de la Iglesia. Es el compañero de misión de los apóstoles, cuando se hallen en medio de conflictos (Mateo 10. 20); y es parte del mensaje misionero (Mateo 28. 19). ¿El cumplimiento de la misión determina el fin de los tiempos? En primer lugar Mateo 24. 14 no afirma que es necesario que todos acepten el mensaje predicado. El fin no depende del “éxito” de esta predicación. En segundo lugar “predicación y pero política “del Evangelio que habéis oído, el Cuáles ha dedicado a toda criatura que está debajo del cielo” (col 1. 23)”. Lo que el versículo significa es que mientras la Iglesia no esté dedicada a la obra misionera no vendrá el fin. En tercer lugar. Estar en vigilia permanente, además de ser perseverante hasta el fin, cuando será posible predicar “este evangelio del reino a todo el mundo” Mateo 12. 22-32 y Marcos 3. 19-30 presentan esta lucha de Jesús con Satanás en términos totalmente escatológicos. (Mateo 12. 28). Siempre el Evangelio es predicado, se desatan las fuerzas del mal, las cuales se oponen a la irrupción del reino de Dios. “La abominación desoladora” (Mateo 24. 15; Marcos 13. 14) y “falsos cristos y falsos maestros” (Mateo 24. 24). Percibimos la actividad de nuestro enemigo, no sólo en las falsas ideologías fuera de la Iglesia, sino también dentro de ella, en los evangelios falsos que tergiversan las escrituras y colocan al hombre en el lugar de Dios. Es responsabilidad del cliente estar alerta para desenmascarar a los anti cristos, a los falsos cristos y falsos profetas. La Iglesia tiene el triunfo debido a la muerte y resurrección de Jesús.

4 Jesús y la demanda radical.

Mucho se habla del radicalismo de Jesús, la fuerza que llega hasta la raíz, la demanda que alcanza hasta la profundidad del corazón humano, entonces esta palabra refleja bien una intención central de Jesús. Con sus obras, cumple la justicia. Es Emmanuel, el humilde y obediente. Quien está involucrado en la misión, debe someterse a las demandas de Jesús. No se puede desligar la misión de la ética. Cuando Jesús presenta esta radicalidad, se produce una crisis entre sus oyentes, se radicalizó frente al pecado y todo lo que está en contra del reino. La radicalidad de Jesús se fundamenta en que el reino de Dios a invadido la presente era. Simultáneamente se vive el presente y el futuro. Jesús entendió su misión como la presentación de una ética que se va abriendo paso en el mundo hasta llegar a su plenitud. Equilibrio de un futuro que se ha hecho presente. “Tesoro en el campo” y de la “perla” (Mateo 13. 44-46). La obligación de tener misericordia con quien ofende se fundamenta en la misericordia que se ha recibido de parte de Dios (Mateo 5. Siete, nueve. 27). Muchos son los dos valores que son presentadas porque su Cristo a cumplir su misión. El primero es la justicia (Mateo 5. 20), saturada de compasión y gratitud (Mateo 18. 23-24; 20. 1-16). El segundo es la austeridad (Mateo 19. 23; 25. 1-13; Marcos 10. 23; Lucas 18. 24). Dios se ha plácido identificarse con ellos en intervenir a su favor (Mateo 11. 25-26). El decide cerrar los hijos, hacer andar a los cojos, limpiar a los leprosos, dar oídos sordos, resucitar a los muertos, y anunciar las buenas nuevas a los pobres (Mateos 11. 4-6; Lucas 7. 22, 23). Su presencia trae nuevos valores la liberación de las alturas del mar (Mateo 12. 22-37). Multiplicación de los bienes (Mateo 25. 14-30). La dos John sistemática de la misión de Jesús (Mateo 20. 1-16), demanda radical (Mateos 5. 31, 32; 19. 1-12; Marcos 10. 1-2): matrimonio. La actitud de Jesús fue totalmente revolucionaria y radical. El mejor ejemplo el sermón del monte. Se trata el arrepentimiento y la justicia que pertenecen al reino sus verdaderos seguidores, diferentes a los demás tanto en la Iglesia nominal, como del mundo secular.

Destinatarios. Siendo que el ser humano es por naturaleza malo (Mateo 7. 11), no puede cumplir lo que aquí se presenta, sólo puede alcanzarse por aquellos que han experimentado el nuevo nacimiento.

Estructura. Se fundamenta en 5. 20: la justicia de los creyentes debe ser superior a la de los escribas y la de los fariseos. La estructura del sermón queda así: Mateo 5. 119 el carácter; 5. 21-48 presente conflicto entre Jesús y la interpretación bíblica de los teólogos (escriba); Mateo 6 1-18 presenta la justicia de los religiosos laicos (fariseos). Mateo 6. 19-7. 27, como debe ser la justicia de los miembros del reino.

