viernes, 1 de agosto de 2008

LA MISIÓN A PARTIR DE LA ILUSTRACIÓN 2



La misión a partir de la ilustración.

Capítulo nueve. Segunda parte.


La visión y el colonialismo.La “idea colonial” es muy antigua y antecede a la era cristiana, está íntimamente ligada a la expansión global de las naciones cristianas en el mundo occidental. El término misión, presupone el contexto de la colonización occidental de los territorios de ultramar y la su subyugación de sus habitantes. Tendría que someterse a la religión. Las compañías holandesa inglesa y danesa rehusaban la entrada de misioneros en sus territorios. Llegaría un tiempo en que se darían la bienvenida calurosa los misioneros. Los misioneros se convirtieron en los pioneros de la expansión integrista de los poderes occidentales. El canciller alemán von Caprivi declaró públicamente en 1890: “la pistola y la Biblia de venir de la mano”. Por eso había elogios de los funcionarios de gobierno a las misiones y a los misioneros. Nel afirmó que por eso había tanta indiferencia hacia las misiones por su “significado político”. Y decía únicamente cuando logremos incorporar los negros a la iglesia protestante, solamente surgirá la esperanza para el futuro (grupos étnicos en Sudáfrica). Por eso debe haber un compromiso en esta obra maravillosa de servir a Dios, pero también sería la patria. “Donde el misionero coloca su estandarte en medio de una tribu, se echaron los prejuicios contra gobierno colonial. Las estaciones misionera son los mejores y más económicos puestos militares que un gobierno sabio puede emplear. Carl Mirbt, escribió en 1910 “misión y colonialismo van juntos”, se espera un resultado positivo para las colonias por esta alianza. La misión es la que apacigua nuestras colonias espiritualmente y las asimila interiormente… Asegura el servicio la devoción interior de los nativos. El doctor Solf declaró “colonizar es hacer misión”.Ernt Langhans declaró que las agencias misioneras tenían una “culpa indirecta” y también una “culpa directa” de las atrocidades cometidas por las autoridades coloniales, pero guardaban silencio. A la población local sólo le quedaba aceptar la presencia de los amos coloniales, quienes escogieron funcionarios coloniales y a hombres prácticos y morales quienes sabrían cómo tratar a la población indígena.Federich Fabri (1824-1891), fue el padre del movimiento colonial alemán. Las colonias podrían solucionar muchos de los problemas financieros sociales de Alemania. El imperio colonial alemán está formado por África alemana del sudoeste (Namibia), Togo, Camerún, África alemana del este, algunas islas del océano pacífico y kiao-Chao en la China. Aquí sólo había prisioneros alemanes. Servían tanto al Iglesia como la patria y ayudaban a educar “la materia negra”, para que fueran una fuerza obrera eficiente, después de la Segunda Guerra Mundial, estos misioneros han desenmascarado, las a títulos de racistas del pasado. Ludwig Harms defendió apasionadamente a la población negra contra el maltrato de los colonos blancos. Surgieron dos congregaciones distintas: una de raza blanca y otra de razones. Había una conciencia de la superioridad de la raza blanca en general y del pueblo alemán en particular. Los negros eran los “descendientes del maldito cam” (Génesis 9.22-25), por consiguiente la igualdad con ello sería inconcebible. En América Latina Bartolomé de las casas, siempre brillaba como ejemplo de un misionero que permanece hasta el final como defensor de los oprimidos. Por otro lado el gobernador francés de Madagascar, afirmaba “lo que queremos es preparar al pueblo aborigen como mano de obra; pero ustedes los convierten en personas”. Los convencían de que a pesar del maltrato, las deltenían un valor infinito a los ojos del todopoderoso. Ninguna colonia europea a nacidos sin graves injusticias como los portugueses, españoles, holandeses,, británicos y alemanes. Fabri comentó “la misión y el colonialismo están tan lejos el uno del otro como el cielo y la tierra”. La misión renana se puso del lado de los africanos, el sistema colonial era intrínsecamente explotador, y los negros eran estafados, ellos en su propio país no tenían el derecho de ser más que sólo “esclavos sin recurso legal alguno y proletarios sin tierra”. Las misiones se convirtieron en portadores y defensores del imperialismo occidental. Las implicaciones del neocolonialismo, quien es otra cosa que una forma más sutil del predominio del mundo occidental. Ellos se consideraban superiores y responsables por ellos. Los misioneros al estaño de ellos crearon “una poderosa mezcla de Providencia, piedad política y patriotismo”.La misión y el milenio.Durante los últimos tres siglos, y quizás más, las misiones protestantes siempre han revelado fuertes elementos milenaristas. El término latino millennium se deriva de la referencia en Apocalipsis 20 al reinado de Cristo por 1000 años. Las expectativas del milenio se convirtieron en propiedad común prácticamente de todo protestante estadounidense. Existía un espíritu de certeza respecto al casi inminente arribo del milenio y había que cumplir con ciertos requisitos, como la conversión de los judíos y la “plena cosecha de los gentiles”. El objetivo era reclamar donaciones del mundo para Cristo. La profecía de Apocalipsis 14 se estaba cumpliendo. La obra misionera en sí se convirtió en una señal segura del amanecer del milenio. Este paradigma el milenio no irrumpiría por medio de un evento cataclísmico. Vendría paulatinamente, inaugurándose por medio de la labor misionera de la Iglesia. Después de 1830 surgió un espíritu de competencia feroz entre las varias denominaciones del protestantismo en Estados Unidos. Tales diferencias se manifestaban no sólo en el área de la escatología sino en todo espectro. Da al evidencia de la incapacidad de la Iglesia para responder apropiadamente al desafío presentado por la ilustración.Premilenarismo.El movimiento premilenarista surgió del siglo XIX, en cuanto a avivamientos, evangelicalismo, pietismo, americanismo y varias ortodoxias. Y sus subgéneros adventismo, movimiento de santidad, pentecostalismo, fundamentalismo y Evangelicalismo conservador. Todos se han mostrado activos en proyectos misioneros alrededor del mundo. Todos se prestaron a iluminar la deuda del movimiento con la ilustración. Respecto a la hermenéutica, el no movimiento se aferraba a dos posiciones, la primera era “el derecho y la obligación del juicio privado en la interpretación de las sagradas escrituras”. La otra, la doctrina de la infalibilidad bíblica” un repertorio de hechos, una revelación de doctrinas y recursos de apelación sobre todo los asuntos con los cuales tiene alguna relación”. El tema común era el retorno de Cristo. Fuera de los círculos adventistas también encontramos un fuerte énfasis en la segunda venida de cristos. Taylor, hacia una campaña a favor de la urgente evangelización de los millones de chinos. Se empezaba a usar el texto misionero de Mateó 24. 14. Pierson estimó la cantidad centavos y el hombro de las revistas con corazón rector de sales para inaugurar el milenio. Los premilenaristas tendrían que demostrar una perspectiva aún más lúgubre de los inconversos; el bien y el mal, los predios y los salvos, lo verdadero lo falso. Dwith L. Moody (1837-1899), el principal evangelista de los Estados Unidos en las últimas dos décadas del siglo XIX hizo una exhortación “cualquiera sea el pecado, decida que tendrá la victoria sobre él”. El concepto Wesleyano del pecado en términos de “un acto voluntario de libre albedrío”.Moody el pragmatismo, el probaba una determinada doctrina en términos de si era apropiada para la evangelización o no, juzgando sus propios sermones para ver si “servían para convertir a los pecadores” las tres “erres” resumían adecuadamente sus doctrinas centrales: “la redención por Cristo y la regeneración por el espíritu Santo”. Su pragmatismo lo hacía adverso cualquier controversia doctrinal. Poco antes de su muerte manifestó: “¿no podrían ellos(los críticos) pactar un cese de fuego sin sacar a los, durante 10 años, ningún punto de vista nuevo para que podamos seguir adelante con la labor práctica del reino?” El sur—únicamente los pecados relaciones con las víctimas mismas y los miembros de sus familias. La mayoría de los preminelaristas habían perdido la esperanza: la sociedad no tenía arreglo, por lo menos a. C. retornara para establecer su reino. “percibo el mundo como un barco en ruinas. Yo ya conseguir un bote salvavidas y me ha dicho: Moody, salva todo los que puedas”.todos rendían culto en el templo de la eficiencia, los integrantes de los “movimientos evangélicos de avivamiento parecen haber surgido de la clase media ambiciosa, predominantemente blanca y de herencia protestante” la convicción persistente en estos círculos es que el reino de Dios se inauguraría de hecho en Estados Unidos. Después de la Primera Guerra Mundial el comunismo era sencillamente la fría expresión contemporánea todo lo que amenazaba el sistema de valores de la clase media de los Estados Unidos. Para fines de las Segunda Guerra Mundial esta actitud se había consolidado en el anticomunismo hiperamericano, patriótico y fundamentalista de Carl Mcintire y otros surgió la llamada “nueva derecha religiosa”.Posmilenarismo y amilenarismo.A mediados del siglo 19 sólo es posible encontrar una posición premilenarista a ultranza entre grupos estadounidenses marginados tanto religiosa como socialmente. Estos contemplaban una perspectiva apocalíptica con una respectiva evolucionista del tiempo. O lo que debería hacer ahora en términos de “edificar el reino” este residuo fue atacado duramente. Las razones fueron diversas; primero, el extravagante en póquer apocalíptico incluso fueron considerados como locos o payasos en círculos “respetable”, hizo que cualquier expresión de visión apocalíptica estuviera bajo sospecha. Segundo, la guerra civil, fue seguida por un periodo de malestar, estaban de acuerdo en que la esclavitud era un flagelo y tenía que erradicarse. El pueblo se dio cuenta de que los problemas sociales habían aumentado en vez de disminuir. Tercero, estaban ocurriendo avances tecnológicos sin precedente, aparecieron fábricas en toda la nación y decenas de miles de inmigrantes en las áreas rurales y Europa invadieron las ciudades para suplir la necesidad de mano de obra en las fábricas. Nos anticiparon los males sociales que acompañarían los avances tecnológicos. Las soluciones del pasado parecían incapaces de proveer la dirección necesaria. En cuarto lugar, por primera vez las instituciones teológicas en Estados Unidos se expusieron en gran escala al método histórico-crítico en las ciencias bíblicas, predominante en los círculos teológicos de Alemania. Se sugiere que los libros de Daniel y Apocalipsis, provenían de una época posterior a la que se suponía, significando por lo menos una reinterpretación total de la literatura apocalíptica. La gente debería buscar el mensaje espiritual duradero en su interior. La construcción del reino de Dios se había convertido en una cuestión de técnica y programas, tanto como de piedad religiosa y devoción. La nueva doctrina de la paternidad de Dios y la fraternidad entre todos los seres humanos. Cristo redentor se convirtió en Cristo el maestro y sabio y benéfico. Anderson concluye ocurrió cuatro cambios fundamentales en el pensamiento misionero: 1. Ya se consideraba que las otras regiones fueran falsas; 2. La obra misionera significaba menos predicación y una gama más amplia de actividades de transformación; 3. El acento recaía en una salvación para la vida en este mundo presente; 4. El énfasis misionero cambiaba desde el individuo hasta la sociedad.Cristo no vino para destruir otras religiones sino para bares cumplimiento. Jesús, afirmó J. Gordón: “tiene que mostrarse como mejor gobernante en Japón, un confusión más noble en China un Gustama más divino en la india. La teología de los primeros postmilenaristas y hace que ha dedicado firmemente a la despoblación del infierno. De hecho,”las misiones cristianas representan…revolución social acelerada”. Davis y Walter llegaron a convencerse de que estas “fuerzas obras rurales de maldad” eran inherentes al sistema capitalista. En el cual hay que luchar con las uñas y dientes. No deberían acumular ganancias a costo de bienestar humano, y los obreros tenían el derecho de una justicia económica y no una simple limosna.Los monumentos como la WSCF, él SVM y él IMC, para mencionar sólo unos pocos incluían miembros de ambos lados. Lograron así mantener vivo algo del concepto integral de la fe cristiana. En los debates se vio “la evangelización del mundo en esta generación” otro ejemplo fue la conferencia misionera mundial de Edimburgo, en 1910, atrajo una mezcla extraña de posmilenaristas y premilenaristas, abanderados del Evangelio social y los que enfatizaba las salvación de almas.Las debilidades del premilenarismo, posmilenarismo y él amilenarismos.“los hijos liberales de padres liberales, tuvieron que operar con un capital cada vez menor”. Los Estados Unidos fueron a salvación social por veras técnicas y la cultura occidentales. Se compartía una visión de lo esencialmente correcto de la civilización occidental y la casi inevitabilidad de su triunfo. Un organismo a veces logra sobrevivir por años aunque el clima que permitió su florecimiento ya no predomine.Mackay comentó (33): en la cancha del siglo XIX había ocurrido todo una revolución, requiriendo de una época moribunda, y no como la trompeta del amanecer de una época venidera. Después de haber pasado por los efectos devastadores de dos guerras mundiales, vuelve a surgir lo ti mismo del siglo XIX y del Evangelio social. El cristianismo es un movimiento circular y no una especie de religión. El mundo provee la agenda para las iglesias (Uppsala)”. Ahora se hablaba de “desarrollo” en vez de “civilización” como tarea de la misión. Imagen y semejanza de occidente. El Evangelio social, en particular, ha sido “una conclusión más singular de los Estados Unidos al continuo fluir sus del cristianismo”. Se sintió no solamente en el cristianismo del tercer mundo, sino mucho más allá.El voluntarismo.Uno de los fenómenos más marcados de la ilustración fue el surgimiento de la Sociedad misioneras: algunas denomínales y otras antidenominacioles. Para fines del siglo XVIII, sin embargo, la situación había cambiado drásticamente. La terminación de la Segunda Guerra Mundial trajo otro la de entusiasmo misionero y formación de unas sociedades. La Iglesia institucional, controlar estrictamente por el clero, permanecía como el único instrumento divino en la tierra. “El primer movimiento feminista en Estados Unidos”. Para el año 1900 existían 41 organización de mujeres que apoyaban a 1200 misioneras solteras. En los últimos años se ha hecho costumbre dedicar cantidades enormes de energía a discusiones teológicas sobre la legitimidad de las sociedades misioneras como agentes de misión. Existiendo paralelamente una multitud de denominaciones con iguales derechos.La ilustración no fue la única razón por la cual surgió el denominacionalismo, que era una combinación de tradiciones eclesiásticas europeas, lealtades técnicas, el pietismo, el sectarismo y el libre mercado Estados Unidos. Nuestro designio es el evangelio glorioso del bendito Dios a los paganos. “Sociedad bautista particular para la propagación del Evangelio entre los paganos” William Carey propuso que se pudiera formar de manera similar una empresa de cristianos serios con él objeto de evangelizar a pueblos distantes. Algunas denominaciones confundido sus causas con ellas mismas y comenzaron a promocionarse. De igualmente en Alemania la más importante era la misión Basilea, la misión Renána y las sociedades misioneras del norte de Alemania. Anderson y Venn estaban en bebidos del crecimiento del espíritu democrático del siglo 19. Creció un énfasis en planta Iglesias, el objetivo de la misión. La Iglesia, en un sentido, había cesado de apuntar hacia Dios o hacia el futuro para apuntar hacia sí misma. Hacia fines del siglo XIX el péndulo volvió una vez más hacia la misión más social y el espíritu más ecuménico. Había que proclamar el Evangelio a toda velocidad y para esa tarea nunca podría haber suficientes prisioneros. El mundo evangélico de hoy está lleno de evangelistas itinerantes.Fervor misionero, optimismo y pragmatismo.El Evangelio se convirtió en la herramienta entre las muchas nuevas herramientas en elementos que la tecnología occidental empezaba inventar. Se combinó con los tres grandes dioses de la era moderna: la ciencia, la tecnología y la industrialización. La conferencia misionera ecuménica convocada Nueva Cork en 1900, nadie pudo tener dudas de que “la causa de Cristo” estaba punto de ganar la victoria. Los Estados Unidos estaban haciendo más de todo; en medio del entusiasmo generalizado para conquistar el mundo para Cristo. Surgieron universidades cristianas de muchos los países asiáticos y africanos. En el año de 1900 había 77,000 evangelistas, pastores como maestros catequistas, auxiliares de salud y otras hoy alternativas trabajado a tiempo completo en esta área.En Europa continental la Guerra Mundial hizo añicos este ambiente optimista. Los evangélicos tomaron la bandera de revivir el lema “la la agilización total del mundo… En esta generación” (SVM).El tema bíblico clave.Hemos sugerido también que Juan 3:16 puede ser considerado el versículo clave para dar expresión al concepto patrístico de la misión. Primero, la visión de Pablo del hombre de Macedonia rogándole: “pasa a Macedonia y ayúdanos” (hechos 16. Nueve). Segundo, los premilenaristas eran, y aún lo son, aficionados a Mateo 24. 14, porque abarca claramente su comprensión de la visión. Tercero, y Newbigin (1078: 103) ha señalado que, en aquellos ciclos que deben su existencia ha legado del Evangelio social, uno de los textos mencionadas más populares eran las palabras de Jesús en Juan 10. 10 “he venido para que tengan vida, y para qué la tengan en abundancia” en la educación moderna, la salud y la agricultura proveerían a los pueblos desposeídos de la tierra. Un cuarto texto “la gran Comisión” de Mateo 28. 18-20. El señor envía su mandamiento: “¡arrepiéntanse y crean!” No como una recomendación o una exhortación, sino como un decreto.La gran Comisión ha logrado movilizar y aumentar las fuerzas misioneras de la larga lista. Sin embargo, es Inc. Prescindible expresar graves reservas respecto a tal de curso. En primer lugar, casi siempre ocurre en un contexto de polémicas. En segundo lugar se presenta la forma más simplista de literal istmo bíblico.Motivaciones y modelos de la empresa misionera moderna: un perfil.La dicotomía entre sujeto y objeto significaba que la Biblia y la fe cristiana como tal se convirtieron en objetos.La eliminación de propósito significó que mientras se lograba crear las condiciones correctas, el éxito de la empresa misionera estaba garantizado. La creencia fundamental de la ilustración en la victoria segura del progreso por la difusión del “conocimiento” o por la del “evangelio”. Si los frenos misioneros no hubieran sido gigantes espirituales no habrían podido correr los riesgos que corrieron. La totalidad del movimiento misionero occidental los últimos tres siglos surgió de la matriz de la ilustración. Hicieron lo único que tenía sentido para ellos: llevarles el Evangelio tal como lo habían entendido. Por eso merece nuestra actitud y respeto. Se requirió una transformación total, cuyas implicaciones apenas estamos empezando percibir.

