jueves, 21 de agosto de 2008

CAPITULO 12 Elementos de un Nuevo Paradigma Misionero


Seminario Teológico Bautista de México
Profesor: Pastor Rafael Pola Baca
Seminarista: Edgar Samuel Bonilla Munive
Reporte de lectura
Misión en transformación
David J. Bosch

CAPITULO 12
Elementos de un nuevo
paradigma misionero ecuménico

La idea principal del capitulo es analizar el lugar que ocupa la iglesia en la misión y los elementos que componen el nuevo paradigma misionero.
La misión como la Iglesia-con-otros
1.- Iglesia y misión
Avery Dulles sugiere cinco prototipos que se pueden considerar a la iglesia, como :
- Institución
- Cuerpo místico de Cristo
- Sacramento
- Heraldo
- Siervo
2.- Cambios en el pensamiento misionero
En los congresos misioneros 1910-1963 se destacó la ausencia de entusiasmo en las iglesias de occidente sobre la relación iglesia-misión
3.- Misionera por naturaleza
En la iglesia naciente se concibe a la iglesia como esencialmente misionera.
En 1ª de Pedro 2.9 la iglesia es enviada.
4.- El pueblo peregrino de Dios.
La iglesia peregrina idea propuesta por:
a.- Dietrich Bonhoeffer en el protestantismo
b.- Yves Congar en el catolicismo (1937)
5.- Sacramento, señal e instrumento
Terminología utilizada más en la iglesia católica que en la protestante.
6.- Iglesia y mundo
En la relación iglesia mundo Se percibe a la misión como “Dios dirigiéndose al mundo.”
7.- El redescubrimiento de la iglesia local
8.- Tensión creativa

La misión como missio Dei
En los siglos anteriores la misión se entendió como:
- Salvar a los individuos de la condenación eterna
- Introducir a las personas de Oriente o del Sur a las bendiciones y privilegios del Occidente.
- Expansión de la iglesia
- El mundo se transformaría de manera evolutiva o por evento cataclísmico en el reino de Dios
La misión como mediadora de la salvación
Interpretaciones tradicionales de la salvación
La salvación el paradigma moderno
Crisis en el entendimiento moderno de la salvación
Hacia una salvación integral
La misión como la búsqueda de la justicia
El legado de la historia
La tensión entre la justicia y el amor
Los dos mandatos
a.- Espiritual hace referencia a la comisión de anunciar la nueva buenas de salvación por medio de Jesucristo.
b.- Social, llama al cristiano a participar responsablemente dentro de la sociedad humana.
Henry concluye “no hay espacio para…. Un evangelio que sea diferente a las necesidades del hombre integral y a las del hombre global.
Una convergencia de convicciones
La misión como evangelismo
Evangelismo una plétora de definiciones
Hacia un entendimiento constructivo del evangelismo
1.- Percibo la misión como un concepto más amplio que evangelismo
2.- El evangelismo por tanto no debe equipararse a la misión
3.- El evangelismo puede considerarse como una esencial dimensión de la totalidad de la actividad de la iglesia.
4.- El evangelismo implica dar testimonio de lo que Dios ha hecho, esta haciendo y hará.
5.- Aun así, el evangelismo busca una respuesta
6.- El evangelismo es siempre una invitación
7.- el que evangeliza es testigo no juez
8.- Aunque debemos ser humildes acerca del carácter y la eficacia de nuestro testimonio, el evangelismo permanece como un ministerio indispensable.
9.- El evangelismo sólo es posible cuando la comunidad que evangeliza, la iglesia, es una manifestación radiante de la fe cristiana y exhibe un estilo de vida atrayente.
10.- El evangelismo ofrece salvación a las personas como un don presente, y con ella una promesa de felicidad eterna.
11.- El evangelismo no es proselitismo.
12.- EL evangelismo no es lo mismo que la extensión de la iglesia
13.- Distinguir entre evangelismo y reclutamiento de miembros, sin embargo, no implica que están desconectados.
14.- El evangelismo se dirige únicamente a personas y las personas son las únicas capaces de responder.
15.- EL evangelismo autentico es siempre contextual.
16.- por eso el evangelismo no puede ser divorciado de la proclamación y la práctica de la justicia.
17.- El evangelismo no es un mecanismo para adelantar el retorno de Cristo.
18.- El evangelismo no sólo es la proclamación verbal.

La misión como contextualización
Génesis de la teología contextual
La ruptura epistemológica
Las ambigüedades de la contextualización
1.- La misión como contextualización es una afirmación que Dios se ha vuelto hacia el mundo
2.- La misión como contextualización implica la construcción de una variedad de teologías locales.
3.- No sólo se presenta el peligro del relativismo, en el cual cada contexto se forja su propia teología, hecha a mediada para ese contexto especifico, sino también el peligro de absolutizar el contextualismo.
4.- Tenemos que mirar todo este asunto desde otro angulomás, el de leer las señales de los tiempos. expresión que ha invadido el lenguaje eclesiástico contemporáneo.
5.- A pesar de la naturaleza y el lugar innegablemente cruciales que tiene el contexto entonces, este no debe ser tomado coma la única y fundamental autoridad para la reflexión teologica.
6.- Distorsión del debate de la contextualización si lo interpretamos únicamente como un problema referente a la relación entre praxis y teoría
7.- Los mejores modelos de la teología contextual lograron mantener unidas en tensión creativa, teoría, praxis y poiesis, o, si preferimos, la fe, la esperanza y el amor.

6 comentarios:

carlos monjaras m dijo...

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia II
TAREA: Resumen del libro La misión cristiana hoy
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Carlos Monjaras Mirón

CAPÍTULO DOCE
ELEMENTOS DE UN NUEVO PARADIGMA MISIONERO ECUMÉNICO.
Empecemos con algunas reflexiones sobre el papel de la Iglesia en la misión.

La misión como la Iglesia-con-otros
La Iglesia, sugiere, puede considerarse como institución, como cuerpo místico de Cristo, como sacramento, como heraldo, o como siervo. Cada prototipo implica una interpretación distinta de la relación entre la iglesia y la misión.

Cambios en el pensamiento misionero
Para comprender los cambios en el pensamiento protestante en cuanto a la relación entre la Iglesia y su misión son de capital importancia las contribuciones de los congresos mundiales convocados alrededor del tema.
Esto no podría sino causare un impacto profundo en cuanto a la percepción de la Iglesia y su misión. Por primera vez el reconocimiento de la indisoluble unidad entre las dos empezó a esparcirse de manera que ya no podía ser ignorada.
La iglesia no se presenta de manera autoritaria y orgullosa sino humildemente; no se define en términos de categorías legales o como una elite de almas superiores, sino como una comunidad de servicio.

Misionera por naturaleza
En la Eclesiología naciente, se concibe a la Iglesia como esencialmente misionera.
La iglesia se concibe como el pueblo de Dios, y por implicación, entonces, como una Iglesia peregrina. La Iglesia es peregrina no simplemente por la razón práctica que en la era moderna ya no disfruta de una posición de poder civil, sino porque en todas partes se encuentra en una situación de diáspora. Una posición “excéntrica” así determina su situación de peregrina. El pueblo peregrina de Dios necesita únicamente dos cosas: apoyo para el viaje y un destino final.

Sacramento, señal e instrumento
En la Eclesiología contemporánea, cada vez más la Iglesia recibe la connotación de sacramento, señal e instrumento.
Es entendible, quizás, encontrar esta nueva terminología utilizada más frecuentemente en la Iglesia Católica Romana que en el ámbito protestante.
El concepto de la Iglesia como sacramento, señal e instrumento llevó a una nueva percepción de la relación entre la Iglesia y el mundo. Se percibe la misión como “Dios dirigiéndose al mundo”.
la Iglesia-en-misión es, primeramente, la iglesia local. Esta perspectiva, juntamente con la presuposición que ninguna iglesia local debe estar en una posición de autoridad frente a otra iglesia local. Por tanto es obvio que a Iglesia puede ser misionera únicamente si su estar-en-el-mundo es, al mismo tiempo un-ser-distinta-del-mundo.