Las bienaventuranza, predicar todo lo contrario de la sabiduría del mundo. Quien predica la pobreza, mansedumbre y la paz, y afirma que son bienaventurados los perseguidos, no puede ser de agrado para quienes han colocado en un pedestal la riqueza, la violencia, el prestigio y la comodidad. La radicalidad del reino, cuyos valores son diametralmente opuestos a los del mundo. No solamente necesario “el pobre” (v.3), sino que hay que reflejar esta opción por medio de una conducta acorde con esta opción. Implica tener a Dios por rey (5.3b, 10b) “amontonan riquezas en el cielo (6. 20) y la opción a favor de Dios y en contra del “dinero” (6. 24). Una justicia mayor que la de los escribas y fariseos, la misma que se debe ver en algo palpable (Mateos 5. 17-7. 27).

Servir a dos señores.

Se presentan las demandas al ciudadano del reino, y se nota la sombra de la primera bienaventuranza (Mateo 6. 19-34). Se trata de asuntos religiosos (Mateo 6. 1-18). Se habla de “limosnas, oración, o ayunos”, o de “vestir, comer y beber”. Relacionadas con el padre celestial (vv.6. 1, 4, 6, 14, 18, 26, 32). Los ciudadanos del mundo pueden optar por las riquezas o por el reino de Dios y su justicia. No rechazando las cosas materiales sino colocando las en mejor perspectiva: “primero reveló Dios y su justicia” (Mateo 6. 33). Servir a Dios o a las riquezas. Siguiendo la línea de los profetas (Isaías 32. 1. 20, 17). Para poder realizar su misión, la Iglesia debe ganarse el derecho de ser escuchada. Es indispensable que se presente como una sociedad encarne la radicalidad del reino. Y, al hacerlo, confrontarse con el mundo y sus valores. El siempre vivió esta tensión y luchó por los poderes del mal ciclo, y esta lucha por imponer los valores del reino lo llevó hasta la Cruz. Esta paz. Este Shalom, solamente será realidad con el compromiso del pueblo de Dios a una labor misión de una vivencia que revela y manifiesta que “Dios está con nosotros”. ¡Qué privilegio presentar y proclamar el Evangelio de paz!. Es predicar sin medias tintas el mensaje de pureza y demanda, señalar tanto los pecados “indirectos” como los más “evidentes”.
4. Jesús el profeta.

La presencia de Jesús trae conflictos y crisis, produce “disensión” porque su mensaje es como una espada (Mateo 10. 34-31). Su misión consistía en impactar a la gente; edificables en medio del vía crucis; retales a que vivan de acuerdo al reclamo de Dios. Jesús tuvo mucho en común con el ministerio de los profetas de veterotestamentarios. Emmanuel era un profeta (Lucas 24.19). Uno orden en el cual el shalom será la norma. La falta de neutralidad de Jesús se debe, en primer lugar en que no fue pasivo ante las injusticias de los más poderosos y privilegiados. En segundo lugar, optó por los más débiles, los pobres, pero no por una vida ascética y de ermitaño fue criticado y censurado por ser “Comilón y bebedor de vino” (Mateo 11. 19; Lucas 7. 18-35).debía cambiar o alejarse (Mateo 19. 16-26; Marcos 10. 17-31; Lucas no 18. 18-30)”ante nadie oculta Jesús la disconformidad ni la diferencia, pero con todos intenta comunión”. El antiguo testamento condena de una manera especial el libro de los salmos (10. 14; 82. 3-4; 11.5; 18. 48; 25. 19), el atropello al débil es tan grave como la idolatría. Esta terminología es tomada por Jesús “hacedores de maldad” o los “agentes de la iniquidad” (Mateo 7. 23) “la caña cascada no quebrará, y el papiro se vea no apagará, hasta que saque la victoria del juicio” (Mateos 12. 20). Tiene compasión de las multitudes (Mateo 9. 36). Una amable invitación para quienes estén cansados, pues él ofrece descanso (Mateo 11. 28). Posee el profeta, ánimo a buscarle en actitudes de (Mateo 9. 22, Marcos 5. 34; Lucas 8. 48) en contra de lo establecido en el ámbito de los religiosos (Mateo 19. 25; Marcos 10. 26; Lucas 18. 26). Otros ofenden el conoce los corazones de hipocresía (Mateo 15. 12). Otros se escandalizan por su mensaje está dirigido para los religiosos y poderosos y no para los pobres (Mateo 11. 5b; Lucas 5. 22). La única solidaridad digna de tal nombre es la que se caracteriza por el mismo desamparo y desesperación que conocen y experimentan los marginados (Mateo 14. 14). Cuando se ve a las multitudes “desamparadas y dispersas”, tiene compasión de ellas (Mateo 9. 35-36). El dolor por los que sufren está muy en la línea de los profetas Óseas o Jeremías. El profeta debe estar dispuesto a experimentar la muerte y el dolor que ha criticado. Es el lloro fiel por un mundo que se autodestruye. Esta presencia profética no puede ser violenta, pero sí llena de indignación y pasos ante la realidad en donde imperan los valores. Es indispensable que la comunidad del reino esté lista para desenmascarar a los opresores, a varios niveles y de varios tipos. Desea que la Iglesia haga oír su voz en el mundo lleno de injusticias que se originan en la ausencia de Dios en el ser humano. Hace misión es hacer presencia, tal vez en forma “silenciosa” pero elocuente.