5 comentarios:

Francisco Naves dijo...

Misión en transformación.

La misión a partir de la ilustración. Capítulo nueve. Segunda parte.

La visión y el colonialismo.

La “idea colonial” es muy antigua y antecede a la era cristiana, está íntimamente ligada a la expansión global de las naciones cristianas en el mundo occidental. El término misión, presupone el contexto de la colonización occidental de los territorios de ultramar y la su subyugación de sus habitantes. Tendría que someterse a la religión. Las compañías holandesa inglesa y danesa rehusaban la entrada de misioneros en sus territorios. Llegaría un tiempo en que se darían la bienvenida calurosa los misioneros. Los misioneros se convirtieron en los pioneros de la expansión integrista de los poderes occidentales. El canciller alemán von Caprivi declaró públicamente en 1890: “la pistola y la Biblia de venir de la mano”. Por eso había elogios de los funcionarios de gobierno a las misiones y a los misioneros. Nel afirmó que por eso había tanta indiferencia hacia las misiones por su “significado político”. Y decía únicamente cuando logremos incorporar los negros a la iglesia protestante, solamente surgirá la esperanza para el futuro (grupos étnicos en Sudáfrica). Por eso debe haber un compromiso en esta obra maravillosa de servir a Dios, pero también sería la patria. “Donde el misionero coloca su estandarte en medio de una tribu, se echaron los prejuicios contra gobierno colonial. Las estaciones misionera son los mejores y más económicos puestos militares que un gobierno sabio puede emplear. Carl Mirbt, escribió en 1910 “misión y colonialismo van juntos”, se espera un resultado positivo para las colonias por esta alianza. La misión es la que apacigua nuestras colonias espiritualmente y las asimila interiormente… Asegura el servicio la devoción interior de los nativos. El doctor Solf declaró “colonizar es hacer misión”.Ernt Langhans declaró que las agencias misioneras tenían una “culpa indirecta” y también una “culpa directa” de las atrocidades cometidas por las autoridades coloniales, pero guardaban silencio. A la población local sólo le quedaba aceptar la presencia de los amos coloniales, quienes escogieron funcionarios coloniales y a hombres prácticos y morales quienes sabrían cómo tratar a la población indígena.
Federich Fabri (1824-1891), fue el padre del movimiento colonial alemán. Las colonias podrían solucionar muchos de los problemas financieros sociales de Alemania. El imperio colonial alemán está formado por África alemana del sudoeste (Namibia), Togo, Camerún, África alemana del este, algunas islas del océano pacífico y kiao-Chao en la China. Aquí sólo había prisioneros alemanes. Servían tanto al Iglesia como la patria y ayudaban a educar “la materia negra”, para que fueran una fuerza obrera eficiente, después de la Segunda Guerra Mundial, estos misioneros han desenmascarado, las a títulos de racistas del pasado. Ludwig Harms defendió apasionadamente a la población negra contra el maltrato de los colonos blancos. Surgieron dos congregaciones distintas: una de raza blanca y otra de razones. Había una conciencia de la superioridad de la raza blanca en general y del pueblo alemán en particular. Los negros eran los “descendientes del maldito cam” (Génesis 9.22-25), por consiguiente la igualdad con ello sería inconcebible. En América Latina Bartolomé de las casas, siempre brillaba como ejemplo de un misionero que permanece hasta el final como defensor de los oprimidos. Por otro lado el gobernador francés de Madagascar, afirmaba “lo que queremos es preparar al pueblo aborigen como mano de obra; pero ustedes los convierten en personas”. Los convencían de que a pesar del maltrato, las deltenían un valor infinito a los ojos del todopoderoso. Ninguna colonia europea a nacidos sin graves injusticias como los portugueses, españoles, holandeses,, británicos y alemanes. Fabri comentó “la misión y el colonialismo están tan lejos el uno del otro como el cielo y la tierra”. La misión renana se puso del lado de los africanos, el sistema colonial era intrínsecamente explotador, y los negros eran estafados, ellos en su propio país no tenían el derecho de ser más que sólo “esclavos sin recurso legal alguno y proletarios sin tierra”. Las misiones se convirtieron en portadores y defensores del imperialismo occidental. Las implicaciones del neocolonialismo, quien es otra cosa que una forma más sutil del predominio del mundo occidental. Ellos se consideraban superiores y responsables por ellos. Los misioneros al estaño de ellos crearon “una poderosa mezcla de Providencia, piedad política y patriotismo”.