La misión como missio Dei.
Al intentar dar contenido al concepto de missio Dei, se pudo afirmar lo siguiente: en la nueva imagen la misión no es primordialmente una actividad de la Iglesia sino un atributo de Dios. Dios es un misionero.
La misión nace en el corazón de Dios, Dios es una fuente de un amor que envía. Este es el sentido más profundo de la misión. Es imposible penetrar más allá: existe la misión sencillamente porque Dios ama a las personas.
La idea de la salvación como algo que venía de afuera, de Dios, totalmente fuera del alcance del poder y la capacidad humana, tenía problemas graves. La Iglesia, sin embargo, está llamada en su misión a testificar de lo que Dios “de una vez por todas, ha hecho de manera absolutamente nueva, irrepetible y final en Jesucristo por causa de la salvación del mundo”. Es Cristo Jesús quien “logra enteramente la salvación. Nadie puede completar su obra si el mismo no lo logra”.
Si la Iglesia volviera a la tare principal de proclamar el evangelio y lograr que las personas se conviertan, tendría un impacto mucho más grande sobre las necesidades sociales, morales y psicológicas de la humanidad que cualquier otra cosa podría producir. Algunos de los mayores movimientos sociales de la historia ocurrieron como resultado de la conversión de personas a Cristo.
No hay evangelización sin solidaridad; no hay solidaridad cristiana que no implique compartir el conocimiento del Reino que es la promesa de Dios a los pobres de la tierra.
“La evangelización es misión, pero la misión es más que meramente la evangelización” La misión denota la totalidad de la tarea dada por Dios a la Iglesia para la salvación del mundo. Al evangelismo nuca se le debe otorgar una vida propia aislada del resto de la vida y el ministerio de la Iglesia. Evangelizar es anunciar que Dios, el Creador y Amo del Universo, ha intervenido en forma personal en la historia humana y lo ha hecho de manera suprema por medio de la persona y el ministerio de Jesús, quien es Señor de la historia, Salvador y Libertador.
El evangelismo es siempre invitación, ofrece salvación, no es proselitismo. El evangelismo no es lo mismo que la extensión de la Iglesia, significa por lo tanto enrolar personas para el reinado de Dios, librándolas de ellas mismas. De sus pecados y enredos, para que sean libres para Dios y para el prójimo. El beneplácito de Dios es no sólo que seamos rescatados del infierno y redimidos para el cielo sino que también dentro de nosotros, y a través de nuestro ministerio en la sociedad que nos rodea, la “plenitud de Cristo” sea recreada y la imagen de Dios sea restaurada en nuestras vidas y relaciones. “los gritos de las victimas son la voz de Dios”

Las ambigüedades de la contextualización.
1. La misión como contextualización es una afirmación que Dios se ha vuelto hacia el mundo.
2. La misión como contextualización implica la construcción de una variedad de “Teologías locales”:
3. No sólo se presenta el peligro del relativismo, en el cual cada contexto forja su propia teología, hecha a medida para ese contexto específico, sino también el peligro de absolutizar el contextualismo

eleazzar gonzalez garcia dijo...

SEMINARIO TEOLOGICO BAUTISTA CAMPUS HOREB

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia
TAREA: Resumen del libro MISIÓN EN TRANSFOMACIÓN
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Eleazar González García

LECCIÓN DOCE
ELEMENTOS DE UN NUEVO PARADIGMA MISIONERO ECUMÉNICO.

Los elementos analizados a continuación de ninguna manera deben entenderse como un conjunto de componentes distintos y aislados de un nuevo modelo, todos están conectados íntimamente entre sí.
Empezaremos con algunas reflexiones sobre el papel de la Iglesia en la misión.
La Iglesia, sugiere, puede considerarse como institución, como cuerpo místico de Cristo, como sacramento, como heraldo, o como siervo. En efecto, fortaleció la tendencia a absolutizar y divinizar la Iglesia para mostrarla como una societas perfecta.
Para comprender los cambios en el pensamiento protestante en cuanto a la relación entre la Iglesia y su misión son de capital importancia las contribuciones de los congresos mundiales convocados alrededor del tema. Por primera vez el reconocimiento de la indisoluble unidad entre las dos empezó a esparcirse de manera que ya no podía ser ignorada. Reconoció que la Iglesia no podía ser no el punto de partida ni el objetivo de la misión. La obra salvadora de Dios precede tanto a la Iglesia como a la misión. No debemos subordinar la misión a la Iglesia ni la Iglesia a la misión.
Después del cierre de la Asamblea de Ghana, Newbigin resumió el consenso logrado:
1. La Iglesia es la misión. 2. la sede se encuentra en todas partes y 3. Colaboradores en la misión.
El evento mismo del concilio fue crucial. Por primera vez había sido convocado un consejo verdaderamente global, no sólo occidental. Aún así, el verdadero adelanto respecto a la misión ocurrió no en el decreto misionero, sino en Lumen Gentium (Constitución Dogmática sobre la Iglesia).
La Iglesia no se presenta de manera autoritaria y orgullosa, sino humildemente; no se define en términos de categorías legales o como una elite de almas superiores, sino como una comunidad de servicio.
La Iglesia existe en el proceso de ser enviada y de edificarse para la causa de su misión.
Se ha tornado imposible hablar de la Iglesia sin a la vez hablar de la misión.
La Iglesia se conoce como el pueblo de Dios, y por implicación, entonces, como una Iglesia peregrina. La Iglesia es peregrina no simplemente por la razón práctica que en la era moderna ya no disfruta de una posición de poder civil, sino porque en todas partes sen encuentra en una situación de diáspora.
El pueblo peregrino de Dios necesita únicamente dos cosas: apoyo para el viaje y un destino final. No tiene dirección permanente aquí.
La Iglesia llenaba todo el horizonte. Los de afuera eran, en el mejor de los casos, candidatos a ser ganados. La misión consistía en el proceso de reproducir iglesias; una vez reproducidas, se invertía toda la energía en mantenerlas.
Kart Barth bosquejó seis fases de este cambio en la historia del protestantismo. Primero, este nuevo ángulo de observación sugiere que si la Iglesia no puede ser considerada como el fundamento de la misión, tampoco puede ser considerada como la meta de la misión. En segundo lugar, la Iglesia no es el Reino de Dios. En tercer lugar, el compromiso misionero de la Iglesia sugiere algo más que llamar a los individuos a entrar en la Iglesia como a una sala de espera del más allá. En cuarto lugar, la Iglesia ha de ser vista como morada de Dios en el Espíritu. En quinto lugar, si la Iglesia intente desvincularse del mundo y si sus estructuras en sí obstaculizan cualquier posibilidad de rendir un servicio relevante al mundo, hay que reconocer que tales estructuras son heréticas. Los oficios, órdenes e instituciones de la Iglesia deben organizarse de modo que sirvan a la sociedad y no separen al creyente de lo histórico.
Finalmente, la Iglesia nunca podrá funcionar como si fuera un soldado temeroso vigilando la frontera, sino siempre como uno que trae buenas nuevas.
El refrán católico clásico: extra ecclesiam nulla salus (fuera de la Iglesia no hay salvación) parece haberse convertido en su propio opuesto: dentro de la Iglesia no hay salvación. La Iglesia tiene que justificar su existencia a través de la participación en el esquema mesiánico de salvación o se vuelve irrelevante.
Después del Concilio Vaticano II la Iglesia Católica experimentó la deserción de sacerdotes.
Hacia mediados de la década de 1970 la euforia característica de los 60 se había evaporado completamente. Cambió el curso de los eventos.
La misión está fundamentada en la adoración de la Iglesia, en su vivencia alrededor de la Palabra y los sacramentos.
Uno puede, percibir a la Iglesia como una elipsis con dos focos: el primero, y alrededor del mismo, admite y disfruta de la fuente de la vida; el énfasis está en la adoración y la oración. Desde el segundo foco, y por medio del mismo, la Iglesia atrae y desafía al mundo. Ninguno de los dos focos debe funcionar a expensas del otro; más bien están para servirse mutuamente.
No es correcto que la Iglesia se deje llevar por la vía del activismo como si tuviera que probarse, como si tuviera que ganar su credibilidad a través de los propios esquemas impuestos y asegurar así su propia salvación.
La Iglesia en el poder del Espíritu aún no es el Reino de Dios: comete errores y muchas veces es infiel. Sin embargo, sigue siendo la anticipación del Reino en la historia. El cristianismo no constituye todavía la nueva creación, pero sí es el obrar del Espíritu de la nueva creación. La Iglesia se da cuenta de su mala reputación y su estado andrajoso, su susceptibilidad frente a todas las debilidades humanas; mirándose a sí misma a través de los ojos de los creyentes se percibe en términos de un misterio, del cuerpo incorruptible de Cristo en la tierra.