II. Marcos.

El mensaje de barcos es sencillo y hasta popular en muchos de sus partes, el primer evangelio es el escrito, quien al ansia de una iglesia que está creciendo, que requiere una dirección adecuada y una interpretación teológica de los hechos de Jesús. Los hechos que a su juicio y bajo la dirección del espíritu Santo son determinantes para conducir a la Iglesia en su misión. Marcos 60 en las acciones más que en sus enseñanzas.
1 el Evangelio.

A su obra la llaman “Evangelio de Jesucristo” (1.1). Marcos sabe que para poder evangelizar al mundo, las iglesias que él conoce necesita primero ser evangelizar las ellas mismas. Barcos se ubica al final de una etapa fundamental: la de la transmisión oral. Y comienza la siguiente: la de la escritura. Después de él, sugieran varios escritos que trabajarán basándose en su obra, y dará nuevos tintes teológicos y misión a sus nuevas obras: los Evangelios de Mateo, Lucas y Juan.
Marcos desde la predicación de Juan el Bautista hasta la resurrección. Involucra la tradición profética veterotestamentaria reelaborada por el Bautista, la vida de Jesús (sus milagros, exorcismos, sanidad es, servicio, controversias, denuncias). El Evangelio es un recordatorio histórico que debe ser proclamado “relato… Al servicio de la proclamación”.

2. Cristología.

Es el hijo de Dios reconocido por el padre (1. 11; nueve. Siete), por los demonios (3. 11; 5. Siete), por Jesús mismo (13. 32; 14. 61,62) y él centurión al pie de la Cruz (13. 32; 14. 61, 62) y por el centurión al pie de la Cruz (15. 39). “El Evangelio entero parece, en efecto propone se mostrará Jesús como el hijo de Dios.”. “Aquél confiese que Jesús es el hijo de Dios, Dios permanece en el y él en Dios” (1 Juan 4. 15). Lo que se consumara en el futuro personal de la presente. La segunda dimensión es que su presencia suscita arrepentimiento. Finalmente esto conduce al llamado a creer este evangelio. Es un llamamiento a ponerse en la línea de Dios. Este evangelio del reino no es para quedarse encerrado a la comunidad (1. 38, 39). Otras aldeas, a Galilea (6. 12), a todo el mundo (13. 10).
Los exorcismos tienen lugar especial en marcos. Demonios que reconocen que Jesús es el hijo de Dios. Parte los sistemas social “enseñanza de la religión” (1. 23-27) una confrontación con los poderes del maligno. “El hombre fuerte y ha sido atado” (3. 27). Jesús es perfectamente humano: come (pero dos. 16) y bebe (15. 36). Siente hambre (11. 12). Toca a las personas (1. 41) y es tocado por ellas (5. 27). Se entristece (3, 5) y se indigna (10. 14). Sientes sueño a causa del cansancio y es desesperado (4. 38, 39) y de que se le provea una barca para que la gente no le oprima (3. Nueve). Ejerce un oficio (por algún tiempo); tiene una madre, hermanos y hermanas (6.13).

“Secreto mesiánico”. Manda a callar a los demonios (1. 25, 34; 3. 11), impone silencio (1. 44). Pero ha declarado “¡tú eres el Cristo!”(8. 30). El Mesías debe morir (8. 31-9.1). El secreto mesiánico deja de serlo. Disposición de seguir el camino de la Cruz.. Hijo de Dios (15. 39). El hijo de Dios, el hijo del hombre, que vino a dar su vida por otros. Este hijo de Dios formó una comunidad de discípulos. Les confiere una autoridad especial (3. 13-19), recibe el ministerio de Dios (4. 11), son enviados por Jesús (Nomo seis. Siete). No entienden las parábolas (4.13; 7. 18), no saben comportarse en la tempestad (4. 35-41). Jesús camina sobre el agua (6. 51). Un Mesías sufriente (9. 32; 10. 32), son duramente censurados (nueve. 35), Jesús e indigna frente a sus actitudes (10. 14), Judas es uno de los 12 y Pedro fracasa (8. 33).

3. Centralidad de Galilea.

Sin duda Marcos enfatizó a Galilea, que la tierra donde vivió Jesús (1. 9), donde inició su ministerio desde la periferia. Desde ahí la fama se extiende (1. 28), es ahí donde llama a sus discípulos (1.16). De las afueras llegan a recibir sanidad. De ahí sale al martirio en Jerusalén; finalmente será en Galilea donde el ruso citado espera a sus discípulos. “La parábola del crecimiento de la semilla” que se encuentra sólo en marcos (4. 26-29). La semilla de mostaza (4. 30-32).