La misión y el milenio.

Durante los últimos tres siglos, y quizás más, las misiones protestantes siempre han revelado fuertes elementos milenaristas. El término latino millennium se deriva de la referencia en Apocalipsis 20 al reinado de Cristo por 1000 años. Las expectativas del milenio se convirtieron en propiedad común prácticamente de todo protestante estadounidense. Existía un espíritu de certeza respecto al casi inminente arribo del milenio y había que cumplir con ciertos requisitos, como la conversión de los judíos y la “plena cosecha de los gentiles”. El objetivo era reclamar donaciones del mundo para Cristo. La profecía de Apocalipsis 14 se estaba cumpliendo. La obra misionera en sí se convirtió en una señal segura del amanecer del milenio. Este paradigma el milenio no irrumpiría por medio de un evento cataclísmico. Vendría paulatinamente, inaugurándose por medio de la labor misionera de la Iglesia. Después de 1830 surgió un espíritu de competencia feroz entre las varias denominaciones del protestantismo en Estados Unidos. Tales diferencias se manifestaban no sólo en el área de la escatología sino en todo espectro. Da al evidencia de la incapacidad de la Iglesia para responder apropiadamente al desafío presentado por la ilustración.

Premilenarismo.
El movimiento premilenarista surgió del siglo XIX, en cuanto a avivamientos, evangelicalismo, pietismo, americanismo y varias ortodoxias. Y sus subgéneros adventismo, movimiento de santidad, pentecostalismo, fundamentalismo y Evangelicalismo conservador. Todos se han mostrado activos en proyectos misioneros alrededor del mundo. Todos se prestaron a iluminar la deuda del movimiento con la ilustración. Respecto a la hermenéutica, el no movimiento se aferraba a dos posiciones, la primera era “el derecho y la obligación del juicio privado en la interpretación de las sagradas escrituras”. La otra, la doctrina de la infalibilidad bíblica” un repertorio de hechos, una revelación de doctrinas y recursos de apelación sobre todo los asuntos con los cuales tiene alguna relación”. El tema común era el retorno de Cristo. Fuera de los círculos adventistas también encontramos un fuerte énfasis en la segunda venida de cristos. Taylor, hacia una campaña a favor de la urgente evangelización de los millones de chinos. Se empezaba a usar el texto misionero de Mateó 24. 14. Pierson estimó la cantidad centavos y el hombro de las revistas con corazón rector de sales para inaugurar el milenio. Los premilenaristas tendrían que demostrar una perspectiva aún más lúgubre de los inconversos; el bien y el mal, los predios y los salvos, lo verdadero lo falso. Dwith L. Moody (1837-1899), el principal evangelista de los Estados Unidos en las últimas dos décadas del siglo XIX hizo una exhortación “cualquiera sea el pecado, decida que tendrá la victoria sobre él”. El concepto Wesleyano del pecado en términos de “un acto voluntario de libre albedrío”.Moody el pragmatismo, el probaba una determinada doctrina en términos de si era apropiada para la evangelización o no, juzgando sus propios sermones para ver si “servían para convertir a los pecadores” las tres “erres” resumían adecuadamente sus doctrinas centrales: “la redención por Cristo y la regeneración por el espíritu Santo”. Su pragmatismo lo hacía adverso cualquier controversia doctrinal. Poco antes de su muerte manifestó: “¿no podrían ellos(los críticos) pactar un cese de fuego sin sacar a los, durante 10 años, ningún punto de vista nuevo para que podamos seguir adelante con la labor práctica del reino?” El sur—únicamente los pecados relaciones con las víctimas mismas y los miembros de sus familias. La mayoría de los preminelaristas habían perdido la esperanza: la sociedad no tenía arreglo, por lo menos a. C. retornara para establecer su reino. “percibo el mundo como un barco en ruinas. Yo ya conseguir un bote salvavidas y me ha dicho: Moody, salva todo los que puedas”.todos rendían culto en el templo de la eficiencia, los integrantes de los “movimientos evangélicos de avivamiento parecen haber surgido de la clase media ambiciosa, predominantemente blanca y de herencia protestante” la convicción persistente en estos círculos es que el reino de Dios se inauguraría de hecho en Estados Unidos. Después de la Primera Guerra Mundial el comunismo era sencillamente la fría expresión contemporánea todo lo que amenazaba el sistema de valores de la clase media de los Estados Unidos. Para fines de las Segunda Guerra Mundial esta actitud se había consolidado en el anticomunismo hiperamericano, patriótico y fundamentalista de Carl Mcintire y otros surgió la llamada “nueva derecha religiosa”.

Posmilenarismo y amilenarismo.
A mediados del siglo 19 sólo es posible encontrar una posición premilenarista a ultranza entre grupos estadounidenses marginados tanto religiosa como socialmente. Estos contemplaban una perspectiva apocalíptica con una respectiva evolucionista del tiempo. O lo que debería hacer ahora en términos de “edificar el reino” este residuo fue atacado duramente. Las razones fueron diversas; primero, el extravagante en póquer apocalíptico incluso fueron considerados como locos o payasos en círculos “respetable”, hizo que cualquier expresión de visión apocalíptica estuviera bajo sospecha. Segundo, la guerra civil, fue seguida por un periodo de malestar, estaban de acuerdo en que la esclavitud era un flagelo y tenía que erradicarse. El pueblo se dio cuenta de que los problemas sociales habían aumentado en vez de disminuir. Tercero, estaban ocurriendo avances tecnológicos sin precedente, aparecieron fábricas en toda la nación y decenas de miles de inmigrantes en las áreas rurales y Europa invadieron las ciudades para suplir la necesidad de mano de obra en las fábricas. Nos anticiparon los males sociales que acompañarían los avances tecnológicos. Las soluciones del pasado parecían incapaces de proveer la dirección necesaria. En cuarto lugar, por primera vez las instituciones teológicas en Estados Unidos se expusieron en gran escala al método histórico-crítico en las ciencias bíblicas, predominante en los círculos teológicos de Alemania. Se sugiere que los libros de Daniel y Apocalipsis, provenían de una época posterior a la que se suponía, significando por lo menos una reinterpretación total de la literatura apocalíptica. La gente debería buscar el mensaje espiritual duradero en su interior. La construcción del reino de Dios se había convertido en una cuestión de técnica y programas, tanto como de piedad religiosa y devoción. La nueva doctrina de la paternidad de Dios y la fraternidad entre todos los seres humanos. Cristo redentor se convirtió en Cristo el maestro y sabio y benéfico. Anderson concluye ocurrió cuatro cambios fundamentales en el pensamiento misionero: 1. Ya se consideraba que las otras regiones fueran falsas; 2. La obra misionera significaba menos predicación y una gama más amplia de actividades de transformación; 3. El acento recaía en una salvación para la vida en este mundo presente; 4. El énfasis misionero cambiaba desde el individuo hasta la sociedad.
Cristo no vino para destruir otras religiones sino para bares cumplimiento. Jesús, afirmó J. Gordón: “tiene que mostrarse como mejor gobernante en Japón, un confusión más noble en China un Gustama más divino en la india. La teología de los primeros postmilenaristas y hace que ha dedicado firmemente a la despoblación del infierno. De hecho,”las misiones cristianas representan…revolución social acelerada”. Davis y Walter llegaron a convencerse de que estas “fuerzas obras rurales de maldad” eran inherentes al sistema capitalista. En el cual hay que luchar con las uñas y dientes. No deberían acumular ganancias a costo de bienestar humano, y los obreros tenían el derecho de una justicia económica y no una simple limosna.
Los monumentos como la WSCF, él SVM y él IMC, para mencionar sólo unos pocos incluían miembros de ambos lados. Lograron así mantener vivo algo del concepto integral de la fe cristiana. En los debates se vio “la evangelización del mundo en esta generación” otro ejemplo fue la conferencia misionera mundial de Edimburgo, en 1910, atrajo una mezcla extraña de posmilenaristas y premilenaristas, abanderados del Evangelio social y los que enfatizaba las salvación de almas.

Las debilidades del premilenarismo, posmilenarismo y él amilenarismos.
“los hijos liberales de padres liberales, tuvieron que operar con un capital cada vez menor”. Los Estados Unidos fueron a salvación social por veras técnicas y la cultura occidentales. Se compartía una visión de lo esencialmente correcto de la civilización occidental y la casi inevitabilidad de su triunfo. Un organismo a veces logra sobrevivir por años aunque el clima que permitió su florecimiento ya no predomine.
Mackay comentó (33): en la cancha del siglo XIX había ocurrido todo una revolución, requiriendo de una época moribunda, y no como la trompeta del amanecer de una época venidera. Después de haber pasado por los efectos devastadores de dos guerras mundiales, vuelve a surgir lo ti mismo del siglo XIX y del Evangelio social. El cristianismo es un movimiento circular y no una especie de religión. El mundo provee la agenda para las iglesias (Uppsala)”. Ahora se hablaba de “desarrollo” en vez de “civilización” como tarea de la misión. Imagen y semejanza de occidente. El Evangelio social, en particular, ha sido “una conclusión más singular de los Estados Unidos al continuo fluir sus del cristianismo”. Se sintió no solamente en el cristianismo del tercer mundo, sino mucho más allá.