La misión como missio Dei
Durante los últimos cincuenta años aproximadamente ha habido un cambio sutil pero decisivo hacia un entendimiento de la misión como misión de Dios. Durante los siglos anteriores se entendió la misión en una variedad de formas. Primeramente en términos soteriológicos. O se la entendió en términos culturales. Muchas veces se la percibió en categoría eclesiásticas, como la expansión de la Iglesia.
Dado que la preocupación de Dios es el mundo entero, este debe ser también el alcance de la missio Dei. La misión es el movimiento de Dios hacia el mundo respecto a la creación, el cuidado, la redención y consumación.
Los que apoyaban el concepto amplio tendían a radicalizar el concepto de la missio Dei como algo más grande que la misión de la Iglesia, hasta el punto de sugerir que excluía el involucramiento de la Iglesia.
Hace algunos años la revista católica romana Studia Missionalia dedicó dos volúmenes (volumen 29,1980, y 30, 1981) al tema La salvación en las religiones delmundo. La salvación es una preocupación central de todas las religiones para los cristianos.
La salvación es un proceso iniciado por el encuentro de uno con el Cristo vivo; la salvación total aún está por completarse. El Espíritu Santo es sólo las primicias de los dones de Dios a favor de nosotros. La salvación consistía en la redención de almas individuales en el más allá, hecho que tendría lugar en ocasión del Apocalipsis en miniatura de la muerte de cada creyente.
La idea de la salvación como algo que venía de afuera, de Dios, totalmente fuera del alcance del poder y la capacidad humana.
La religión como la expresión de una dependencia total de Dios y como salvación eterna en el más allá era un anacronismo y un remanente de la etapa infantil de la humanidad. La salvación permaneció como la fuerza motivadora en la vida del ser moderno, pero se redefinió de manera radical.
El pensamiento misionero católico respecto a la salvación tomó un rumbo paralelo al del protestantismo, especialmente después de que el papa Juan XXIII anunciara el Concilio Vaticano II, en 1959.
La Iglesia sin embargo, está llamada en su misión a testificar de lo que Dios de una vez por todas, ha hecho de una manera absolutamente nueva, irrepetible y final en Jesucristo por causa de la salvación del mundo.
La orientación de la misión occidental fue hacia el final de la vida de Jesús.
La visión escatológica de la salvación de los cristianos no puede realizarse en la historia. Por esta razón los cristianos no debemos identificar ningún proyecto con la plenitud del Reino de Dios. La misión por tanto, significa estar involucrado en el diálogo continuo entre Dios.
Con la llegada de la Ilustración y su diferenciación marcada entre el mundo público de los hechos y el mundo privado de las ideas, fueron asignados al primero la política y el Estado, y al último la religión y la moral.
Uno de los intentos de resolver el enigma de la relación entre la evangelización y la responsabilidad social consiste en hacer una distinción entre dos mandatos distintos, uno espiritual y otro social. El primero hace referencia a la comisión de anunciar las buenas nuevas de la salvación por medio de Jesucristo; el segundo llama al cristiano a participar responsablemente dentro de la sociedad humana.
En 1982, dos años después de la conferencia de Pattaya, unos cuarenta eruditos se reunieron en Grand Rapids, Michigan EE.UU. para una consulta sobre la relación entre la evangelización y la responsabilidad social. La consulta admitió en su informe en algunos participantes se sintieron incómodos frente a la posición de Lausana sobre la primacía de la evangelixzación e intentaron explicar que la prioridad de ésta no siempre significa que la evangelización es cronológicamente anterior al involucramiento social.
Nuestro discusión sobre el significado y alcance de la salvación y sobre la misión de la Iglesia respecto a la justicia social nos lleva, casi por sí sola a reflexionar sobre la naturaleza de la evangelización.
Respecto al sustantivo, cabe subrayar que en el mundo de habla inglesa tanto el movimiento protestante evangélico como los católicos romanos parecen dar preferencia al término evangelización, mientras los protestantes ecuménicos prefieren evangelismo. Aún resulta difícil determinar con precisión decir un determinado autor al utilizar el término evangelismo o evangelización. Generalmente la controversia prevalece en dos áreas. En primer lugar, algunos sugieren que la misión tiene que ver con el ministerio a personas. La misión, se sugiere, tiene que ver con la primera conversión, con la cristianización. La misión es primaria, el evangelismo es secundario.
En segundo lugar, y para añadir a la distinción anterior, está la tendencia a definir evangelismo de manera más restringida que misión. Teológicamente misión significa evangelismo. En tercer lugar, en las últimas cuatro décadas aproximadamente de ha evidenciado la tendencia a percibir misión y evangelismo como sinónimos.
Hoy en día los católicos usan frecuentemente los términos misión, evangelización y dar testimonio como sinónimos. En cuarto lugar, el término evangelismo o evangelización empezó a reemplazar misión en años recientes, no sólo en círculos evangélicos conservadores sino también entre católico-romanos y protestantes ecuménicos. Un solo término, evangelización, define la totalidad del oficio y el mandato de Cristo.
La evangelización es misión, pero la misión es más que meramente la evangelización.
Al evangelismo nunca se le debe otorgar una vida propia aislada del resto de la vida y el ministerio de la Iglesia.
Las personas deben volverse a Dios porque son atraídas por el amor de Dios, no porque han sido empujadas hacia Dios por temor al infierno.
No podemos ser indiferentes frente a los números, porque Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
El evangelismo auténtico es siempre contextual. Por supuesto, para aquellos que están sufriendo una tragedia personal, vacío, soledad, ruptura de una relación o angustia existencial, el evangelio sí les llega como paz, consuelo, plenitud y gozo.
El evangelismo por tanto, significa enrolar personas para el reinado de Dios, librándolas de ellas mismas, de sus pecados y enredos, para que sean libres para Dios y para el prójimo.
La palabra contextualización empezaba a ser utilizada en los primeros años de la década de 1970 en los círculos del Fondo para la Educación Teológica.
Con la llegada de la Ilustración, este acercamiento recibió un nuevo impulso. En el paradigma de Kant, por ejemplo, la razón pura o teórica era superior a la razón práctica.
En este paradigma el teólogo no puede permanecer como pájaro solitario sobre el tejado. No puede haber duda de que el proyecto de contextualización es esencialmente legítimo, dada la situación en la que muchos teólogos contextuales se encuentran los teólogos de la liberación.
La misión como contextualización es una afirmación que Dios se ha vuelto hacia el mundo. Jesús no volaba por las nubes, sino se sumergía en las circunstancias reales de los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos.
Los cristianos encuentran su identidad en la cruz de Cristo, que los aparta de la superstición y la incredulidad, pero también de toda otra religión o ideología.
Tenemos que mirar todo este asunto desde otro ángulo más: el de leer las señales de los tiempos, expresión que ha invadido el lenguaje eclesiástico contemporáneo. ¿Cuáles son las señales en la historia humana que revelan la voluntad y la presencia de Dios? ¿Cómo identificamos los vestigia de Dios, sus huellas en el mundo?
El evangelio sólo puede leerse y cobrar sentido en nuestro contexto presente; sin embargo, tomarlo como criterio significa que puede criticar, y muchas veces critica, el contexto y la lectura que hacemos del mismo.
Las personas tienen necesidad no sólo de la verdad (teoría) y la justicia (praxis); también necesitan la hermosura, los ricos recursos del símbolo, la piedad, la adoración, el amor. El amor demanda más que la justicia, de hecho, significa más que la verdad. Entre la fe, la esperanza y el amor, el amor es mayor, pero, por supuesto, nunca puede divorciarse de os otros dos.