4. El final de Marcos.

Es definitivamente vital para la comprensión de la misión de la Iglesia o para mala comprensión de la misión. Marcos 16.9-20 no fue escrito por Marcos. Por evidencias internas y externas. No fue conocido en los primeros años de la Iglesia; sus palabras y sus temas, su teología etc. no corresponden a la pluma de Marcos. El versículo nueve comienza con un verbo que no tiene sujeto. La misión de Jesús en Marcos se puede resumir como un mensaje verbalizado, que debe ponerse en práctica en el caminar diario por medio de acciones que nos lleven a los marginados y los despojados. Por último, nos ayuda a ser fieles a todas las enseñanzas del hijo de Dios.

III. Lucas.

Ese es el tercer Evangelio el cual aumentar el panorama en cuanto a la misión de Jesús y el modelo que dejó a la Iglesia hará continuar su misión. Su lenguaje es muy elaborado, al igual que su estructura del Evangelio. Es evidente que Lucas escribió su libro basado en hechos, las ideas presentadas se complementan en hechos, por motivos de presentación se ha procurado separar estos dos libros.

1. Conceptos previos.

La Iglesia que se encuentra, es una Iglesia de segunda generación, estaba pasando la Iglesia apostólica, Jesús que vivió hace más unos 50 años, todavía puede impactar en la comunidad. Fue Conzelmann, la iglesia había perdido la esperanza de que Jesús regrese. Es el espíritu Santo un tema preponderante en los dos libros. “La Iglesia es perseguida en el mundo, tales padecimientos son reconocidos como puestos por Dios (hechos 14. 22). Las etapas geográficas serían: una prehistoria (Juan el Bautista) en el desierto (1-4. 13); en Galilea (4. 14-9. 50); el camino a Jerusalén (9. 51-19. 40); en Jerusalén (19. 41-24. 53); en hechos: Jerusalén, Judea-Samaria, lo último de la tierra.

2. El mandato misionero.

La entiende a la luz de Mateo (28. 18-20). La gran Comisión en Lucas (94. 44-49) comienza con un recuerdo de todas las cosas que signó enseño a sus discípulos, enseñanza que estuvo fundamentada en las escrituras. Por primera vez en la Biblia se mencionan tres partes del canon hebreo. Impulsa a los discípulos a ser misión (hechos 1. Ocho). El contenido de la aplicación es el arrepentimiento, el perdón y la salvación. El arrepentimiento implica una completa reorientación del ser humano en su totalidad. La predicación de Judea el Bautista, al igual que la de Jesús, “se alude a una conversión decidida por el hombre en su totalidad”. Michel Green analizar y dice el griego no consideraba la fe como un factor de saldo para el culto. La ética no fue considerada como parte de la religión. Jamás implicaba en exclusividad. El arrepentimiento en Lucas (3. 10-14), el único evangelio que presenta estos ejemplos concretos de frutos de arrepentimiento. La manifestación del arrepentimiento se da a través de las buenas obras. “Una planta sin frutos es como una contradicción”. El mensaje de salvación es también central en Lucas.

3. Los pobres.
El Evangelio de Lucas privilegia el ministerio de Jesús hacia los pobres. La vida de Jesús no fue marcada por rodearse de hombres y mujeres débiles. “La presencia del reino Dios implica intervención y recogimiento del desechado (Lucas 7. 18-35). La parábola del rico insensato (12. 16-21), el relato del rico y Lázaro (número y seis. 19-30). Lo que resalta todas las fuerzas que privaban las mujeres, niños hombres, extranjeros y enfermos de su dignidad como personas. Segregados raciales: los samaritanos, pueblo digno de nada. Los ricos tampoco tienen acceso al reino, pues jamás podrá pasar un rico por el ojo de una aguja. El lugar privilegiado para los pobres se hace concreto en el anuncio de Nazaret.

4. El mensaje de Nazaret.

Este se dejó para el final, es el pasaje central de la tarea misionera del señor en Lucas (4. 16-30). Es el sermón programático para su tarea que, según algunos, está puesto y en lugar del sermón del monte de Mateo. Marcos 1. 15. Cita dos textos diferentes de Isaías: 66. Uno, dos y 58. Seis. “El reino de Dios se ha cercado”. La era mesiánica ha comenzado. El mensaje de Jesús es claro: viene a cumplir una tarea que no era agradable para el poder religioso. El señor cita el texto de Isaías 61, pero lo intercala con Isaías 58, sobre el ayuno, y que no podía ser usado para explotar a los oprimidos, mucho más que uno comer, es un servir al otro. “El año agradable del señor”. Las demandas del jubileo se hayan descritas en la ley (éxodo no 21-23., lev.25; dt.15). El jubileo demanda del rico, del que tiene, del sano, que comparta con el pobre, con el que no tiene, con el enfermo y con el despojado. Ayuda a que el involucrado en la misión pueda comprender las preocupaciones de los marginados y actuar frente a esta situación en forma concreta y palpable. Jesús corta intencionalmente texto de Isaías. La plática de Nazaret ha abierto las puertas de una iglesia de perdón, donde hay cabida para el rico y para el pobre, para el amigo y para el enemigo, para los supresores y para oprimidos.