El voluntarismo.

Uno de los fenómenos más marcados de la ilustración fue el surgimiento de la Sociedad misioneras: algunas denomínales y otras antidenominacioles. Para fines del siglo XVIII, sin embargo, la situación había cambiado drásticamente. La terminación de la Segunda Guerra Mundial trajo otro la de entusiasmo misionero y formación de unas sociedades. La Iglesia institucional, controlar estrictamente por el clero, permanecía como el único instrumento divino en la tierra. “El primer movimiento feminista en Estados Unidos”. Para el año 1900 existían 41 organización de mujeres que apoyaban a 1200 misioneras solteras. En los últimos años se ha hecho costumbre dedicar cantidades enormes de energía a discusiones teológicas sobre la legitimidad de las sociedades misioneras como agentes de misión. Existiendo paralelamente una multitud de denominaciones con iguales derechos.

La ilustración no fue la única razón por la cual surgió el denominacionalismo, que era una combinación de tradiciones eclesiásticas europeas, lealtades técnicas, el pietismo, el sectarismo y el libre mercado Estados Unidos. Nuestro designio es el evangelio glorioso del bendito Dios a los paganos. “Sociedad bautista particular para la propagación del Evangelio entre los paganos” William Carey propuso que se pudiera formar de manera similar una empresa de cristianos serios con él objeto de evangelizar a pueblos distantes. Algunas denominaciones confundido sus causas con ellas mismas y comenzaron a promocionarse. De igualmente en Alemania la más importante era la misión Basilea, la misión Renána y las sociedades misioneras del norte de Alemania. Anderson y Venn estaban en bebidos del crecimiento del espíritu democrático del siglo 19. Creció un énfasis en planta Iglesias, el objetivo de la misión. La Iglesia, en un sentido, había cesado de apuntar hacia Dios o hacia el futuro para apuntar hacia sí misma. Hacia fines del siglo XIX el péndulo volvió una vez más hacia la misión más social y el espíritu más ecuménico. Había que proclamar el Evangelio a toda velocidad y para esa tarea nunca podría haber suficientes prisioneros. El mundo evangélico de hoy está lleno de evangelistas itinerantes.

Fervor misionero, optimismo y pragmatismo.

El Evangelio se convirtió en la herramienta entre las muchas nuevas herramientas en elementos que la tecnología occidental empezaba inventar. Se combinó con los tres grandes dioses de la era moderna: la ciencia, la tecnología y la industrialización. La conferencia misionera ecuménica convocada Nueva Cork en 1900, nadie pudo tener dudas de que “la causa de Cristo” estaba punto de ganar la victoria. Los Estados Unidos estaban haciendo más de todo; en medio del entusiasmo generalizado para conquistar el mundo para Cristo. Surgieron universidades cristianas de muchos los países asiáticos y africanos. En el año de 1900 había 77,000 evangelistas, pastores como maestros catequistas, auxiliares de salud y otras hoy alternativas trabajado a tiempo completo en esta área.

En Europa continental la Guerra Mundial hizo añicos este ambiente optimista. Los evangélicos tomaron la bandera de revivir el lema “la la agilización total del mundo… En esta generación” (SVM).

El tema bíblico clave.

Hemos sugerido también que Juan 3:16 puede ser considerado el versículo clave para dar expresión al concepto patrístico de la misión. Primero, la visión de Pablo del hombre de Macedonia rogándole: “pasa a Macedonia y ayúdanos” (hechos 16. Nueve). Segundo, los premilenaristas eran, y aún lo son, aficionados a Mateo 24. 14, porque abarca claramente su comprensión de la visión. Tercero, y Newbigin (1078: 103) ha señalado que, en aquellos ciclos que deben su existencia ha legado del Evangelio social, uno de los textos mencionadas más populares eran las palabras de Jesús en Juan 10. 10 “he venido para que tengan vida, y para qué la tengan en abundancia” en la educación moderna, la salud y la agricultura proveerían a los pueblos desposeídos de la tierra. Un cuarto texto “la gran Comisión” de Mateo 28. 18-20. El señor envía su mandamiento: “¡arrepiéntanse y crean!” No como una recomendación o una exhortación, sino como un decreto.

La gran Comisión ha logrado movilizar y aumentar las fuerzas misioneras de la larga lista. Sin embargo, es Inc. Prescindible expresar graves reservas respecto a tal de curso. En primer lugar, casi siempre ocurre en un contexto de polémicas. En segundo lugar se presenta la forma más simplista de literal istmo bíblico.

Motivaciones y modelos de la empresa misionera moderna: un perfil.

La dicotomía entre sujeto y objeto significaba que la Biblia y la fe cristiana como tal se convirtieron en objetos.

La eliminación de propósito significó que mientras se lograba crear las condiciones correctas, el éxito de la empresa misionera estaba garantizado. La creencia fundamental de la ilustración en la victoria segura del progreso por la difusión del “conocimiento” o por la del “evangelio”. Si los frenos misioneros no hubieran sido gigantes espirituales no habrían podido correr los riesgos que corrieron. La totalidad del movimiento misionero occidental los últimos tres siglos surgió de la matriz de la ilustración. Hicieron lo único que tenía sentido para ellos: llevarles el Evangelio tal como lo habían entendido. Por eso merece nuestra actitud y respeto. Se requirió una transformación total, cuyas implicaciones apenas estamos empezando percibir.

carlos monjaras m dijo...

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia II
TAREA: Resumen del libro La misión en transformación
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Carlos Monjaras Mirón


LA MISION Y EL COLONIALISMO

La “idea colonial” es muy antigua y antecede a la era cristiana. La expresión moderna de la idea, sin embargo, está íntimamente ligada a la expansión global de las naciones cristianas del mundo occidental.
En general, entonces, la expansión colonial de las naciones protestantes del mundo occidental fue netamente secular. Pero, curiosamente, durante al expansión colonial del siglo diecinueve, una ves más adquiriría un tinte religioso y se vincularía estrechamente a la misión. No debe sorprender, entonces, que durante toda la “era imperial alta”, abundaran ejemplos de elogios por parte de los funcionarios del gobierno en cuanto a la obra de las misiones y los misioneros. En casi todas las instancias en que los misioneros abogaban por la causa de la expansión colonial, creían sinceramente que el régimen gubernamental de su propio país resultaría más beneficios que la alternativa, a saber, mantener el statu quo o caer bajo otra forma de poder europeo. En general, entonces, los misioneros tendían a dar la bienvenida a la llegada del gobierno colonial.

Es importante recalcar que generalmente la empresa colonial británica, que se remonta a los inicios del siglo dieciocho, empezó primordialmente con fines comerciales. Únicamente con el transcurso del tiempo entraron a jugar los motivos coloniales. El comercio funcionó durante mucho tiempo como la motivación principal, sin embargo, durante este período los misioneros no eran bienvenidos. El hecho de que algunos representantes cristianos tales como William Pitt. Edmund Burke, William Wilberforce y William Carey hicieran fuertes críticas a las políticas de estas compañías comerciales hizo aún menos apetecible la presencia de misioneros
A todo el período de las misiones protestantes provenientes de Alemania hasta un poco antes de la década de 1880 se podría denominarlo, en cuanto al tema de “misión y colonialismo”, un período de inocencia. La misión, impregnada de la tradición pietista, era el pasatiempo de una generación de personas sencillas y no muy rebuscadas.
El Imperio colonial alemán estaba formado por África Alemana del Sudoeste (Namibia), Togo, Camerún, África Alemana del Este, algunas islas en el Océano Pacífico y kiao-Chao en la China, En cada una de estas áreas las misiones alemanas, tanto católicas como protestantes, desempeñaron un papel prominente.
La aventura, abogada por un concepto de misión en términos de “obra alemana” que serviría “tanto a la Iglesia como a la Patria”. Debía llegar a ser misión en un sentido nacional-alemán y ayudar a educar “la materia negra” de la colonia para que fuera una fuerza obrera eficiente.
Una actitud así es apropiada, además, porque en todo el transcurso de la historia de la misión siempre ha habido una minoría persistente que, con sus limitaciones se ha opuesto a la imposición política de Occidente sobre el resto del mundo.