FERNANDO RODRIGUEZ dijo...

Doce A
Elementos de un nuevo
paradigma misionero ecuménico


Iglesia y misión

la Iglesia
grande nominal; esa ecclesiola, no la Iglesia oficial, tendía a ser considerada como la verdadera portadora de la misión

Se apoyaba ampliamente el «principio
del voluntariado» (analizado arriba en el capítulo 9). Grupos de individuos —a veces miembros de una sola denominación,
otras veces creyentes de una variedad de denominaciones— se juntaban en una sociedad misionera a la cual consideraban
como portadora de la misión.

Cambios en el pensamiento misionero

Aún así, el verdadero adelanto respecto a la misión ocurrió no en el decreto misionero, sino en Lumen Gentium (Constitución
Dogmática sobre la Iglesia). Desde su inicio, LG se desvincula de la eclesiología tradicional. La Iglesia ya no aparece
como un ente de la sociedad, al mismo nivel que otras estructuras de la sociedad, como el Estado, sino como el misterio
de la presencia de Dios en el mundo «según la naturaleza de» un sacramento, señal e instrumento de comunidad con
Dios y unidad entre las personas. Todo el carácter de este argumento es nuevo. La Iglesia no se presenta de manera autoritaria
y orgullosa, sino humildemente; no se define en términos de categorías legales o como una elite de almas superiores,
sino como una comunidad de servicio. La eclesiología de LG es misionera hasta los tuétanos (cf. Power 1970:15s.;
Auf der Maur 1970:88s.; Glazik 1979:153–155).

«Misionera por naturaleza»
Dado que Dios es un Dios misionero (como argumentaremos
en la sección sobre la missio Dei), el pueblo de Dios es un pueblo misionero. La pregunta: «¿Por qué existe aún la misión?
» evoca otra pregunta: ¿«Por qué existe aún la Iglesia?» (Glazik 1979:158). Se ha tornado imposible hablar de la
Iglesia sin a la vez hablar de la misión. Uno ya no puede abordar el tema de la Iglesia y la misión sino sólo el de la misión
de la Iglesia (Glazik 1984b:52). Uno podría hasta afirmar con Schumacher (1970:183): «Lo inverso de la tesis ‘la Iglesia es
en esencia misionera’ es ‘la misión es en esencia eclesial’». Porque la Iglesia y la misión están unidas desde el principio,
LG Lumen Gentium (Constitución Dogmática sobre la Iglesia [Vaticano II])
248
«tanto una iglesia sin misión como una misión sin iglesia son contradicciones. Tales cosas existen, pero únicamente como
pseudoestructuras» (Braaten 1977:55). Estas perspectivas tienen implicaciones para nuestro entendimiento de la catolicidad
de la Iglesia. Sin la misión, la Iglesia no puede denominarse católica, es decir, universal (cf. Glazik 1979:154; Berkouwer
1979:105–109)

El pueblo peregrino de Dios

El pueblo peregrino de Dios necesita únicamente dos cosas: apoyo para el viaje y un destino final (Power 1970:28).
No tiene dirección permanente aquí; es una paroikia, una residencia temporal. Está siempre en camino, hacia el fin del
mundo y el fin de los tiempo

Sacramento, señal e instrumento

Entonces, cuando la Iglesia en su misión se atreve a referirse a sí misma como sacramento, señal o instrumento de
salvación, no está presentándose como un modelo a seguir. Sus miembros no están proclamando: «¡Vengan a nosotros!»,
sino: «¡Sigámoslo a él!»

Iglesia y mundo

La Iglesia
nunca debe perder de vista su carácter provisional. «La palabra final de la Iglesia no es la ‘Iglesia’ sino la gloria del Padre y
el Hijo en el Espíritu de libertad» (Moltmann 1977:19).

la Iglesia no es el Reino de Dios. La Iglesia «es en la tierra la semilla y la iniciación de
ese Reino» (LG 5), «señal e instrumento del Reino de Dios que ha de venir»

el compromiso misionero de la Iglesia sugiere algo más que llamar a los individuos a entrar en la Iglesia
como a una sala de espera del más allá. Los que han de ser evangelizados están, juntamente con los demás seres
humanos, sujetos a las condiciones sociales, económicas y políticas de este mundo

la Iglesia ha de ser vista como «morada de Dios en el Espíritu» (BA Ef.
2:22), como el movimiento del Espíritu respecto a un mundo en ruta hacia el futuro (Memorandum 1982:461s.). Cuando
percibimos la Iglesia como la «comunidad del Espíritu Santo» la identificamos primordialmente como comunidad misionera,
porque el Espíritu es el «Dios mediador» (Taylor 1972; cf. Boer 1961).
la Iglesia deben organizarse de modo que sirvan a la sociedad y no separen al creyente de lo histórico
(Hoekendijk 1967a:349; Rütti 1972:311–315). Su vida y su ministerio están íntimamente relacionados con el plan cósmicohistórico
de Dios para la salvación del mundo. Nosotros, por lo tanto, somos llamados a ser «el pueblo del Reino», no «el
pueblo de la Iglesia», dice Snyder (1983:11)

El redescubrimiento de la iglesia local
La primera persona en atacar de frente todo este edificio fue Roland Allen ([1912] 1956), quien previno a sus lectores
sobre las diferencias abismales entre los métodos misioneros de Pablo y los de las agencias misioneras contemporáneas.
Quizás, sugería Allen (:107), la diferencia básica consistía en que Pablo había fundado «iglesias», mientras que nosotros
fundamos «misiones» en el sentido de organizaciones dependientes. Pablo escribió la primera de sus cartas a la iglesia en
Tesalónica —donde había invertido unos cinco meses— un año después de haber estado allí y la escribió no a una misión
sino a una iglesia (:90; cf. también capítulo 4 de este estudio). En ningún momento la iglesia de Antioquía, que enviaba,
tuvo autoridad sobre las incipientes comunidades en Efeso, Corinto u otras partes. Desde el primer momento estas eran
iglesias completas, con la Palabra y los sacramentos, los cuales eran todo lo necesario para ser la Iglesia de Cristo. El
éxito de Pablo, sugirió Allen, se debió al hecho de confiar tanto en el Señor como en las personas a las cuales había sido
enviado. En los dos aspectos, los misioneros modernos son demasiado diferentes a Pablo (:183–190).

Tensión creativa
Según este modelo, los «logros» en el área de la misión o la evangelización se miden con frecuencia en términos de
actividades «religiosas» o relacionadas con el «más allá», o de un comportamiento en el nivel de la microética, tal como la
abstinencia del cigarrillo o el uso de lenguaje grosero. Muchas veces esto también implica tomar distancia de cualquier
involucramiento en los problemas sociales predominantes en un determinado entorno. Donde esto ocurre, puede darse el
caso que una explosión en el número de convertidos no sea más que un escapismo disfrazado que resulta más bien en
una farsa de las verdaderas pretensiones de la fe cristiana. Sin embargo, el contenido de un evangelio sin demandas en
términos de justicia, paz, y equidad evoca

en la conferencia de la CMME del CMI, convocada en la ciudad de México, se dijo que los cristianos
tienen que «descubrir la forma de obediencia [página 468] cristiana que Dios les está bosquejando implícitamente a través
de su actividad en las estructuras de la vida urbana fuera de la Iglesia» (citado por Bassham 1979:65; esta frase no
era, sin embargo, como Bassham parece insinuar, parte de la conferencia dictada en esa reunión).