Conclusión.

La misión de la Iglesia debe ser cada vez más comparada y juzgada a la luz de la misión de Cristo. No conocemos a Dios que estar entre nosotros, al hijo de Dios que anduvo haciendo bienes, al señor que vino a predicar el año sabático, a Dios que nos dice que debemos seguir sus pisadas en esta misión, la misión de él. Abramos los ojos y veamos al Jesús en misión de él: el que juegan las plazas, el que carga el madero, el que es carpintero, el que trabaja como todos. Eso se ha revelado su gente, “el espíritu está sobre mi”, la gente se levantó para despeñadero; “el plazo por medio de ellos y se fue” (Lucas4. 18, 30). La visión integral o si no áticos es la que cumplió Jesús. El vocero de visión está allí, reconozcámoslo.





6.

La misión en el Evangelio de Juan.

Alberto Guerrero.

Este Evangelio no cuenta con relatos introductorias y lo ofrece detalles sobre los primeros pasos del ministerio de Jesús y la hora teológica promovida en las acciones históricas de Dios interactuando con su pueblo. Echemos un vistazo a los términos utilizados por Juan: 1. El sentido de edición el propio Jesús que siempre manifestó el transcurso de su mensaje personal como “enviado” logró 2. Ésa ha cedido al paráclito3.El sentido de misión de Jesús y él paráclito según en para sentido a la misión de la Iglesia o pueblo de Dios. Simplemente se intentará ser un aporte en cada uno de los temas propuestos.

I. La misión de Jesús.

Es como el enviado de Dios.

Apostéllo y pémpo. Es el cumplimiento de la multa de dos a través en historia por parte de Jesús “enviar a hacer algo”, incluye la actividad cree que realizar. Scheluja es el enviado o enviado de Dios como Moisés, Elías y Eliseo. El verbo apostéllo proyecta el concepto del objetivo de la misión. Éste aparece 28 veces. No es exclusivo de Juan. Pémpo pone el énfasis en el envío en sí mismo como expresión de la voluntad de quien envía. Éste aparece 32 veces. Indica el acto de enviar situándolo en momento concreto. “Bienvenido nombre de mi padre” (Juan 5.43) “¡bendito el que viene en nombre del padre!” (Juan 12.13). Jesús experimenté en forma radical la presencia del que lo envió en todo lo que dice y hace, en todo lo que él mismo es. Entender el encargo, los objetivos, las áreas y las enseñanzas claras que también ellos deberían cumplir en el momento preciso que les toca vivir.
1. La misión en Samaria como paradigma de la misión cristiana.

El texto comprendido entre los versículos 4 y 42 muestran la acogida que Jesús tuvo en Samaria, en increíble contraste con los rechazos que vivió en Judea (Mateos).

¿Por qué Samaria?
Fue a Samaria con absoluta certeza de tener que hacerlo. La historia de los enfrentamientos entre judíos y samaritanos viene de muchos siglos atrás (David, Salomón, Omri). Por tanto Samaria quedó mestiza por su religión y por su etnia, ellos sentían ser legítimos defensores del antiguo Israel. Juan Bautista lo manifiesta (uno. 24). Tenía que pasar por Samaria (3. 14, 12. 34 y 20.9). Isaías izará la bandera para naciones y reunir a a los desterrados de Israel (11. Dos). Juan no sigue un orden cronológico.

La estrategia misionera.

La comunidad juanina tenía un número importante de esa medítanos, esto pudo traer problemas de ruptura (1 Juan 2. 19). El va en busca de la samaritana prostituida. Óseas (1.2) de I. tomó por esposa una prostituta y ten con ella hijos de prostitución, porque el país se ha prostituido por completo. Dios no abandonó sus hijos. Ese presenta como un ser humano tan necesitado como todos. Su amor se dirige a la humanidad toda (3. 16). Se cumplirá la profecía de óseas 2. 21-23. Es Jesús que abre el diálogo con un pueblo que se había alejado de Dios. Lo hace con alguien inapropiado para los judíos, una simple mujer, además samaritana y, para colmo, de dudosa moral. El poder del Evangelio en la restauración.

La declaración sobre la misión.

Ante la propuesta de los discípulos de que, algo, el ex contesta que él tiene “un alimento que ustedes lo conocen”, lo que me desvela y me atrapa porque es mi proyecto de vida. Jesús insta a sus discípulos que se alimenten de él (6. 57). Me alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra. ¿No dicen ustedes, todavía faltan cuatro meses para la cosechas? Yo les digo ¡abran los ojos y miden los campos sembrados! Ya la cosecha está madura. Y ahora ellos están involucrados en la nueva etapa que inicia: la misión cristiana. Aquí se ve que no somos absolutos para sembrar, ya que unos siembran y otros son los que cosechan.