La misión y el milenio
Durante los últimos tres siglos, y quizás más, las misiones protestantes siempre han revelado fuertes elementos mileniaristas. El termino latino millennium se deriva de la referencia en Apocalipsis 20 el reinado de Cristo por mil años. Este pasaje ha intrigado a los cristianos desde los primeros siglos de la era cristiana. Gozó de una prominencia especial durante el período de la Reforma, cuando varios elementos “sectarios” se apoyaron en él e intentaron inaugurar el Reino de Cristo en la tierra.
Premileniarismo. Un tema común en círculos premileniaristas era el retorno de Cristo. Esta idea también estaba, por supuesto, presente entre los posmilenaristas, pero ellos tendían a dar más énfasis a lo que todavía quedaba por hacer antes de la venida de Cristo. Estos tendían a demostrar una perspectiva aún más lúgubre de los inconversos que la que predominaba entre sus predecesores. A veces la aplicaban también a los que decían ser cristianos, pero cuya comprensión del evangelio era diferente.
La conversión era concebida como una experiencia de crisis, una transferencia de la oscuridad absoluta a la luz absoluta. A los millones en camino a la perdición había que rescatarlos, por lo tanto, de las fauces del infierno tan pronto como fuese posible.
El adviento del evangelio social confirmó los peores temores de los evangélicos y probó que habían hecho lo correcto al romper todo vínculo con una iglesia apostólica. Poslimenarismo y emilenarismo. A mediados del siglo diecinueve, sólo es posible encontrar una posición premilenarista a ultranza entre grupos estadounidenses marginados tanto religiosa como socialmente. El posmilenarismo del período era todavía, generalmente hablando, una continuación de las anteriores enseñanzas de Edwards, Hopkins y otros en las cuales se combinaba una perspectiva apocalíptica con una perspectiva evolucionista del tiempo. Segundo, la Guerra Civil, contrariamente a lo esperado, fue seguida por un período de malestar. Tercero, estaban ocurriendo avances tecnológicos sin precedentes -¡del tipo predicho por Edwards y Hopkins un siglo antes!-, que cautivan la imaginación de los individuos. En cuarto lugar, por primera vez las instituciones teológicas en los Estados Unidos se expusieron en gran escala al método histórico-crítico en las ciencias bíblicas, predominante en círculos teológicos de Alemania desde hacía por lo menos un siglo. Los eruditos argumentaban ahora que la biblia no presentaba un solo punto de vista “canónico” en la escatología. La inevitable víctima de la nueva etapa fue el milenarismo en cualquiera de sus formas, el premilenarismo o el posmilenarismo. No fue simplemente rechazado: se desvaneció. Las ideas clave del nuevo ambiente eran la continuidad y el progreso social. Se respiraba optimismo en el entorno. Su fuente era el viejo posmilenarismo, casado ahora con la teoría de la evolución postulada por Darwin. El concepto evolucionista y romántico del Reino de Dios esbozado por el evangelio social se caracterizaba por “no tener discontinuidades, ni crisis, ni tragedias, ni sacrificios, ni la perdida de todas las cosas, ni cruz, ni resurrección”. Todo era “cumplimiento de promesas sin nada de juicio”, de tal manera que “no era necesario que interviniera ninguna gran crisis entre el orden de la gracia y el orden de la gloria. Yodas estas convicciones encontraron su expresión clásica en la nueva doctrina de la paternidad de Dios y la fraternidad entre oíoslos seres humanos. era natural que en un clima así la percepción soteriológica tradicional de Jesús desapareciera. Cristo el redentor se convirtió en Cristo el maestro sabio y benéfico, o bien en el genio espiritual. Para la empresa misionera estos procesos acarrearon consecuencias críticas. Durante todo este período, que abarca desde la mitad del siglo diecinueve hasta la II Guerra Mundial, las misiones foráneas seguían siendo proyectos provenientes, en su mayoría, de las iglesias y agencias “históricas”. El cambio de énfasis de la prioridad de la evangelización a la prioridad del involucramiento social ocurrió de manera paulatina y recién logró desarrollar un perfil claro en la década de 1890. Un aspectote este viraje se subraya en la historia del SVM, fundado en 1886 bajo el lema “La evangelización del mundo en esta generación”. En su lanzamiento la “evangelización” todavía tenía su contenido tradicional: guiar a personas a la fe salvadora en Dios por medio de Cristo. El viraje de la evangelización a la preocupación social traía, como corolario natural, un cambio de interés en el individuo al interés en la sociedad. Las nuevas disciplinas sociales seculares revelaban que cada individuo estaba profundamente influenciado y moldeado por su medio ambiente y por ende carecía de sentido intentar cambiar a un individuo sin tocar su entorno.
El acercamiento de conservadores y premilenaristas, que consistía en concentrarse en la regeneración individual, se desacredito completamente, si no teológica por lo menos sociológica mente. Aun así el evangelio social casi no tocaba los problemas de la guerra, el imperialismo, el racismo o la violencia; estos temas recién comenzaron a recibir una atención seria y sostenida a partir de la década de 1960. El cristianismo social no evolucionó sólo a partir del unitarismo, sin embargo. Muchos líderes cristianos, en particular los posmilenaristas también esbozaron lo que podría llamarse una ortodoxia progresista. Para todos los exponentes de cristianismo social en los Estados Unidos fue básica la conversión de que la salvación social que tanto necesitaba el mundo vendría por medio de las técnicas y la cultura occidentales.

El voluntarismo Unos de los fenómenos más marcados de la Ilustración fue el surgimiento de las sociedades misioneras: algunas denominaciones, algunas interdenominacionales, algunas no denominacionales y otras antidenominacionales. No es fácil explicar semejante fenómeno dentro del protestantismo. Seguramente existe al respecto una serie de factores para tomar en cuenta pero sería absurdo negar que el Espíritu emprendedor y la capacidad de tomar iniciativa provocados por la Ilustración desempeñaron un papel importante en generar la idea misma de la sociedad misionera y luego en el proceso de su asombrosa proliferación. Las denominaciones también se organizaban alrededor del principio voluntario de personas con una misma mentalidad.
Eran, en un sentido, organizaciones paraeclesiásticas. La Ilustración no fue la única razón por la cual surgió el denominacionalismo. Las denominaciones estadounidenses. por ejemplo, fueron “el producto de una combinación de tradiciones eclesiásticas europeas, lealtades étnicas, el pietismo, el sectarismo y el libre mercado en los Estados Unidos.
Durante unas cinco décadas después de la Independencia, predominó en los Estados Unidos un notable espíritu ecuménico: lo mismo sucedió en Gran Bretaña y Europa continental (aunque la multiplicidad confusa de denominaciones característica de los Estados Unidos nunca se dio allá).
Para la cuarta década del siglo diecinueve, sin embargo, el clima ecuménico se encontraba en descenso. Como un intento de contrarrestar la influencia del racionalismo y el liberalismo, se reavivo el confesionalismo.
De igual modo en Alemania, el confesionalismo luterano (reavivado, Inter. alia por las celebraciones del tricentenario, en 1830, de la adopción de la confesión de Augsburgo) contribuyó a una nueva conciencia entre los luteranos de ser diferentes de los demás protestantes.
La Iglesia, en un sentido, había cesado de apuntar hacia Dios o hacia el futuro para apuntar hacia sí misma. Se concebía la misión como el camino que había que recorrer entre la Iglesia institucional y la Iglesia por institucionalizar.

Fervor misionero, optimismo y pragmatismo
A pesar de que los círculos misioneros de Occidente, en general, reaccionaron más bien negativamente al fenómeno de la Ilustración, no hay duda de que dicho movimiento desató cantidades de energía cristiana que en parte se canalizó en esfuerzos misioneros en ultramar. Más que en cualquier época anterior, los cristianos de esta época creían que el futuro del mundo y de la causa de Dios dependía de ellos.
En este aspecto la Ilustración representó un distanciamiento significativo de otros dos acontecimientos anteriores: uno cultural, el otro eclesiástico. Me refiero al Renacimiento y a la ortodoxia protestante que en ambos casos tendían a mirar hacia atrás y no hacia delante. La orientación de la Ilustración, en cambio, era definitivamente optimista y miraba hacia el futuro.
Las sociedades bíblicas proveían ejemplares de la Biblia en un número creciente de idiomas. Surgían universidades cristianas en muchos de los países asiáticos y africanos. El movimiento estudiantil cristiano constituía una fuerza formidable para las misiones. El movimiento de escuelas dominicales, en un sentido todavía “el recurso menos desarrollado de todos los recursos misioneros”, tenía un potencial incalculable para la misión.

eleazzar gonzalez garcia dijo...

SEMINARIO TEOLOGICO BAUTISTA CAMPUS HOREB

MATERIA: Naturaleza y Misión de la Iglesia
TAREA: Resumen del libro MISIÓN EN TRANSFOMACIÓN
PROFESOR: Rafael Pola Baca
ALUMNO: Eleazar González García