Todo esto culmina en la siguiente declaración tomada del informe norteamericano:
Hemos resaltado la humanización como la meta de la misión porque creemos que más que cualquier otra comunica en
medio de nuestro período histórico el significado de la meta mesiánica. En otra época el objetivo de la tarea redentora de
Dios pudo describirse mejor en términos del hombre volviéndose hacia Dios…. La pregunta fundamental era la del Dios
verdadero y la Iglesia respondió a ella apuntando hacia él. Se daba por sentado que el propósito de la misión era la cristianización,
llevar al hombre a Dios por medio de Cristo y su Iglesia. Hoy día la pregunta fundamental es mucho más la del
hombre verdadero, y la preocupación predominante de la congregación misionera, por ende, tiene que ser la de señalar la
humanidad en Cristo como la meta de la misión

La Iglesia misma necesita ser salvada, se decía en Bangkok, de otra forma no
puede ser una comunidad salvífica: «Sin la salvación de las iglesias de su cautividad a los intereses de las clases, razas y
naciones dominantes, no existe Iglesia que salve» (CMI 1973:89). Las iglesias necesitan «convertirse del egoísmo para
lograr percibir lo que Dios está haciendo para la salvación de los hombres en la vida del mundo» (:

Uno puede, entonces, percibir a la Iglesia como una elipsis con dos focos (Crum 1973:288s.). En el primero, y alrededor
del mismo, admite y disfruta de la fuente de su vida; el énfasis está en la adoración y la oración. Desde el segundo
foco, y por medio del mismo, la Iglesia atrae y desafía al mundo

Ahora reconocemos que la Iglesia es una entidad teológica y sociológica, una unión inseparable de lo divino y el polvo.
Mirándose a sí misma a través de los ojos del mundo, la Iglesia se da cuenta de su mala reputación y su estado andrajoso,
su susceptibilidad frente a todas las debilidades humanas; mirándose a sí misma a través de los ojos de los creyentes se
percibe en términos de un misterio, del cuerpo incorruptible de Cristo en la tierra. A veces podemos disgustarnos al extremo
por el carácter tan terrenal de la Iglesia; sin embargo, a veces podemos ser transformados al percibir lo divino en esa
misma Iglesia (Smith 1968:61). Esta Iglesia, ambigua al extremo, es «misionera por su misma naturaleza», el pueblo peregrino
de Dios, «en la naturaleza de» sacramento, señal e instrumento (LG 1), y «la más segura semilla de unidad, esperanza
y salvación para la totalidad de la raza humana» (LG 9).

La misión como missio Dei

Para las missiones ecclesiae (las actividades misioneras de la Iglesia) la missio Dei tiene consecuencias importantes.
La «misión», en singular, sigue siendo primordial; las «misiones», en plural, constituyen un derivado. Con referencia al
período posterior a Willingen, Neill (1966a:572) declara con denuedo: «La era de las misiones ha llegado a su final; empieza
la era de la misión». De esto se sigue que es necesario distinguir entre la misión y las misiones. No podemos pretender
de manera simplista que lo que hacemos es idéntico a la missio Dei: nuestras actividades misioneras son auténticas únicamente
en la medida en que reflejan una participación en la misión de Dios. «La Iglesia se encuentra al servicio del movimiento
de Dios hacia el mundo» (Schmidtz 1971:25). El propósito primordial de las missiones ecclesiae no puede consistir,
entonces, en simplemente plantar iglesias o salvar almas: necesariamente tiene que ser un servicio a favor de la missio
Dei, representando a Dios en el mundo y en contraste con el mundo, apuntando hacia Dios, colocando al Dios-niño ante
mirada del mundo en una celebración sin fin de la fiesta de la Epifanía. En su misión, la Iglesia testifica la plenitud de la
promesa del [página 478] Reino de Dios y participa en la continua lucha de este Reino contra los poderes de la oscuridad
y el mal (Scherer 1987:84).
Parece que la Iglesia sobra para la missio Dei: «no nos incumbe a nosotros ‘articular’ a Dios. Al
fin y al cabo, ‘missio Dei’ significa que Dios se articula a sí mismo, sin necesidad de nuestra ayuda por medio de esfuerzos
misioneros en ese sentido» (:88). De hecho, esto es innecesario para el mundo, «para llegar a ser lo que ya es a partir de
la Resurrección: el mundo reconciliado de Dios» (:28). Por tanto, no se requiere de ninguna contribución misionera por
parte de los cristianos. Después de todo, no se puede concebir a Dios sin un mundo reconciliado, como tampoco el mundo
sin la presencia dinámica de Dios (:24)


La misión como mediadora de la salvación6
Interpretaciones tradicionales de la salvación
Pablo, en cambio, subraya otro aspecto, pues él pone más énfasis en la naturaleza incipiente de la salvación: apenas
se inicia en esta vida (cf. Stanley 1980:63–69). La salvación es un proceso iniciado por el encuentro de uno con el Cristo
vivo; la salvación total aún está por completarse. El Espíritu Santo es sólo las primicias de los dones de Dios a favor de
nosotros (Ro. 8:23). Somos salvos en esperanza (8:24). La reconciliación (un concepto clave en Pablo) de hecho ocurre
aquí y [página 481] ahora, pero Pablo por lo general se refiere a la salvación usando el tiempo futuro: «Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios … mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida» (Ro. 5:10).

Mientras que en la iglesia bizantina se entendía la salvación como una progresión «pedagógica», el Occidente (católico
y protestante) subrayaba el efecto devastador del pecado y la restauración del individuo caído por medio de una experiencia
de crisis mediada por la Iglesia. No era ni la preexistencia de Cristo ni su encarnación, sino su muerte sustitutiva en
la cruz (una doctrina perfeccionada en la teoría de Anselmo de la satisfactio vicaria) la que ahora estaba en el centro (cf.
Beinert 1983:203–205). La salvación consistía en la redención de almas individuales en el más allá, hecho que tendría
lugar en ocasión del apocalipsis en miniatura de la muerte de cada creyente.

La salvación en el paradigma moderno
Bajo este paradigma, entonces, la culpa y la salvación ya no separan o unen a Dios y los seres humanos primordialmente,
sino a éstos entre sí. El grito de Lutero, «¿dónde puedo hallar un Dios misericordioso?» cambia a «¿cómo podemos
ser vecinos misericordiosos los unos con los otros?». La venida de Dios en sentido «vertical» a este mundo se mani263
fiesta en relaciones horizontales aptas y transformadas: la relación salvífica del ser humano con Dios se hace concreta en
la conversión de una persona a su hermano o hermana.

El espíritu de la conferencia, parece, se manifestó cuando la salvación fue definida exclusivamente
en términos terrenales. La Sección II describe la salvación en cuatro dimensiones. Se manifiesta en la lucha por: (1)
la justicia económica frente a la explotación; (2) la dignidad humana frente a la opresión; (3) la solidaridad frente a la alienación;
y (4) la esperanza frente a la desesperanza en la vida personal (CMI 1973:98). En el proceso de la salvación, tenemos
que hacer que estas (¿únicas?) cuatro dimensiones se conjuguen entre sí (:90).

Crisis en el entendimiento moderno de la salvación

La salvación es una relación vertical … que se manifiesta en relaciones horizontales. Lo vertical no debe ser desplazado
por lo horizontal. No importa cuán deseables sean las mejoras sociales, trabajar a favor de ellas nunca debe reemplazar
los requerimientos bíblicos de y para la «salvación» (1973:31).
En contraste con este tipo de acercamiento es imprescindible afirmar que la redención nunca puede ser salvación fuera
de este mundo (salus e mundo) sino siempre salvación de este mundo (salus mundi) (Aagaard 1974:429–431). La salvación
en Cristo es salvación en el contexto de la sociedad humana en la ruta hacia un mundo íntegro y sanado.