2. Características de la misión de Jesús.

En primer lugar, Juan dice que Jesús “tenía que pasar por Samaria”. El segundo lugar lo importante es que la duración sea genuina y auténtica, ya que Dios quiere “verdaderos adoradores”. En tercer lugar, el culto será en cualquier lugar donde haya genuino interés de reunirse su nombre(culto judío o culto samaritano). En cuarto lugar, la mujer val pueblo llevando una experiencia, una afirmación y una pregunta que busca a su vez ratificación: “vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hecho. ¿No será éste el Cristo? En quinto lugar, hemos observado como Jesús se revela a la samaritana. Lo hace comunicador de agua viva, como profeta y como Mesías. En sexto lugar, Jesús involucra inteligentemente sus discípulos en su misión. En séptimo lugar, los pilares de la misión de Jesús son una clara comprensión de la escritura, la oración y la obediencia. (5. 30; 6. 38).

II. La misión del Espíritu Santo.

En esa sesión se reflexiona sobre la función del Espíritu Santo y sumisión en términos de Juan. En los planos 12 capítulos, el rol del Espíritu Santo se caracteriza por su relación con Jesús (1. 33; 34; 6. 62; 7. 39).

El problema lingüístico encuentra su solución, en que él paráclito Juan y no es, sobre todo, un maestro que instruye guía a los discípulos, no su abogado defensor.

1. La misión del paráclito.

En los 14. 15, Juan señala “yo le pedí al padre, y le será otro consolador (paráclito) para que los acompañe siempre”. Después de la redención lo más importante que hizo Jesús fue el entrenamiento de los doce, el paráclito dirigirá a sus círculos a toda verdad (16.13). Aunque habrá cosas que sólo las comprenderían después de la crucifixión (2. 22; 12. 16). Cuando Jesús resucitó, los discípulos “se acordaron y entendieron” (2: 21-22) tampoco habían entendido significado en entrada triunfal en Jerusalén hasta cuando fue glorificado(12.12-22) mucho menos habían entendido que Jesús resucitaría de los muertos (20.9). “Él me glorificar a porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes”. Señala con claridad la esencia de la misión del paráclito. Ahí estaría enseñando, confirmando y evaluando la enseñanza recibida. El es el matriz de maestro y guía, un mentor para los discípulos. Su angustia se transforma en aliento.

2. El mentor enviado.

Paráclito también es un enviado. El padre de enviar en mi nombre. Yo les enviaré de parte del padre. Yo voy, se los enviaría a ustedes (Juan 14. 26; 15. 26 y 16. Siete). Esta figura es semejante a la de Jesús, es enviada y ha salido del padre. Es la presencia de Jesús continuada en los creyentes mediante el hacer del Espíritu Santo. ¡No están solos! Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo le pediré al padre, y él les dará otro consolador para que los acompañes “paráclito” ¡la paz sea con ustedes! Como el padre me envió mi yo los envío a ustedes. Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: John reciban el Espíritu Santo. Este paráclito es que están en cada persona que ha conocido el amor y la misericordia de Dios y habita en cada creyente, en “todo tiempo” y en todas las circunstancias de la vida cotidiana, mirando nuestra integridad espiritual y moral. Siendo dos o más, allí estará el paráclito. Cuyo principal función es la de guiar, maestro e intérprete “un mentor”. Será quien condene a aquellos que no han aceptado el amor y la misericordia del Padre.

III. La misión de la comunidad.

Primero hemos considerado algunos aspectos de la visión de Jesús. Es ir a los pervertidos a mostrar el amor y la aceptación de Dios. En segundo lugar, tratamos de mostrar un perfil del escrito Santo. En esta sección debemos considerar la continuidad de la misión, y como se produce la transferencia a la Iglesia. Por un lado, consideramos el pensamiento Juan vino respecto a la comunidad, para luego hacer una breve reflexión crítica con respecto a lo que visualizamos en nuestras congregaciones.

1. El modelo Juan y no para la comunidad.

Es imposible crecer la vida cristiana y tener un claro espíritu misionero sino se tiene precisión sobre lo que se está buscando. “Vengan a ver” durante esa velada se les abre una nueva dimensión de vida.

El maestro.

Jesús que convoca y lo cierra con el maestro que envía. Prosiguen el ministerio al que el maestro los llamó. El Evangelio es mucho más que una declamación, el canto de la congregación o cualquier otra de las buenas expresiones comunitarias que tenemos, por qué implica un desarrollo constante que no requiere de tales prácticas como motivación.

El que envía.