LECCIÓN 9 segunda parte

LA MISIÓN Y EL COLONIALISMO
La idea colonial es muy antigua y antecede a la era cristiana. Por lo tanto, a partir del siglo diecisiete, al hablar de misión se hablaba de colonialismo.
Desde el siglo quince hasta el diecisiete tanto los católicos-romanos como los protestantes, aunque de maneras distintas, admitían el ideal teocrático de la unidad entre la Iglesia y el Estado. Ningún gobernante en esta época podía imaginar que, al adquirir posesiones al otro lado del mar, impulsaba únicamente su hegemonía política: daba por sentado que cualquier nación conquistada tendría también que someterse a la religión de su conquistador occidental. El rey, entonces, misionaba al colonizar.
Desde el punto de vista del gobierno colonial los misioneros eran, en efecto, aliados ideales. Los misioneros se convirtieron en los pioneros de la expansión imperialista de los poderes occidentales.
El canciller alemán Von Caprivi declaró públicamente en 1890: “Debemos empezar estableciendo unos pocos puestos en el interior desde los cuales tanto el comerciante como el misionero puedan operar: la pistola y la Biblia deben ir de la mano”.
En general, los misioneros tendían a dar la bienvenida a la llegada del gobierno colonia, puesto que éste beneficiaría a los nativos.
Carl Mirbt en 1910 escribió: “Misión y colonialismo van juntos y hay razones para creer que de esta alianza algo positivo resultará para nuestras colonias”.
Dr. Solf: “colonizar es hacer misión”.
Al principio los flamantes misioneros, en su mayoría surgidos del ala evangélica, intentaron tomar distancia de las autoridades coloniales. En el transcurso del siglo diecinueve, la situación cambió drásticamente: el ala evangélica logró una posición de poder en un estado que buscaba retomar el aspecto religioso.
La nueva fuerza misionera, consciente de sus cualidades e inspirada por el deseo de salvar al mundo, tomaba naturalmente las riendas dondequiera que fuera.
Ahora había abundancia de misioneros jóvenes, altamente motivados y con ideas bien claras en cuanto a lo mejor para las iglesias.
La misión, impregnada de la tradición pietista, era el pasatiempo de una generación de personas sencillas y no muy rebuscadas.
Las misiones alemanas, tanto católicas como protestantes, desempeñaron un papel prominente, muchas veces bajo el lema: “¡Sólo misioneros alemanes para las colonias alemanas!”. El carisma alemán para la misión era aceptado ampliamente y se lo utilizaba como un argumento a favor d enviar explícitamente misioneros.
Ludwig Harás, fundador de la Misión de Hermannsburg, creía que debía enviarse una comunidad misionera y que a ella se incorporarían los nuevos convertidos.
El experimento de Harás fracasó. En vez de una sola Iglesia luterana, alrededor de cada misión surgieron dos congregaciones distintas: una de raza blanca y otra de raza negra.
A los misioneros que llegaron a Sudáfrica después de 1884 se los había criado con una conciencia de la superioridad de la raza blanca en general y del pueblo alemán en particular. Debido a que los negros eran los descendientes del maldito Cam, la igualdad con ellos sería inconcebible.
La historia de las misiones protestantes revela ejemplos comparables, algunos de los cuales han quedado en el olvido, y otros son conocidos en varios grados.
Los misioneros lograron esto de diversas maneras. Se hacían amigos de las naciones, los visitaban en sus hogares. Les proclamaban el mensaje de que Dios los amaba tanto que había enviado a su Hijo unigénito para su salvación.
Aún durante la alta era imperial, algunos misioneros y sociedades misioneras continuaron siendo muy escépticos en cuanto a una alianza entre nación y misión.
A. Reichel argumentó que la misión es incompatible con el colonialismo. La misión y el colonialismo están tan lejos el uno del otro como el cielo y la tierra.
La agencia misionera insistió en que, en su propio país, los negros tenían el derecho de ser más que sólo esclavos sin recurso legal alguno y proletarios sin tierra.
La cuestión es más seria que una simple colaboración demostrable entre la misión y los poderes coloniales.
Los civilizados, sin embargo, no sólo se consideraban superiores a los incivilizados, sino responsables por ellos.
Durante los últimos tres siglos, y quizás más, las misiones protestantes siempre han revelado fuertes elementos milenaristas. Sigue siendo muy difícil definir con precisión qué quiere decir milenarismo.
El término latino millennium se deriva de la referencia en Apocalipsis 20 al reinado de Cristo por mil años.
Calvino, en particular, esperaba en la tercera y última etapa de la historia, durante la cual la Iglesia crecería en gran manera.
Es difícil especificar un contenido preciso para estas expectativas. El lenguaje de Apocalipsis 20, simultáneamente canónico y oscuro permite una gran variedad de interpretaciones. La profecía de Apocalipsis 14 se estaba cumpliendo ante los ojos de los fieles; el ángel que había de predicar el evangelio eterno a todo el mundo había iniciado su vuelo.
Hasta principios del siglo diecinueve había un espíritu de cooperación entre las denominaciones protestantes, sin una línea divisoria entre premilenarista y posmilenarista. El movimiento premilenarista surgió de raíces complejas y enredadas en las tradiciones del siglo diecinueve en cuanto a avivamientos, evangelicalismo, pietismo, americanismo.
Respecto a la hermenéutica, el movimiento se aferraba a dos posiciones que, aunque sus proponentes no se dieran cuenta, en esencia eran contradictorias. La primera era el principio, expresado en su forma clásica en el lanzamiento de la Alianza Evangélica.
Un tema común en círculos premilenaristas era el retorno de Cristo. Esta idea también estaba presente entre los posmilenaristas, pero ellos tendían a dar más énfasis a los que todavía quedaba por hacer de la venida de Cristo.
Los premilenaristas tendían a demostrar una perspectiva aún más lúgubre de los inconversos que la que predominaba entre sus predecesores. A veces la aplicaban también a los que decían ser cristianos, pero cuya comprensión del evangelio era diferente.
A la Iglesia ya no se la consideraba ante todo un cuerpo, sino un conjunto de individuos libres quienes habían escogido libremente unirse a una denominación específica.
Con el transcurso del tiempo virtualmente toda la preocupación social progresiva, tanto política como privada, llegó a ser cuestionada entre los avivamientistas evangélicos y se la relegó a un papel insignificante.
Moody y otros, sin embargo, estaban convencidos de que el evangelio sí tenía consecuencias sociales definidas. La frase más citada de Moody y que resume toda su filosofía de la evangelización era: “Percibo el mundo como un barco en ruinas. Dios me ha concedido un bote salvavidas y me ha dicho: “Moody, salva a todos los que puedas.
Ayuda recordar que desde la época del ministerio de Moody, a finales del siglo diecinueve, hasta las controversias fundamentalistas de los años veinte, los integrantes de los movimientos evangélicos de avivamiento parecen haber surgido de la clase media ambiciosa, predominantemente blanca y de herencia protestante.
Posmilenarismo y amilenarismo. A mediados del siglo diecinueve, sólo es posible encontrar una posición premilenarista a ultranza entre grupos estadounidenses marginados tanto religiosa como socialmente.
El extravagante enfoque apocalíptico de algunos grupos premilenaristas tanto como los shakers y los millerites considerados como locos o payasos en círculos respetables, hizo que cualquier expresión de visión apocalíptica estuviera bajo sospecha.
Por primera vez las instituciones teológicas en los Estados Unidos se expusieron en gran escala al método histórico-crítico en las ciencias bíblicas.
La inevitable víctima de la nueva etapa fue el milenarismo en cualquiera de sus formas, el premilenarismo o el posmilenarismo. No fue simplemente rechazado, se desvaneció.
El concepto evolucionista y romántico del Reino de Dios esbozado por el evangelio social se caracterizaba por no tener discontinuidades, ni crisis, ni tragedias ni sacrificios, ni la pérdida de todas las cosas, ni cruz, ni resurrección. Un Dios complaciente admitía almas en su cielo según la recomendación de su bondadoso Hijo.
Su entendimiento de Dios también era distinto. De hecho, conocían a Dios como un Dios de amor, pero siempre en el contexto más oscuro de su asombrosa majestad y su ira contra el pecado y la maldad.
El semillero en el que el evangelio social echó sus raíces ideológicas fue el unitarismo. Este movimiento, que evolucionó a partir de elementos del congregacionalismo y el presbiterianismo, enfatizaba la razón y los hechos primarios de la experiencia humana.
El cristianismo social no evolucionó sólo a partir del unitarismo, sin embargo muchos líderes cristianos, en particular los posmilenaristas, también esbozaron lo que podría llamarse una ortodoxia progresista.
Las debilidades del premilenarismo, posmilenarismo y el amilenarismo. Inexorablemente, la tendencia en aquellos círculos que han apoyado tradicionalmente el proyecto misionero en el extranjero era la de apartarse del movimiento evangélico y acercarse a un liberalismo más secular y más enfocado en este mundo.
La Ilustración logró su apogeo en el siglo diecinueve, manifestándose en términos de racionalismo, evolucionismo, pragmatismo, secularismo y optimismo.
Por una ironía bien particular, este mismo secularismo tan despreciado por el informe contraatacó fuertemente en la década secular de los sesenta. De hecho, ya no era la misma cosa, por lo menos superficialmente. Uno ahora distinguía cuidadosamente entre el secularismo, que se desechaba, y la secularización, que se aceptaba y propagaba.
La Ilustración no fue la única razón por la cual surgió el denominacionalismo. Las denominaciones estadounidenses, por ejemplo, fueron el producto de una combinación de tradiciones eclesiásticas europeas, lealtades étnicas, el pietismo, el sectarismo y el libre mercado de los Estados Unidos.
En contraste, los metodistas, los presbiterianos y los bautistas estaban en pleno auge durante la misma época.
Para la cuarta década del siglo diecinueve, el clima ecuménico se encontraba en descenso. Como un intento de contrarrestar la influencia del racionalismo y el liberalismo, se reavivó el confesionalismo. Se volvió cada vez más doctrinaria y rechazó cualquier forma de cooperación misionera con otras sociedades. De igual modo en Alemania, el confesionalismo luterano.
Durante el apogeo de las sociedades misioneras no denomicionales se entendía la misión predominantemente en términos de conversio gentilium: la conversión de individuos. Las sociedades no denominacionales, muy influenciadas por el fenómeno de los avivamientos evangélicos, había estado predicando un evangelio sin iglesia, esto ya no se consideraba adecuado y requería enmiendas. El remedio era plantar iglesias netamente confesionales en el campo misionero. El nuevo lema era establecer iglesias jóvenes con autogobierno, autosostén y autopropagación.
La iglesia, en un sentido, había cesado de apuntar hacia Dios o hacia el futuro para apuntar hacia sí misma. Se concebía la misión como el camino que había que recorrer entre la Iglesia institucional y la Iglesia por institucionalizar.

FERVOR MISIONERO, OPTIMISMO Y PRAGMATISMO
A pesar de que los círculos misioneros de Occidente, en general, reaccionaron más bien negativamente al fenómeno de la Ilustración, no hay duda de que dicho movimiento desató cantidades enormes de energía cristiana que en parte se canalizó en esfuerzos misioneros en ultramar.
La Ilustración representó un distanciamiento significativo de otros dos acontecimientos anteriores: uno cultural, el otro eclesiástico.
Latourette describió siete etapas principales de la expansión cristiana a partir del primer siglo. El patrón de expansión, sugería él, podía compararse con siete olas de una marea creciente. La cresta de cada ola era más alta que la anterior y la depresión de cada ola regresaba menos que la que la había precedido.
Las raíces del optimismo y el pragmatismo de Latourette y Winter se remontan al final del siglo dieciocho. Fue un periodo de tormenta política espectacular que afectó de manera adversa a los países tradicionalmente católico-romanos como Francia.
Edificar el reino de Dios se volvió tanto cuestión de técnica y programa como de conversión y piedad religiosas. El evangelio se convirtió en una herramienta entre las muchas nuevas herramientas e implementos que la tecnología occidental empezaba a inventar..
La influencia de Jesucristo nunca había estado tan extendida, ni había sido tan penetrante y transformadora.
Estamos por entrar en el siglo más colmado de esperanza, promesa y oportunidad que cualquier otro período en la historia del mundo. Había una variedad increíble de recursos dentro de la Iglesia misma. Su creciente número de miembros en el mundo occidental proveía una base segura para la misión global. Las muchas sociedades misioneras estaban entre los recursos más valiosos de la Iglesia. Las sociedades bíblicas proveían ejemplares de la Biblia en un número creciente de idiomas.
En el año 1900 ya había setenta y siete mil evangelistas, pastores, maestros, catequistas, auxiliares de salud, y otros ayudantes nativos trabajando a tiempo completo. Por supuesto, los recursos divinos de la Iglesia permanecían incalculablemente más poderosos e importantes que todos los otros.
La misión se amparaba bajo el signo de la conquista del mundo. A los misioneros se los denominaba “soldados”, “fuerzas” cristianas. Se hacía referencia a estrategias misioneras y planes tácticos. Abundaban metáforas militares como “ejército”, “cruzada”, “consejo de guerra”, “conquista”, “avances”, “recursos” y “órdenes de avanzar”.
La década de los sesenta trajo consigo los últimos intentos, aunque algo convulsivos, de reafirmar la filosofía de los programas occidentales. Los ecuménicos y los evangélicos, nutriéndose respectivamente de las ideas del capitalismo progresista y del socialismo igualitario, estaban convencidos por igual de poder recrear el mundo a su respectiva imagen y semejanza.
La creencia en el progreso y el éxito, que se reflejaba en todas estas misiones y visiones desde el siglo diecisiete hasta el veinte, fue posible por el advenimiento de la Ilustración. Era inconcebible que después del advenimiento de la Ilustración los cristianos fueran iguales que antes.
Juan 3:16 puede ser considerado el versículo clave para dar expresión al concepto patrístico de la misión. Durante el período católico-romano del medioevo, Lucas 14:23 desempeñó un papel similar. A su vez, el texto misionero de la Reforma protestante fue Romanos 1:16. Un cuarto texto, uno de los más utilizados durante todo el período en cuestión: la Gran Comisión de Mateo 28:18-20. Aunque la Gran Comisión también tuvo su apogeo durante la Reforma y el período de la ortodoxia protestante, podríamos decir que en realidad la persona que la sacó a relucir fue Wiliams Carey en su tratado de 1792. De Carey en adelante en las misiones protestantes ha predominado la utilización de Mateo 28:18-20.
Con el transcurso del tiempo el tema de la obediencia a la Gran Comisión en realidad llegó a superar a todos.
En Gran Bretaña, una vez más la defensa de la causa misionera tomó la forma de una apelación directa a la comisión de Jesús. Para finales del siglo diecinueve, Mateo 28:18-20 había opacado totalmente a los otros versículos de la Escritura como el texto misionero principal.
Mirando hacia atrás a los muchos y variados motivos que se han discutido en este capítulo, es difícil no sentirse abrumado. No parece que hubiera un tema que haya predominado en ningún periodo ni en ninguna tradición.
La eliminación de propósito significó que mientras se lograba crear las condiciones correctas, el éxito de la empresa misionera estaba garantizado.
Bajo el nuevo paradigma, la misión a pesar de todos los elementos de continuidad con el pasado, tiene que ser diferente de lo que fue en el apogeo de la Ilustración.

omar martinez dijo...