Hacia una salvación integral

Para su entendimiento de la salvación el primer modelo, la misión patrística griega, se orientaba hacia el origen y el
comienzo de la vida de Jesús, es decir, hacia su preexistencia y su encarnación. La orientación de la misión occidental fue
hacia el final de la vida de Jesús: su muerte en la cruz (como formulación clásica, la teoría de la satisfacción elaborada por
Anselmo). En ambas instancias la salvación estaba en la periferia de la vida de Jesús (Wiederkehr 1976:34; Beinert
:1983211). El tercer modelo, la interpretación ética de la salvación, se orientaba más hacia la vida y ministerio terrenales
de Jesús. Por supuesto, esto introdujo un elemento más dinámico a nuestro entendimiento de la salvación, pero de tal
modo que, al fin y al cabo, Cristo resultó redundante.

«La misión significa ser enviado a
proclamar, en hechos y en palabras, que Cristo murió y resucitó a favor de la vida del mundo, y que vive para transformar
vidas humanas» (Memorandum 1982:459). De la tensión entre el «ya» y el «todavía no» del Reino de Dios, de la tensión
entre la salvación indicativa (¡la que ya es una realidad!) y la salvación subjuntiva (¡la salvación comprehensiva está por
venir!) emerge la salvación imperativa: ¡involúcrate en el ministerio de la salvación! (Gort 1988:214). Aquellos que sabemos
que [página 489] un día Dios enjugará las lágrimas de los que sufren y son oprimidos no aceptaremos con resignación
las lágrimas de los que sufren y son oprimidos ahora. Cualquiera que sepa que un día ya no habrá más enfermedad
puede y tiene que anticipar activamente la conquista de la enfermedad en el individuo y en la sociedad ahora. Y cualquiera
que crea que el enemigo de Dios y el ser humano está ya aplastado se opondrá a él ahora y a todas sus maquinaciones
en la familia y en la sociedad. Todo esto tiene que ver con la salvación.

La misión como la búsqueda de la justicia
El legado de la historia
Durante el reino de Constantino el cristianismo no sólo llegó a ser una religio licita sino muy pronto se convirtió en la
única religión legítima en todo el Imperio. La situación tenía su paralelo con ciertos períodos de la historia de Israel como
nación independiente. Como sucedió en aquel entonces, de igual modo la nueva situación llevó a la necesidad de transigir
ciertos principios.
La «interferencia» de los obispos en la política constituyó una de las primeras manifestaciones de que la Iglesia «establecida
» quería romper el molde de armonía y división clara de funciones entre Iglesia y Estado.9 Gran parte de las complicaciones
surgidas en la relación Iglesia-Estado en el siglo veinte fluyeron de los intentos de redefinir esta relación

La tensión entre la justicia y el amor

Como ha demostrado la institución
de la esclavitud, es posible que cristianos sinceros, motivados por el amor, no se movilicen de manera vigorosa en
contra de las injusticias sociales de la sociedad que, como ellos saben muy bien, están en conflicto con sus ideales religiosos
y morales (:77). El dualismo constante Dios-mundo, cuerpo-espíritu, heredado de Agustín y los griegos, y reforzado
con el pensamiento de la Ilustración, vence al ideal del amor.

omar martinez dijo...

12
ELEMENTOS DE UN NUEVO PARADIGMA MISIONERO ECUMÉNICO

El papel de la iglesia en la misión.
La misión como la iglesia como la iglesia-con-otros. La iglesia puede considerarse como institución, como cuerpo místico de Cristo, como sacramento, como heraldo o como siervo. La encíclica Mystici Corporis Christi, fortaleció la tendencia a obsolutizar y divinizar la iglesia para mostrarla como una societas perfecta. Los protestantes, tendían a entender un bajo concepto de la iglesia. Se dio un cambio fundamental en la percepción de la relación entre la iglesia y su misión tanto en el catolicismo como el protestantismo.
Cambios en el pensamiento misionero. La obra salvífica de Dios precede tanto a la iglesia como a la misión. La missio Dei instituye las missiones ecclesiiae. La iglesia ya no es la entidad que envía sino la enviada.
Misionera por naturaleza. No es secundaria a su esencia; la iglesia existe en el proceso de ser enviada y de edificarse para la causa de su misión. Sin la misión, la iglesia no puede dominarse católica, es decir, universal.
El pueblo peregrino de Dios. La iglesia se concibe como el pueblo de Dios, y por implicación, entonces, como una iglesia peregrina. El pueblo peregrino de Dios necesita únicamente dos cosas: apoyo para el viaje y un destino final.
Iglesia y mundo. Se percibe la misión como Dios dirigiéndose al mundo. El ministerio y la vida cristiana eran definidos casi exclusivamente en términos de predicación, culto público, el pastorado y la caridad. Una convergencia entre la perspectiva católica la protestante. Sugiere que si la iglesia no puede ser considerada como el fundamento de la misión, tampoco puede ser considerada como la meta de la misión; por lo menos, no como la única meta. La Iglesia es en la tierra la semilla y la iniciación de ese Reino, señal e instrumento del Reino de Dios que ha de venir. El compromiso misionero de la Iglesia sugiere algo más que llamar a los individuos a entrar en la Iglesia como a una sala de espera del más allá.
La Iglesia ha de ser vista como morada de Dios en el Espíritu, como el movimiento del Espíritu respecto a un mundo en ruta hacia el futuro. Si la Iglesia intenta desvincularse del mundo y si sus estructuras en sí obstaculizan cualquier posibilidad de rendir un servicio relevante al mundo.
El redescubrimiento de la iglesia local. La Iglesia-en-misión es, primeramente, la iglesia local. La diferencia básica consistía en que Pablo había fundado iglesias, mientras que nosotros fundamos misiones en el sentido de organizaciones dependientes. La Iglesia es en realidad una familia de iglesias locales en la cual cada una debe estar abierta a responder a las necesidades de las otras y a compartir sus bienes materiales y espirituales con ellas.
Tensión creativa. La misión está fundamentada en la adoración de la Iglesia, en su vivencia alrededor de la Palabra y los sacramentos. Percibir a la Iglesia como una elipsis con dos focos. El primero, y alrededor, admite y disfruta de la fuente de su vida; el énfasis está en la adoración y la oración. Segundo, la Iglesia atrae y desafía al mundo. La Iglesia se reúne para alabar a Dios, para disfrutar de la comunión mutua y recibir sustento espiritual, y sale para servir a Dios dondequiera que estén sus miembros. Es obvio que la Iglesia puede ser misionera únicamente si su estar-en-el-mundo es, al mismo tiempo un ser-distinta-del-mundo. Cada miembro de la Iglesia que la ama experimentará también un dolor profundo provocado por ella. Sin embargo, esto no implica desecharla, sino reformarla y renovarla. La Iglesia en el poder del Espíritu aún no es el Reino de Dios: comete errores y muchas veces es infiel. Sin embargo, sigue siendo la anticipación del Reino en la historia.
La misión como missio Dei. Ha habido un cambio sutil pero decisivo hacia un entendimiento de la misión como misión de Dios. Nuestra misión carece de vida propia: sólo en manos del Dios que envía se puede denominar verdaderamente misión, toda vez que la incitativa misionera proviene únicamente de Dios.
La misión, en singular, sigue siendo primordial; las misiones, en plural, constituyen un derivado. En su misión, la Iglesia testifica la plenitud de la promesa del Reino de Dios y participa en la continua lucha de este Reino contra los poderes de la oscuridad y el mal. La misión es el movimiento de Dios hacia el mundo respecto a la creación, el cuidado, la redención y consumación. Reconocer que la misión pertenece a Dios representa un descubrimiento asombroso respecto a los siglos anteriores.