Juan 4. 38: “yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo”. Sólo somos una parte de todo el ciclo que se requiere para cultivar.
Juan 13. 20: “ciertamente les aseguró que el que recibe aquello envío, me recibe mí”.
Juan 17. 18: “como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo”.
Juan 20. 21: “como el padre me envió a mi, así yo los envío ustedes.

De esta manera queda plasmada en la comunidad Juan i tiene Iglesia toda, la prolongación histórica de la misión.

2. La metodología: el discípulado.

¿Qué es lo que transforma a un creyente en un discípulo? ¿Qué marca la diferencia?
La respuesta está en 1. 38 y la respuesta es definitoria en la medida que la contestemos en profundidad. Juan y Andrés fueron alumnos de Juan, cuando vienen a Jesús, les pregunta: ¿por qué cambiar? ¿Qué más están buscando? ¿Cuál es la expectativa espiritual no resulta que los tiene incómodos? el discípulo debe tener claridad sobre lo que está buscando en la vida. Pasar de creyente al discípulo, como se contestan estas y otras preguntas, y es una relación absoluta y clara con el maestro, aceptando ser enseñado para la transformación y el crecimiento de su vida. “Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, será realmente hemiciclo” (Juan 8. 31). Esta fidelidad es hacia el Maestro, quien siempre ha de enseñar lo que es mejor para nuestra vida. A los judíos que habían creído en él los desafió señalarles dos cosas: 1. Que aún debían conocer la verdad 2. Que dicha verdad los haría libres. Su soberbia no les permitió transformarse a discípulos. En 14. 15 sucede lo mismo pero los suyos y les anuncia la presencia del paráclito. En 6. 66 les hace la misma pregunta y Pedro contesta Señor ¿a quien iremos? “Tú tienes palabras de vida eterna”. Observamos algunos elementos interesantes: 1. Maestro, discípulo (mathetaí) y misión son términos que pueden separarse. 2. No sólo los discípulos son enviados, sino todos los creyentes. “Los hombres que del mundo me enviaste”, “los que han de creer en mí por el mensaje de ellos” (Juan 17.18). 3. Es tomar plena conciencia de quien tenemos delante y, a enseñanza de Maestro, acompañarle en el camino hasta que camine solo. 4. cuando se comprende el sentido que Jesús da a la misión, se descubre una relación distintiva y significativa entre maestro y discípulo. “El que ve a un discípulo de Jesús, verá al Maestro” (hechos 4. 13), y que vea a un discípulo nuestro, verá nuestra fe. No hay dudas sobre el modelo pedagógico que escogió Jesús. ¿En qué consiste la misión de los discípulos?: es la continuación, la prolongación de la misión de Cristo. “La Iglesia es la continuadora del apostolado que ha delegado el señor Jesús Cristo a cada creyente.

3. La responsabilidad misionera de los creyentes.

Veamos ahora que nos aporta el cuarto evangelio en cuanto la función específica de los creyentes en la ambición:
Dar testimonio: Juan 15. 27.

El ser testigo, dar testimonio, es la actividad central de la misión de cada creyente y está estrechamente unido al Espíritu Santo. El creyente cuenta con dos elementos para mantener una vida espiritual saludable: tener una relación viva con el Espíritu Santo y confesar que Jesús es el hijo de Dios.

Exponer la verdad: Juan 17. 17-19.

Está incluido en la misión del discípulo. La verdad de la revelación de Dios en Cristo, es la palabra encarnada. Consiste iniciar darse en el mundo.

Cosechar frutos de vida eterna: Juan 4. 36-38.

También existe la admisión que cosecha, pero como parte de una obra que otro comenzó, lo que hace que la misión que uno encarna nunca será independiente. Siempre se depende de otros clientes para un verdadero éxito.

Perdonar: Juan 20. 21-23.

Era necesario el perdón para su propia reconciliación, sin guardar (retener) rencores que terminan enfermando.

4. El discípulo y el valor de la palabra.

Se señaló que Jesús no habla por sí mismo, tampoco él paráclito. Es decir se depende de la comunidad de Dios, su pueblo y su liderazgo. Esto es fundamental la comprensión de la misión que Dios propone a la Iglesia. ¿Cómo se logra? En primer término, buscando claridad y comprensión en el tour de la escritura mediante el discernimiento comunitario “ama a su instrucción” (Juan 8. 31, 14. 15). No se trata de magia, simplemente orar y esperar que algo especial descienda del cielo. La Biblia expresa también el deseo de Dios de dialogar con cada ser humano “estas se han escrito para que ustedes crean Jesús el Cristo, y para que al creer en su nombre tengan vida” (20. 31). La fe, se desarrolla, se cultiva. Por eso hablamos de trabajar el texto, investigar, leer, estudia la palabra. Jesús dio a sus discípulos un “seminario” de tres años y después les dejó el paráclito para qué les recordará y siguieran enseñando (Juan 14. 26). Con seguridad, Dios añadirá y quitara. Andrés Kirk propone tres parámetros: 1. los datos concretos. 2. un compromiso personal. 3. una práctica continúa.