CAPITULO NUEVE
2a. Parte
La misión y el colonialismo

A partir del siglo dieciséis, al hablar de misión se hablaba también de colonialismo. Las misiones modernas nacieron en el contexto del colonialismo moderno del mundo occidental.
Desde el siglo quince hasta el diecisiete tanto los católico-romanos como los protestantes, aunque de maneras distintas, admitían el ideal teocrático de la unidad entre la Iglesia y el Estado. Quisiéramos o no, los misioneros se convirtieron en los pioneros de la expansión imperialista de los poderes occidentales.
En casi todas las instancias en que los misioneros abogaban por la causa de la expansión colonial, creían sinceramente que el régimen gubernamental de su propio país resultaría más beneficioso que la alternativa, a saber, mantener el statu quo o caer bajo otra forma de poder europeo.
En 1813 el Parlamento inglés abrió la puerta para la introducción del conocimiento útil y el mejoramiento religioso y moral en la India (más tarde hizo lo mismo para otras de sus colonias). El nacionalismo alemán tuvo su fundamento en el concepto de Volk de J. G. Herder, para luego ser fecundado por dos movimientos en particular: la Ilustración y el prusianismo.
A todo el período de las misiones protestantes provenientes de Alemania hasta un poco antes de la década de 1880 se podría denominarlo, en cuanto al tema de misión y colonialismo, un período de inocencia. La misión, impregnada de la tradición pietista, era el pasatiempo de una generación de personas sencillas y no muy rebuscadas, en la periferia de las iglesias establecidas.
Las misiones alemanas, tanto católicas como protestantes, desempeñaron un papel prominente, muchas veces bajo el lema: ¡Sólo misioneros alemanes para las colonias alemanas! El destino manifiesto y la dominación colonial activaron el racismo latente en los misioneros, produciendo una actitud escéptica respecto a las aptitudes de los negros. Debido a que los negros eran los descendientes del maldito Cam (Gn. 9:22–25), la igualdad con ellos sería inconcebible.
Individuos como estos y las agencias a las cuales servían eran muchas veces los únicos en intervenir a favor del pueblo indígena en una determinada situación colonial. Los misioneros lograron esto de diversas maneras. Se hacían amigos de los nacionales, los visitaban en sus hogares. Quisiéranlo o no, las misiones se convirtieron en portadores y defensores del imperialismo occidental; los lebreles del imperialismo» proseguían o respondían tal y como le agradaba al César. Esta relación misión-colonialismo es apenas una parte integral del proyecto mucho más amplio y serio del avance de la civilización tecnológica de Occidente. Con la Ilustración, irrumpió un elemento nuevo y determinante a nivel de las relaciones interpersonales.
La misión y el milenio
Durante los últimos tres siglos, y quizás más, las misiones protestantes siempre han revelado fuertes elementos milenaristas. El lenguaje de Apocalipsis 20, simultáneamente canónico y oscuro, permite una gran variedad de interpretaciones. El movimiento premilenarista surgió de raíces complejas y enredadas en las tradiciones del siglo diecinueve en cuanto a avivamientos, evangelicalismo. Dio a luz una variedad de subgéneros: adventismo, movimiento de santidad, pentecostalismo, fundamentalismo y evangelicalismo conservador. Los premilenaristas tendían a demostrar una perspectiva aún más lúgubre de los inconversos que la que predominaba entre sus predecesores.
Posmilenarismo y amilenarismo.
A mediados del siglo diecinueve, sólo es posible encontrar una posición premilenarista a ultranza entre grupos estadounidenses marginados tanto religiosa como socialmente.
Muchos líderes cristianos, en particular los posmilenaristas, también esbozaron lo que podría llamarse una ortodoxia progresista.
Las debilidades del premilenarismo, posmilenarismo y el amilenarismo. Inexorablemente, o así parece, la tendencia en aquellos círculos que han apoyado tradicionalmente el proyecto misionero en el extranjero era la de apartarse del movimiento evangélico y acercarse a un liberalismo más secular y más enfocado en este mundo.
El voluntarismo
Uno de los fenómenos más marcados de la Ilustración fue el surgimiento de las sociedades misioneras: algunas denominacionales, algunas interdenominacionales, algunas no denominacionales y otras antidenominacionales. Se reavivó el principio de la Reforma en cuanto al derecho de juicio privado en la interpretación de la Escritura. La ideología que estaba detrás de ellas fue la del igualitarismo social y político de las democracias emergentes.
Las debilidades del movimiento de misiones de fe son obvias: una noción romántica de la libertad del individuo de escoger por sí mismo, una preocupación casi compulsiva por salvar almas antes del día del juicio, un conocimiento limitado de las culturas y religiones de los pueblos a los cuales eran enviados los misioneros, prácticamente ningún interés en la dimensión social del evangelio cristiano, una dependencia casi exclusiva de la personalidad carismática del fundador, una apreciación muy baja por la Iglesia, etc. El mundo evangélico de hoy está lleno de evangelistas itinerantes, revistas, institutos bíblicos y asociaciones de iglesias.
Fervor misionero, optimismo y pragmatismo
A pesar de que los círculos misioneros de Occidente, en general, reaccionaron más bien negativamente al fenómeno de la Ilustración, no hay duda de que dicho movimiento desató cantidades enormes de energía cristiana que en parte se canalizó en esfuerzos misioneros en ultramar.
La mano de Dios, al abrir puerta tras puerta entre las naciones humanas, al descubrir los secretos de la naturaleza y al traer a la luz invento tras invento, invita a la Iglesia de nuestro tiempo a logros cada vez más grandes. Los ecuménicos y los evangélicos, nutriéndose respectivamente de las ideas del capitalismo progresista y del socialismo igualitario, estaban convencidos por igual de poder recrear el mundo a su respectiva imagen y semejanza.
El tema bíblico clave
Primero, la visión de Pablo del hombre de Macedonia rogándole: Pasa a Macedonia y ayúdanos (Hch. 16:9) predominó en el período cuando los cristianos occidentales consideraban que los pueblos de otras razas y religiones vivían en tinieblas y profunda angustia, implorando a los de Occidente que les brindaran ayuda. Segundo, los premilenaristas eran, y aún lo son, aficionados a Mateo 24:14, porque abarca claramente su comprensión de la misión. Tercero, en aquellos círculos que deben su existencia al legado del evangelio social, uno de los textos misioneros más populares era las palabras de Jesús en Juan 10:10.
El espíritu del racionalismo, secularismo, humanismo y relativismo invadió a la Iglesia de manera creciente y empezaron a socavar sutilmente la misma idea de predicar un mensaje de salvación eterna a personas que de otra manera serían condenadas.


Motivaciones y modelos de la empresa misionera moderna: un perfil
Dado que todo ser humano es una criatura de razón, una antropología muy optimista reemplazó a la perspectiva sombría de la humanidad, la perspectiva que había predominado en la era del catolicismo medieval y de la Reforma protestante. La eliminación de propósito significó que mientras se lograba crear las condiciones correctas, el éxito de la empresa misionera estaba garantizado. La creencia fundamental de la Ilustración en la victoria segura del progreso era reconocida quizás más explícitamente en la empresa misionera cristiana que cualquier otro elemento de la época.
Si los primeros misioneros no hubieran sido gigantes espirituales no habrían podido correr los riesgos que corrieron, pero eran hombres santos, con una valentía inmensa y una personalidad de igual dimensión.

FERNANDO RODRIGUEZ dijo...

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La misión y el colonialismo

Ya en el siglo diecisiete comenzó a percibirse un cambio. El ideal teocrático empezó a ceder espacio paulatina y, al
principio, inconscientemente. Cuando los daneses fundaron su primera colonia en Tranquebar, en la costa sudeste de la
India, sus consideraciones fueron ante todo mercantiles (Nørgaard 1988:11). Lo mismo sucedió en el caso de los holandeses
al fundar en el Cabo de Buena Esperanza en 1652, su «estación a mitad del camino» hacia el Lejano Oriente, a pesar
de aparentar lealtad a su obligación calvinista de evangelizar también este territorio. Las múltiples expediciones inglesas al
continente norteamericano, al Asia y a otras partes surgieron por intereses similares. El hecho que en la mayoría de estos
casos fueron las compañías mercantiles y no los gobiernos de los respectivos países europeos las que tomaron la iniciativa
en adquirir posesiones en el exterior revela una diferencia respecto de las anteriores expediciones portuguesas y espa203
ñolas. La diferencia entre las dos empresas se esclarece más a la luz del hecho de que, contrariamente a lo visto en las
colonias católicas, al principio por lo menos, las compañías holandesas, inglesas y danesas por lo general rehusaban
permitir la entrada de misioneros en los territorios bajo su jurisdicción, viendo en ellos una amenaza a sus intereses comerciales
(cf. Blanke 1966:109


Aun cuando los blancos subyugan y esclavizan a otros pueblos, todavía les están ofreciendo tanto en comparación que
aun la suerte más dura que los esclavos tienen que aguantar podría denominarse con frecuencia un acontecimiento afortunado
» (citado en Sundermeier 1962:111).

El Imperio colonial alemán estaba formado por África Alemana del Sudoeste (Namibia), Togo, Camerún, África Alemana
del Este, algunas islas en el Océano Pacífico y Kiao-Chao en la China (Gründer 1985:111–211). En cada una de estas
áreas las misiones alemanas, tanto católicas como protestantes, desempeñaron un papel prominente, muchas veces bajo
el lema: «¡Sólo misioneros alemanes para las colonias alemanas!»