La misión como mediadora de la salvación.
La salvación en el paradigma moderno. La primera reacción, tanto católica como protestante, fue que las personas siguieron adelante definiendo la salvación en los términos tradicionales, sin dar importancia a los desafíos de la Ilustración, como si nada hubiera cambiado. La segunda reacción consistió en intentar tomar los desafíos del modernismo seriamente, también respecto a su concepto de la salvación. Bajo este paradigma, entonces, la culpa y la salvación ya no separan o unen a Dios y los seres humanos primordialmente, sino a éstos entre sí.
Crisis en el entendimiento moderno de la salvación. La salvación en Cristo es salvación en el contexto de la sociedad humana en la ruta hacia un mundo íntegro y sanado.
Hacia una salvación integral. La salvación el primer modelo, la misión patrística griega, se orientaba hacia el origen y el comienzo de la vida de Jesús, es decir, hacia su preexistencia y su encarnación. La orientación de la misión occidental fue hacia el final de la vida de Jesús: su muerte en la cruz. En ambas instancias la salvación estaba en la periferia de la vida de Jesús. El tercer modelo, la interpretación ética de la salvación, se orientaba más hacia la vida y ministerio terrenales de Jesús.

La misión como la búsqueda de la justicia
Los dos mandatos. Dos mandatos distintos, uno espiritual y otro social. El primero hace referencia a la comisión de anunciar las buenas nuevas de la salvación por medio de Jesucristo; el segundo llama al cristiano a participar responsablemente dentro de la sociedad humana, incluyendo el trabajar a favor del bienestar humano y la justicia.

La misión como evangelismo.
Evangelismo: una plétora de definiciones. Entre evangelismo y misión, y la esfera o alcance del evangelismo. Los dos temas están, además, íntimamente relacionados.
En primer lugar, algunos sugieren que la misión tiene que ver con el ministerio a personas que todavía no son cristianas, y que el evangelismo tiene que ver con el ministerio a personas que ya han dejado de ser cristianas.
En segundo lugar, y para añadir a la distinción anterior, está la tendencia a definir evangelismo de manera más restringida que misión.
En tercer lugar, en las últimas cuatro décadas aproximadamente se ha evidenciado la tendencia a percibir misión y evangelismo como sinónimos.
La misión como contextualización
La ruptura epistemológica. Las teologías contextuales sostienen que constituyen una ruptura epistemológica cuando son comparadas con las teologías tradicionales. La teología, por lo menos desde el tiempo de Constantino, se realizaba desde arriba, como una actividad elitista, su principal fuente era la filosofía, y su principal interlocutor, el no-creyente instruido. La teología contextual, por su parte, es un teología surgida desde abajo; su principal fuente son las ciencias sociales y su principal interlocutor son los pobres o los culturalmente marginados.

Las ambigüedades de la contextualización. 1 La misión como contextualización es una afirmación que Dios se ha vuelto hacia el mundo. 2 La misión como contextualización implica la construcción de una variedad de teologías locales. 3 No sólo se presenta el peligro del relativismo, en el cual cada contexto forja su propia teología, hecha a medida para ese contexto específico, sino también el peligro de absolutizar el contextualismo. 4 Tenemos que mirar todo este asunto desde otro ángulo más: el de leer las señales de los tiempos, expresión que ha invadido el lenguaje eclesiástico contemporáneo. 5 A pesar de la naturaleza y del lugar innegablemente crucial que tiene el contexto, entonces, éste no debe ser tomado como la única y fundamental autoridad para la reflexión teológica. 6 Stackhouse ha argumentado que estamos distorsionando la totalidad del debate sobre la contextualización si lo interpretamos únicamente como un problema referente a la relación entre praxis y teoría. 7 Los mejores modelos de la teología contextual lograron mantener unidas en tensión creativa, teoría, praxis y poiesis, o, si preferimos, la fe, la esperanza y el amor.

Francisco Naves dijo...

12-bis.

La Misión como liberación.

El desarrollo a la liberación.

Teologías afro americanas, hispanas y amerindias en el caos unidos, de teología latinoamericana, teología de ministra, teología surafricana y de varios movimientos biológicos similares en otras partes de África, Asia y Oceanía. Particularmente la variedad latinoamericana, evolucionaron como protesta contra la incapacidad de la Iglesia occidental y los círculos misioneros, tanto católicos como protestantes. En 1930, la Iglesia alemana paulatinamente dio cuenta de que se estaba engañando a sí misma al pensar que los principados y poderes habitados sólo “en los cielos”; ellos se encuentran también sobre la tierra como fuerzas demoníacas dentro de la estructura de la sociedad. Para occidente el desarrollo indicaba modernización, fundamentado sobre varias premisas falsas: presuponían que lo que era bueno para occidente sería bueno también para el tercer mundo. Aún en 1973 las iglesias protestantes alemanas producían un memorándum que hablaba bellezas de las emocionantes perspectivas de la humanidad. Un lenguaje utópico caracterizaba la filosofía del desarrollo.

“La opción preferencial de Dios por los pobres”.

200 años después de la ilustración, dice mi Newbigin (1986) “virus en un mundo en que millones de personas disfrutan de un nivel de riqueza material que poco Reyes y reinas podrían igualar en aquel entonces”. Dapper escribe:”nadie dudar que esos son nuevos tonos en el Consejo mundial”. Ser pobre es una incontrovertible realidad material. Lucas reservado palabras de Jesús sobre aquellos que sufren, son víctimas de la sociedad. Gort (1980) afirma en la posición reformada la teología y la ética van juntas. La ética es las manos y los pies de la teología, y la teología es los órganos vitales y el alma de la ética. El amor de Dios para con los no pobres. La opresión de los pobres y un rechazo a los ídolos del dinero.

Teología liberal y teología de la liberación.

La teología de la liberación tiene un fuerte componente de preocupación social.

1. Todas las teologías occidentales aludidas luchan primordialmente con la realidad del modernismo, del secularismo.

2. Las teologías progresista de occidente tienden a ser evolucionistas en su filosofía.

La conexión marxista.

Las etiologías de la liberación como las contextuales son con frecuencia acusadas de haber vendido el evangelio cristiano a una ideología marxista. El análisis magistral parece estar declinando en América Latina, se ha introducido con más vigor en la teología negra de Sudáfrica. El cristianismo como religión procede de la premisa que existe una realidad detrás y por encima de la realidad tangible y visible alrededor de nosotros.

Está la cuestión de la violencia. Apoyar la violencia es intrínseco al marxismo. Albert Camus: “yo me reveló, entonces nosotros somos”, o el lema del Che Guevara “el deber de un revolucionario es hacer la revolución”.

La liberación integral.

La teología de la liberación ha ayudado a la Iglesia a redescubrir su antigua fe en Yahvé. Frescura del espíritu Santo. “Porque del más chiquito y el más olvidado tiene Dios la memoria muy reciente y muy viva”. Verdaderos portadores de la idea de la teología de la liberación. CMME ofreció una conferencia en Melbourne, donde se le otorgó a los pobres una cualidad mesiánica, como si los pobres y la Iglesia fueran sinónimos. Los humanistas teológicos, ubicaba el pecado en las estructuras de la sociedad y no el corazón humano. La liberación de Israel de la esclavitud en Egipto era el padre arqueológico definitivo de la teología de la liberación. Gutiérrez muchas veces dice “removido entusiasmos fascistas”. Hablo se da cuenta de que él y los esclavos cristianos se encuentran frente a un número ilimitado de opciones. Hablo puede afirmar (romanos 8. 28) “toda las cosas ayudan a bien… A los que aman a Dios”. Segundo es el pionero de un nuevo camino dentro de la teología de la liberación. El cristiano puede trompada aún donde las circunstancias no cambian, a un don de la liberación no ocurre; si he de romper este círculo vicioso de frustración, del cual aún la teología de la liberación no ha estado exenta; está firmemente comprometido con la agenda de liberación. El Papa lo expresó bien. No es una “nueva teología” sino una nueva etapa en la tarea de hacer teología, y como parte, demuestra sus aspectos continuos y discontinuos con la teología de épocas anteriores.

La visión como “inculturación”.
Las vicisitudes de la acomodación y la indigenización.