Conclusión.

John Stott dijo: a veces parecemos gente que da consejos sobre la seguridad de la palabra a hombres que se están ahogando. No nos echamos al agua para salvarnos. Jesucristo nos visitó con gran humildad.
La centralidad del púlpito sigue presentando un eje cultural, arraigado en fuertes personalismos e individualismos. Formar al pueblo de Dios en espacios más creativos y formadores de la limitada vida espiritual alrededor del pórtico. Involucrar al espíritu Santo para que haga algo. Paráclito enseña la congregación a comprender todos desafíos, verdades y valores del Evangelio. El Evangelio de Juan establece que la misión es responsable de toda la comunidad, y que ésta deberá estar atenta a la acción de Dios en desde los tiempos, las circunstancias y los pueblos, y no puede dejar de lanzarse a cumplir la misión con las características de integridad que propone el mismo Evangelio. Así el acontecimiento de Samaria, los discípulos de una minada un particular sobre la misión y las personas que quiere mencionar. En resumen: 1. El comienzo de propiedad misionera es el resultado una estrecha intimidad con Dios, individual y comunitaria. 2. La misión es una obra de testimonio a favor del señor del reino y Salvador personal. 3. La misión incluye la proclamación de una vida en transformación que pone de manifiesto las virtudes del maestro. 4. La misión tiene por objetivo que los seres humanos crean en Jesús como hijo de Dios, que ejecuta la misión salvadora juntamente con el padre y el Espíritu Santo. 5.la misión debe ser realizada en una actitud de humildad y permanente atención a las señales de Dios, quien por medio los Espíritu Santo muestra la dirección de la misión que él propone.

Hno. César Ramos dijo...

Seminario Teológico Bautista Mexicano. Campus “Horeb”
Materia: Naturaleza y misión de la iglesia II
Profesor: Pastor Rafael Pola Baca
Alumno: Hno. César Roberto Ramos Gutiérrez

Reporte de lectura
Libro: “La misión cristiana hoy”
Autor: John R. W. Stott
Editorial: Certeza

Resumen del capítulo 5: “La Conversión”

El desarrollo contemporáneo de la conversión.
Una razón más que ha hecho que la gente sienta desagrado por la idea de la conversión, se relaciona con la impresión de arrogante imperialismo que ha producido algunos evangelistas toda vez que nuestra evangelización baja al nivel de construcción, competencia de pesca, desde luego que desacreditamos la palabra conversión. Nuestra obligación consiste en predicar la paz en el sentido de prometer paz con Dios mediante Jesucristo a los que se arrepienten y creen.

La conversión y la re negación

Volverse de los ídolos y el pecado se llama generalmente arrepentimiento y el volverse a Dios y a Cristo es fe, legamos a la interesante ecuación bíblica de que arrepentimiento más fe es igual a conversión. La regeneración y la conversión es que la primera es obra instantánea y completa de Dios, mientras que el acto de volvernos en arrepentimiento y fe que llamamos conversión es más bien un proceso que un acontecimiento.

La conversión y el arrepentimiento

Lo que hoy se necesita al predica el arrepentimiento es tanto integridad como realismo. Además de la integridad, la predicación del arrepentimiento y del señorío de Cristo requiere realismo.


La conversión y la iglesia

La segunda consecuencia de la conversión es la membrecía eclesiástica. Debemos volver a la Biblia y a su testimonio invariable de que mediante el proceso histórico Dios ha venido llamando a los hombres a volverse hacia él.

La conversión y la sociedad

El que se convierte a Jesucristo vive en el mundo tanto como en la iglesia, tiene por lo tanto, obligaciones para con el mundo así como para con la iglesia.

La conversión y la cultura

Los cristianos que se deshacen completamente de la sociedad en que fueron criados pueden terminar sintiéndose sin raíces e inseguros y hasta pueden caer en el libertinaje moral. La cultura consiste en las costumbres y la gente se siente amenazada cuando las costumbres corren peligro.

La conversión y el espíritu santo

Los apóstoles se apoyan humildemente en el poder del Espíritu Santo. Ellos creían que el homre está muerto en delitos y pecados, ciego a las verdades espirituales y que es esclavo del pecado y de Satanás. Solamente el Espíritu Santo puede abrirle los ojos, iluminar su oscuridad, liberarlo de su esclavitud, volverlo a Dios y trasladarlo de la muerte a la vida. Cuatro aspectos para los cuales se justifica confiar en el Espíritu Santo: 1) Es la falta de preparación adecuada. 2) La confianza en el Espíritu Santo no puede constituir justificativo alguno para un antiintelestualismo. 3) El confiar en el Espíritu Santo no puede justificar la irrelevancia. Sin el Espíritu Santo toda nuestra explicación es inútil. 4) El confiar en el Espíritu Santo no justifica la supresión de nuestra personalidad.

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