El «destino manifiesto» y la dominación colonial
activaron el racismo latente en los [página 384] misioneros, produciendo una actitud escéptica respecto a las aptitudes de
los negros. A los misioneros que llegaron a Sudáfrica después de 1884 «se los había criado con una conciencia de la superioridad
de la raza blanca en general y del pueblo alemán en particular» (Hasselhorn 1988:139). Debido a que los negros
eran «los descendientes del maldito Cam» (Gn. 9:22–25), la igualdad con ellos sería inconcebible.7

La misión y el milenio

Hasta principios del siglo diecinueve había un espíritu de cooperación entre las denominaciones protestantes, sin una
línea divisoria entre premilenaristas y posmilenaristas. El énfasis recaía más bien en la responsabilidad de todos los creyentes
en el presente y en la acción unida. Después de 1830, sin embargo, se desvaneció el frente evangélico unido. Surgió
un espíritu de competencia feroz entre las varias denominaciones del protestantismo en los Estados Unidos. Durante
toda esta «nueva era de controversia» se enfatizaban más las diferencias que los puntos de unidad. En la medida en que
se hacía cada vez más imprescindible aclarar explícitamente en qué se creía, salieron a relucir las divergencias latentes
entre premilenaristas y posmilenaristas (en realidad, los términos no se acuñaron hasta la década de 1840).

muy típico de la teología de Moody: el pragmatismo. Con frecuencia
Moody probaba una determinada doctrina en términos de si era apropiada para la evangelización o no, juzgando sus propios
sermones para ver si «servían para convertir a los pecadores». Este autoexamen aseguraba un mensaje sencillo y
positivo. Las «tres erres» resumían adecuadamente sus doctrinas centrales: «la ruina por el pecado, la redención por Cristo
y la regeneración por el Espíritu Santo» (para la referencias, cf. Marsden 1980:35). Su pragmatismo lo hacía adverso a
cualquier controversia doctrinal. Como un ejemplo de ello sugirió, un poco antes de su muerte: «¿No podrían ellos [los
críticos] pactar un cese de fuego sin sacar a la luz, durante diez años, ningún punto de vista nuevo para que podamos
seguir adelante con la labor práctica del Reino?» (:33).

Dios me ha concedido un bote salvavidas y me ha dicho: ‘Moody, salva a todos los
que puedas’» (:38). La salvación significa salvarse del mundo. Esto constituye, sin duda, una desviación significativa respecto
a la tradición predominante en el movimiento evangélico estadounidense, que presentaba una perspectiva mucho
más positiva de la posibilidad de reformar la sociedad (cf. Marsden 1980:38).



Primero, el extravagante enfoque apocalíptico de algunos grupos premilenaristas tales como los shakers y los millerites
considerados como locos o payasos en círculos «respetables», hizo que cualquier expresión de visión apocalíptica
estuviera bajo sospecha.
Segundo, la Guerra Civil, contrariamente a lo esperado, fue seguida por un período de malestar. En las décadas antes
de la guerra los problemas eran bien claros; la mayoría de los cristianos en las iglesias establecidas (en gran parte evangélicos)
estaban de acuerdo en que la esclavitud era un flagelo y tenía que erradicarse. Muchos estaban convencidos de
que, una vez abolida la esclavitud, el orden del día sería la justicia y la equidad. La guerra resultó ser mucho más larga y
brutal que lo anticipado por cualquiera de los dos bandos. Y, más grave aún, el fin de la guerra no trajo consigo ninguna
utopía. El pueblo se dio cuenta de que los problemas sociales habían aumentado en vez de disminuir.

Tercero, estaban ocurriendo avances tecnológicos sin precedentes —¡del tipo predicho por Edwards y Hopkins un siglo
antes!—, que cautivaban la imaginación de los individuos. Aparecieron fábricas en toda la nación y decenas de miles
de inmigrantes de las áreas rurales y de Europa invadieron las ciudades para suplir la necesidad de mano de obra en las
fábricas.

En cuarto lugar, por primera vez las instituciones teológicas en los Estados Unidos se expusieron en
gran escala al método histórico-crítico en las ciencias bíblicas, predominante en círculos teológicos de Alemania desde
hacía por lo menos un siglo.

El voluntarismo
Uno de los fenómenos más marcados de la Ilustración fue el surgimiento de las sociedades misioneras: algunas denominacionales,
algunas interdenominacionales, algunas no denominacionales y otras antidenominacionales. Al principio
aparecieron en el escenario tímidamente, como pidiendo excusas por su existencia e inseguras en cuanto a su naturaleza
y futuro. Para finales del siglo dieciocho, sin embargo, la situación había cambiado drásticamente. Nuevas sociedades
misioneras irrumpieron en la escena en todos los países protestantes tradicionales: Gran Bretaña, Alemania, los Países
Bajos, Suiza y los países escandinavos y los Estados Unidos. En la década de 1880, con el advenimiento de la alta era
imperial, apareció una segunda ola de nuevas sociedades misioneras; una vez más estaba involucrada la totalidad del
mundo protestante, pero ahora claramente los Estados Unidos tomaban la delantera no sólo en el número de misioneros
enviados a otros países sino en el número de sociedades fundadas.

Durante el apogeo de las sociedades misioneras no denominacionales se entendía la misión predominantemente en
términos de conversio gentilium: la conversión de individuos. Era natural que, como parte de las reacción posterior del
denominacionalismo frente a las tendencias relativizantes de la Ilustración, la misión fuera definida una vez más como
plantatio ecclesiae, plantar iglesias, como había ocurrido bajo el paradigma medieval católico-romano. Las sociedades no
[página 409] denominacionales, muy influenciadas por el fenómeno de los avivamientos evangélicos, había estado predicando
«un evangelio sin iglesia» (C. C. Carpenter, citado en van den Berg 1956:159; cf. Scherer 1987:75); esto ya no se
consideraba adecuado y requería enmiendas. El remedio era plantar iglesias netamente confesionales en el «campo misionero
». El nuevo lema era establecer iglesias jóvenes con «autogobierno», «autosostén» y «autopropagación» (o «autoextendimiento
»). Las dos personalidades más destacadas en ese sentido fueron los secretarios generales de las dos
sociedades misioneras protestantes más grandes de la mitad del siglo diecinueve: Rufus Anderson, del AB, y Henry Venn,
de la CMS

Algunos de los elementos en la lista anterior, tanto positivos como negativos, se convirtieron en la herencia común del
movimiento misionero evangélico de la era moderna. Aún existe entre muchos cristianos una impaciencia con la maquinaria
burocrática de la Iglesia institucional, la cual tiende a inhibir iniciativas nuevas. Muchos jóvenes están saliendo de las
iglesias «establecidas» para ofrecer sus servicios a cualquiera de la increíble variedad de agencias misioneras evangélicas.
El mundo evangélico de hoy está lleno de evangelistas itinerantes, revistas, institutos bíblicos y asociaciones de iglesias.
Pero aquí también notamos la misma curiosa ambigüedad identificada anteriormente respecto al fenómeno del denominacionalismo.
Por un lado, los grupos evangélicos revelan una asombrosa tolerancia mutua y rechazan cualquier
rigidez doctrinal o inflexibilidad, optando por la aventura libre y creativa de servir a Dios juntos. Por otro lado, algunas veces
está a la orden del día una intolerancia igualmente asombrosa, juntamente con la exclusividad de un determinado
grupo, precisamente a raíz de sus doctrinas distintivas. El «principio del voluntariado» parece tener una predisposición
inherente tanto a la tolerancia de los demás como a la absolutización del propio punto de vista

Fervor misionero, optimismo y pragmatismo
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A pesar de que los círculos misioneros de Occidente, en general, reaccionaron más bien negativamente al fenómeno
de la Ilustración, no hay duda de que dicho movimiento desató cantidades enormes de energía cristiana que en parte se
canalizó en esfuerzos misioneros en ultramar. Más que en cualquier época anterior, los cristianos de esta época creían
que el futuro del mundo y de la causa de Dios dependía de ellos.

El tema bíblico clave
Hemos indicado que en cada período, desde la Iglesia primitiva en adelante, ha habido la tendencia a tomar un versículo
en particular como el texto misionero. No necesariamente se lo citaba con frecuencia. Sin embargo, aunque apenas
se lo citara, de algún modo llegó a encarnar el paradigma misionero de su época.
Hemos sugerido también que Juan 3:16 puede ser considerado el versículo clave para dar expresión al concepto patrístico
de la misión. Durante el período católico- romano del medioevo, Lucas 14:23 desempeñó un papel similar. A su
vez, el texto misionero de la Reforma protestante fue Romanos 1:16s.

Motivaciones y modelos de la empresa misionera moderna: un perfil

La dicotomía entre sujeto y objeto significaba que, de hecho y de maneras muy opuestas, la Biblia y la fe cristiana como
tal se convirtieron en objetos. Los liberales se colocaban soberanamente por encima del texto bíblico, extrayendo de él
códigos éticos, en tanto que los fundamentalistas tendían a convertir la Biblia en un fetiche, aplicándola mecánicamente a
cualquier contexto, en particular respecto a la «Gran Comisión». Cada grupo a su manera celebraba el precepto de que
cada persona podía entender la Biblia sin la ayuda de otros. También los representantes de ambos grupos, debido a su
obstinada creencia en su propio «destino manifiesto», [página 422] muchas veces revelaban su tendencia a tratar a las
personas de otras culturas como objetos y no como hermanos y hermanas.

Pocos cristianos sinceros estarían preparados para abandonar totalmente la idea misionera y sus ideales como tales.
Creen que la fe cristiana es intrínsecamente misionera, pero puede que acepten una revisión de la teología y la práctica
misioneras, y un cambio del paradigma misionológico. En un artículo publicado por primera vez en 1959 Kraemer
(1970:73) sugirió la necesidad de una revisión de esta índole (cf. la introducción del presente libro). Unos pocos años después
Keith Bridston también reflexionó sobre el futuro y sus implicaciones para la naturaleza de la misión. Puede que la
segunda mitad del siglo veinte, según Bridston, «resulte tan radical en sus consecuencias para la perspectiva misionera de
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la Iglesia cristiana como lo fue la revolución copernicana para la cosmología científica de su época» (1965:12s.). Se requirió
una transformación total, añadió, cuyas implicaciones apenas estamos empezando a percibir (:16). Las formas tradicionales
de la misión encarnaron una respuesta frente a un mundo que ya no existe y, aunque no tenemos porqué repudiar la
respuesta misionera tradicional como tal, el desafío es responder hoy de un modo bien distinto (:17). En última instancia, la
única solución efectiva para el general malestar misionero contemporáneo, a veces oculto a nuestros ojos por la luz de
nuestros aparentes «éxitos» misioneros, es «una transformación radical de la totalidad de la vida de la Iglesia» (:19).