Representa un segundo modelo importante en la teología contestó avisada, de origen reciente que se manifiesta en el carácter “Pluriforme” del cristianismo moderno. La Iglesia se volvió en la portadora de cultura. La misión cristiana, presuponían la desintegración de las culturas que penetraba. La cultura tenía que ser exportada juntamente con la fe cristiana. En general se limitaba a asuntos accidentales, como la vestimenta litúrgica, los ritos no sacramentales, el arte, la literatura, la arquitectura y la música. La Fe, que no rechazaban y dañaba los ritos y las costumbres a menos que sean depravados. Las misiones protestantes tenían la apariencia de ser distintas; en vez de subordinar la expresión de la fe a la autoridad magisterial, como en el catolicismo, los protestantes la subordinaban y conscientemente a las presuposiciones de la cultura europea y estadounidense.

Desarrollos en el siglo 20.

A pesar de sus fallas inherentes, el modelo de los “tres autos” ayudó a inspirar los pueblos subyugados a buscar su independencia también fuera de las áreas estrictamente eclesiásticas. En el periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial se hicieron múltiples ajustes en círculos tanto católicos como protestantes. En China, se culminó con la victoria de los comunistas en 1949, lo que simbolizó el desmoronamiento del antiguo orden misionero. El cuarto auto, ya se había realizado muchas veces en forma inadvertida y clandestinamente, con más frecuencia fuera de las iglesias de misión.

Hacia la inculturación.

Presupone una pluralidad de teologías ¿en qué aspectos se distingue la inculturación de sus predecesores? en primer lugar, difiere respecto a los agentes. En segundo lugar, el énfasis es ante todo una situación local. “La palabra universal sólo habla dialectos”. En cuarto lugar, la inculturación sigue intencionalmente el modelo de la Encarnación. En quinto lugar. La coordinación de Evangelio y cultura debe, sin embargo, estructurarse e cristológicamente. En sexto lugar. En 20 podría aún afirmar el reino de Dios solamente hace uso de “ciertos elementos de la cultura humana y de las culturas”.

Los límites de la inculturación.

La filosofía del “todo vale” siempre y cuando tenga sentido para la gente puede tener consecuencias catastróficas. Según Walls (1982) a los principios que funcionan aquí, y funcionan simultáneamente. Por un lado está el principio de la “indígeniniciación” es decir en cada cultura y cada cultura está en casa con el Evangelio. Por otro lado entra en juego el principio “peregrino”, “nunca existió sociedad alguna, sea en oriente hubo occidente, antigua o moderna, capaz de absorber en su sistema la palabra de Cristo sin sufrimiento”.

“interculturación”.
Está siempre será un proceso tentativo y continuo. La relación entre el mensaje cristiano y la cultura es creativa y dinámica, llena de sorpresas. La inculturación presupone, además, que las encarnaciones locales de la fe no son demasiado locales. Por un lado, una “Iglesia homogénea”. Por otro lado, podemos ser tentados a hípercelebrar un número infinito de diferencias en el surgimiento de las teologías pluralistas locales y reclamar que no sólo cada comunidad local de adoración sino cada pastor y miembro de la Iglesia pueden desarrollar su propia “teología local”.

La misión como testimonio común.

El (re)nacimiento de la idea ecuménica en la misión.

La idea ecuménica fue el resultado directo de los varios despertares y el subsiguiente involucramiento de las iglesias de occidente en empresa misionera a nivel global. Ya no se exportaba únicamente “el glorioso Evangelio del Dios bendito”. China, que es la consentida de las misiones protestantes. Ya en el año de 1855 existían 20 sociedades misioneras activas en seis ciudades de la China. Durante las dos últimas décadas del siglo XIX, entonces, hubo cambios dramáticos en el escenario de la aparición, primero, del movimiento estudiantil internacional, no con movimiento misionero internacional y, a principios del siglo XX, con los primeros tímidos pasos hacia un momento ecuménico global e inclusivo. Él IMC, fundado en 1921se proveyó con su primer órgano de cooperación internacional e internacional. Se reflexionó sobre “el llamado de la Iglesia a la misión y a la unidad”. La palabra ecuménico fuera usado para describir todo lo que abarca toda la tarea de toda la Iglesia de llevar el Evangelio a todo el mundo. Para las iglesias que constituyen el Consejo mundial, esto significa admitir que la tarea misionera no es menos centrada que la vida de la Iglesia que la búsqueda de la renovación y la unidad.

Más de 200 cuerpos eclesiásticos de todas partes del mundo...Habían declarado solemnemente en presencia de Dios su responsabilidad como iglesias en la evangelización del mundo entero. El propósito por cual estamos llamados a la unidad es “para que el mundo crea”.

Católico-romanos, misión y ecumenismo.

• Documentos oficiales de la Iglesia Católica romana, luego de haber denominado a los protestantes “hijos de Satanás” y “herejes” o “sismáticos” “disidentes”, “hermanos separados” y eventualmente “hermanos y hermanas en Cristo”. Los fundamentos para esta posición se cimentaron el del concilio de Trento. La restauración del catolicismo se manifestó en términos de “contra reforma”. Fue, sin embargo, el decreto sobre ecumenismo, en particular, el que se refirió en el lenguaje claro a la necesidad de mejorar las relaciones y de una aceptación mutua. AG6 retomar el tema y vincula la unidad de la Iglesia realmente con su misión. Toda persona bautizada está llamada a formar un solo redil con el fin de dar testimonio de Cristo a su señor ante las naciones. La separación fue mutua. En lo testimonio que enuncia ambas ideas de unidad y de misión plasmado en varios documentos de estudio es “testimonio común”. “La percepción de la comunidad con Cristo y con el otro general el dinamismo que impulsa los cristianos a presentar un testimonio viable en conjunto”.

Unidad en misión; misión en unidad.

William Temple hizo referencia de la existencia del cristianismo global como “el gran nuevo hecho de nuestro tiempo”.W.H. van de Pol, el que hizo en menos el 48 a los Joan a la formación del CMI como “algo absolutamente nuevo en la historia”. Otro católico Gillou, vio en él CMI “una comunidad de tipo fundamentalmente nuevo, sin precedentes en la historia”. Nuevos lineamientos del paradigma: en primer lugar, la coordinación mutua de la misión y la unidad no es negociable. El pueblo de Dios es uno solo; el cuerpo de Cristo es uno solo. “Unidad de la Iglesia”. El segundo lugar, mantener juntas tanto la misión y la unidad como la verdad y la unidad presupone tensión. En medio de toda diversidad, sin embargo ahí un eje: Jesucristo. En tercer lugar, la Iglesia unida-en- misión es esencial a la luz del hecho que la misión de la Iglesia nunca llegará a su final. En cuarto lugar, la misión en unidad implica el final de la distinción entre iglesias “enviadoras” e iglesias “receptoras”. “Colaboradores en obediencia”, “vivir como camaradas”, “igualdad”, “cooperación”, “una base de 50-50”, “solidaridad” ¡frases maravillosas! Whitby (1947), un pastor indonesio comentó en tono irónico “claro, ¡lo de colaboradores para ustedes, pero para nosotros, obediencia!”. En quinto lugar, si aceptamos la validez de la misión-en-un-unidad no podemos y no tomar una posición en contra de la proliferación de nuevas iglesias. En sexto lugar, en última instancia la unidad en la misión y la misión en unidad no sirven meramente a la Iglesia sino que, a través del Iglesia, están para servir a la humanidad y buscar manifestar el dominio cósmico de Cristo. Finalmente, tenemos que confesar que la pérdida de la unidad eclesial no sólo una molestia sino un pecado. Por tanto la “Iglesia mundial” como la “unidad de la familia humana” son, en sentido, fricciones. Sin embargo, ambas elecciones son indispensables si queremos hacer justicia a lo que significa ser Iglesia y bis creativa y “visualmente” en medio de la tensión escatológica que pertenece a nuestra misma entidad como cristianos.

omar martinez dijo...

12
la misión como liberación